La ternura de Dios

Muy pocas veces en la vida escuché este término, así de esta forma: “Teología de la ternura de Dios”. Nunca antes me detuve a reflexionar sobre este concepto, aunque supuse pronto de que se trataba. Recuerdo escucharla por primera vez en Uruguay hace más de veinte años, dichas por el Obispo Daniel Gil Zorrilla, que habló sobre la “ternura de Dios” en un retiro para sacerdotes, y la segunda vez, no hace mucho, leyendo un comentario del Papa Francisco me reencontré con el término, debo decir que me gustó su contenido, y lo consideré hasta desafiante.

Es verdad que el Papa ponía en la ‘misma mesa’, misericordia, compasión y ternura, y manifiesta que el término ternura, encierra dos elementos: Uno, el sentirnos amados por Dios y dos, el ser capaces de amar en su nombre.

No es muy difícil llegar a pensar que, si nos sentimos amados por Dios, será más fácil el camino para llegar a confiar en Él, lo que significaría abandonarse en su amor. Cuando el ser humano se siente verdaderamente amado, se siente inclinado a amar. La ternura pareciera ser el primer paso para superar la miseria de encerrarse en sí mismo, escapando del egoísmo que desfigura la propia libertad.

La teología de la ternura; no puede ser “algo abstracto”, porque nace de un impacto existencial, nace del encuentro con un Dios que se hace persona y vive en medio de la humanidad. Se trata del amor concreto de Dios hacia la humanidad, hacia sus hijos.  La ternura es un “bien existencial concreto”. ¿Cómo expresarla? Como la belleza de sentirnos amados por Dios; y la belleza de descubrir que podemos amar en nombre de Dios. “Cuando el ser humano se siente verdaderamente amado es capaz de devolver amor.”

El Papa Francisco dice sobre la ternura de Dios que es misericordia: «de hecho, una humanidad herida, una humanidad que lleva heridas profundas. No sabe cómo curarlas o cree que no sea verdaderamente posible curarlas. Y no son solo las enfermedades sociales y las personas heridas por la pobreza, por la exclusión social, por las tantas esclavitudes del tercer milenio. También el relativismo hiere a tantas personas: todo parece igual, todo parece lo mismo. Esta humanidad tiene necesidad de misericordia. Pío XII, hace más de medio siglo, había dicho que el drama de nuestra época era el haber perdido el sentido del pecado, la conciencia del pecado. A esto hoy se añade el drama de considerar nuestro mal, nuestro pecado, como incurables, como algo que no puede ser sanado y perdonado. Falta la experiencia concreta de la misericordia. La fragilidad de los tiempos en que vivimos también es esta: creer que no existe posibilidad de rescate de una mano que te alza, de un abrazo que te salva, te perdona, te vuelve a levantar, te inunda de un amor infinito, paciente, indulgente; que te vuelve a encarrilar».

Este concepto de la teología de la ternura, o simplemente “la ternura de Dios”, es una alegre motivación para revisar nuestra vida de fe, ¿En qué, y en quién creo? ¿cómo creo que Dios me ve? ¿qué experiencia existencial concreta tengo de Dios en mi historia personal?

En estos tiempos inéditos, difíciles, cambiantes, hasta impensados que nos toca vivir hemos sido testigos de muchas acciones que han revelado el egoísmo, el encierro en ‘tierras seguras’, el individualismo, la exclusión, el rechazo concreto a muchos (migrantes, pobres en situación de calle, hermanos, hermanos sin trabajo, enfermos solos, etcétera) hemos visto el rostro más duro de la indolencia…

Pero, también hemos sido testigos de muchísimos gestos que tienen que ver con la expresión más viva de la ternura de Dios, pequeños gestos tan sencillos, concretos, sin ‘firmas de autor’, sin promociones visibles, ni fotos testimoniales …sin rostros, sin nombres, sin títulos…sencillamente gestos de grandeza humana, que a uno como simple espectador lo lleva a pensar ¡Esta es la ternura de Dios… presente, viva, actuando ante nuestros ojos!

No bajemos los brazos, Dios está vivo y actuando en medio nuestro, nos ama tiernamente, es solo abrir los ojos del alma y como dice el salmo 36: “¡Que hermoso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano encuentra refugio a la sombra de tus alas”

 

 

Pbro. José Luis Roldan Solís
             Párroco
Vicario Episcopal de Arauco

Publicado el: 26 Julio, 2021
© Arzobispado de Concepción