Navidad en Pandemia

Nos encontramos a pocos días de que finalice este año 2020 que ha estado marcado por la pandemia del coronavirus. Como nunca antes lo habíamos visto, toda la humanidad ha estado pendiente de los contagios que se iban produciendo en los diversos países y de las medidas que cada país tuvo que implementar para evitar dichos contagios. “Mascarillas” y el “uso de alcohol gel”, como también “no abrazarse ni darse la mano” son acciones frecuentes a las que nos tuvimos que acostumbrar. Entre todos los cambios producidos, también se tuvo que adaptar nuestro modo de celebrar la fe, normalmente con un número reducido de personas dependiendo de la “fase” en la que nos encontremos según las indicaciones de las autoridades de salud. Con todo este peso de situaciones vividas, más de alguno ha llegado a pensar que es un año para olvidar, sin darnos cuenta que también el Señor nos ha regalado grandes cosas en este año 2020 que termina… y qué mejor momento para la humanidad de hacer este recuento a pocos días de haber celebrado la Navidad y la fiesta de la Sagrada Familia.

Solamente darnos cuenta y dar gracias a Dios que, precisamente en estos días, finalmente el mundo de la ciencia ha presentado al mundo diversas vacunas que están aprobadas para que los países puedan administrar a la población. Es un gran logro. Todo el año estuvimos rezando para que diera a luz este avance de la ciencia en beneficio de toda la humanidad. Fue un clamor de todos los hombres, de diversas culturas y religiones que se hermanaron en un objetivo en común…. Y junto con esto, cómo no dar gracias porque también la técnica nos permitió mantener comunicación e incluso celebrar nuestra fe en una modalidad “online”. No fue fácil adaptarnos a estos medios, pero con la ayuda y paciencia de otras personas pudimos salir adelante y utilizarlos para mantener la conexión con los demás. A lo que ha sido tradicionalmente el uso de la radio y la televisión cuando nos hemos tenido catástrofes naturales en otras épocas, se ha sumado de una forma masiva el uso de internet para enfrentar la pandemia y superar el aislamiento.

Pero quizás el beneficio más grande ha sido el sentir la necesidad de los demás, de que solos no podemos sobrevivir, de que dependemos unos de otros, y sobre todo del valor de la familia. La lógica del consumo suele traicionarnos y desviar la atención sobre lo que es fundamental, y muchas personas han descubierto, mientras permanecían encerrados en la cuarentena, lo importante que es compartir con los demás. Vimos gestos hermosos de solidaridad, de personas que ayudaron a los adultos mayores a proveerse de alimentos e implementos de primera necesidad, también nos emocionó la entrega de médicos y enfermeras, y de todo el personal que labora en clínicas y en hospitales, y la lista es larga si pensamos en otras labores y servicios a la comunidad. Podríamos decir que en medio de la oscuridad del coronavirus hubo un resplandor de luz, en un tiempo difícil, hubo también algo que creció en el silencio y lo oculto. Esto nos permite reflexionar en el misterio que hemos celebrado en estos días.  El nacimiento de Cristo según la carne en el pesebre de Belén y la vida oculta en Nazaret, nos dan cuenta de un tiempo valiosísimo de crecimiento en sabiduría que tuvo el Señor, estando al lado de María Santísima y de san José, en una vida llena de austeridad y sencillez. No era necesario nada más…también aprendamos en este tiempo de pandemia de la enseñanza que nos sigue dejando la Sagrada Familia de Nazaret para valorar toda vida humana y profundizar en nuestras relaciones familiares y comunitarias. Todavía nos queda un tiempo de seguir viviendo este tiempo del coronavirus… no es fácil precisar cuándo concluirá, pero no tenemos que desanimarnos porque estaremos poco a poco saliendo de esta pandemia. Tengamos paciencia. Nos encontramos cerca de la fiesta de la Epifanía del Señor, El Hijo de Dios quiso que también desde su nacimiento que otros pueblos conocieran de él. Aprendamos de la sabiduría de los sabios que vienen al pesebre de Belén a adorar al niño… muchas cosas tenían y conocían, pero lo más importante de sus vidas lo contemplaron allí…en Belén. Los pastorcillos y los sabios, como también toda la creación se admiró por el mayor de todos los acontecimientos: Dios con nosotros. En medio de esta pandemia, detengamos a contemplar nuevamente al Niño Dios, acompañado de María Santísima y de San José, y démosle gracias. Es Él el que es capaz de transformar una noche de pandemia fría y tenebrosa en una verdadera noche de paz y amor para todos.

 

Pbro. Pedro Gómez D.
Vicario general y párroco de Lourdes

 

Publicado el: 29 Diciembre, 2020
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