El trabajo humano, clave de la cuestión social

Si queremos conocer un país, lo primero que tenemos que  hacer es ver qué es lo que acontece con el trabajo de sus habitantes. El trabajo es la clave de la cuestión social plantea la Doctrina Social de la iglesia. En efecto, la inmensa mayoría de los chilenos comen, se visten, tienen un techo donde cobijarse, propio, arrendado, o en proceso de compra, cuida de su familia en los más variados aspectos que se requiere, gracias al sueldo que recibe en su lugar de trabajo. Son pocos los que tienen fuentes de ingresos al margen del trabajo que realizan. Tener un buen trabajo y bien remunerado es un anhelo de la inmensa mayoría de los chilenos; suelen cuidar sus trabajos y, al mismo tiempo están atentos si surgen nuevas posibilidades laborales. Las exigencias económicas en un sistema que gira en torno al consumo ha llevado a que muchas personas, además de su trabajo, intenten realizar alguna actividad extra. Además se ha ido sumando cada vez con más fuerza la mujer al campo laboral, desarrollándose en los vastos campos de la vida social, con inteligencia, alta competencia y un sinnúmero de destrezas y habilidades. Para ellas no les ha resultado fácil compatibilizar la vida familiar y laboral, sobre todo cuando son cada vez más las que son jefes de hogar. No tener trabajo es un verdadero drama al interior de las familias. Es fuente de crisis profundas personales y familiares. El Estado tiene el deber de promover políticas públicas que implique generación de más y buenos trabajos. La ausencia de trabajo es fuente de inestabilidad familiar y social. Las tasas de cesantía que experimenta el país, sobre todo entre los jóvenes y los adultos mayores es preocupante y motivo de frustraciones no siempre adecuadamente canalizadas y escuchadas. Para que haya un salario, tiene que haber un trabajo y para que haya trabajo tiene que haber una empresa que procure productos o servicios que alguien necesite. El trabajo por tanto cumple una misión social de la máxima importancia. Las empresas que generan trabajo cuando son equilibradas en sus gastos, y los salarios dicen relación a la salud económica de la empresa. Cuando ello no se da, las empresas quiebran y muchas personas quedan sin trabajo. Querer o promover salarios altos trabajando poco es imposible, tarde o temprano esa fórmula termina mal. La Doctrina social de la Iglesia intenta postular cómo se podría entender un salario justo y cuáles son las variables que hay que tener en cuenta.

Dado que el trabajo no puede ser considerado una mercancía que se transa en el mercado, sino que la posibilidad del sr humano de realizarse como tal y de contribuir en el desarrollo de su persona, de su familia, de la sociedad y del cosmos, ha de tenerse presente que no cualquier actividad realizada por el hombre puede ser considerado trabajo, como por ejemplo, el narcotráfico, el tráfico de armas, y todo aquello que atente en contra la dignidad humana. Tampoco ayuda a promover el trabajo como fuente de bien el tráfico de influencias para conseguir un empleo, ni el mal uso de los recursos al interior de la empresa o la administración pública. Tampoco ayuda a generar espacios gratos de trabajo el cohecho, la corrupción o prácticas que atenten en contra de la dignidad del ser humano. Tampoco puede ser considerado trabajo, dada la dignidad que posee porque la realiza un ser humano, el trabajo infantil, aquel que se realiza al margen de lo estipulado por la ley, así como el trabajo en condiciones deplorables.

Para analizar la justicia o injusticia a la que se ve enfrentado el trabajador, hay que observar lo que pasa con el salario o remuneración. En efecto, la remuneración es el instrumento para practicar la justicia en las relaciones laborales, dice la Doctrina Social de la Iglesia, que acuña el concepto de justo salario.

¿Por qué es importante el salario y que sea justo? Porque le permite al trabajador acceder a los bienes de la tierra, que fueron creados para todos, en virtud del destino universal de los bienes. El salario debe garantizar la trabajador poder disponer dignamente sus necesidades materiales, pero también sociales, culturales, espirituales, tanto de él como de su familia. Para analizar si es justo o no el salario recibido hay que fijarse en varios aspectos, que incluye la responsabilidad asumida, su esfuerzo, la situación global de la empresa y el bien común. No basta para calificar de justa una remuneración el mero acuerdo entre el empleador y el trabajador, dado que no puede ser inferior a lo que el trabajador requiere para vivir.

Lamentablemente son muchas las familias que viven en la pobreza o incluso en la indigencia ya sea debido a sus bajos salarios, a que trabajan de manera informal o sencillamente porque están sin trabajo.

Ello se debe y coincide, en general, con aquellas personas que no han tenido acceso a una buena educación. Es a través de la educación que se pueden superar las brechas existentes en el ámbito laboral. Lograr una mejor educación en todos los sectores de la ciudadanía es la manera como se puede terminar con el trabajo precario. Para ello es urgente apostar desde la infancia a procesos educativos de calidad. Existe una relación directa entre la educación de una persona y su salario. Y la educación depende en gran medida del sector social al que pertenece. Esa es la injusticia basal que se replica en todos los ámbitos de la vida.

Otro factor que ha de pensarse en relación al trabajo, es que la mutación que se ha ido produciendo y se va a seguir produciendo en el ámbito del trabajo será cada vez mayor. Muchos trabajos que implica la presencia de personas irán desapareciendo. Ello exige políticas públicas muy bien pensadas para que este nuevo escenario que se impone no implique más cesantía y todo lo que ello conlleva.

Además, considerando que hay un vínculo muy estrecho entre el dinero que se posee, que suele provenir del trabajo, el consumo y el cuidado del medio ambiente, creo que la mejor política pública a la que puede aspirar un país es hacerle ver a las personas que para ser más como ser humano, no se necesita tener más, aparentar o endeudarse más allá de las posibilidades. Creo que la mayor riqueza que puede tener una persona del siglo 21 es necesitar poco para ser feliz. Según esta lógica el trabajo estará al servicio del hombre y no el hombre al servicio del trabajo, el capital estará al servicio del trabajo y no el trabajo al servicio del capital y no habrá la absurda competencia y mal avenido matrimonio entre la familia y el trabajo.

Publicado el: 30 Abril, 2020
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