Séptimo año de Pontificado de Francisco: un don para la humanidad

Francisco comienza su séptimo año de Pontificado. Han sido años muy intensos para él y para creyentes y no creyentes y creyentes de diversas religiones. Animado por sus maestros espirituales San Ignacio y San Francisco de Asís, es un hombre absolutamente libre. Sólo le teme a Dios. Lo ha demostrado. Si se equivoca, lo reconoce y sigue adelante. Su única formalidad es la verdad y la caridad. El Papa sueña con una Iglesia al estilo de la Iglesia primitiva: oración, vivir fraternalmente y dedicar lo mejor a los pobres. Lo dijo claramente, sueño con una Iglesia pobre para los pobres.

En lo social, para el Papa, en el actual contexto cultural, será muy difícil vivir en paz si no superamos de raíz la mentalidad individualista que se ha enquistado, y nos ocupamos decididamente de los más pobres. Ello implica un estilo de vida que implica repensar los medios de producción y el modo como nos vinculamos con la naturaleza, que se ha convertido, usando sus palabras, en un basural.

Para el Papa el catolicismo es servicio según las enseñanzas de Jesús y no poder. Ha sido claro y valiente al denunciar las prácticas al interior de la propia Iglesia que están lejos del proyecto originario de Jesús. Quiere terminar con el clericalismo y con los abusos de todo tipo, que han causado mucho daño, y que no se resolvieron teniendo en cuenta en primer lugar a las víctimas.

Para el Papa el futuro de la Iglesia pasa por terminar con las prácticas de poder y abuso. Quiere una comunidad de hermanos que, vinculados por la fe en Jesucristo y animados por la fuerza del Espíritu Santo, sea capaz de ser luz del mundo, sal de la tierra, fuente de esperanza y promotora del sentido trascendente de la vida.

El Papa es un hombre de Dios, pero con los pies puestos en la tierra. Teniendo claro que es el Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo acoge sin temor a los que piensan distinto o profesan otro credo. Los acoge con cariño porque sabe que la común humanidad es un punto de partido para unir, para generar lazos y para trabajar por el bien común.

El Papa a los católicos nos ha hablado claro. Nos ha pedido que vivamos con coherencia nuestra fe a la luz de Cristo que ha resucitado. El Evangelio es fuente de alegría capaz de traspasar las fronteras de la propia existencia y volver la vista hacia nuevos horizontes, especialmente el de la misericordia. Cristo es la fuente de la misericordia, del perdón y de la paz. Reconciliados con Él podremos emprender la aventura de vivir como hermanos. Nos ha pedido que dejemos la “cara de vinagre” y nos consagremos a contagiar a la sociedad por la belleza de la fe en Cristo.

Esa experiencia será aquella que nos conducirá por el camino de la paz, tan esquiva por estos tiempos. Esto implica una clara opción por un sistema económico que no excluya y que sea fuente de las tres T; Tierra, Trabajo y Techo. Los migrantes, los que viven en la calle, los postergados, los que viven solos y abandonados, los pueblos originarios, han encontrado en él un amigo, un hermano, un pastor y una voz en medio de tanta indiferencia.

El mensaje del Papa debiese ser seriamente tomado en cuenta por quienes tienen responsabilidades políticas y empresariales en Chile.

Recemos por el Papa Francisco. Le ha hecho bien a la sociedad. Su sencillez, su trato afable y su claridad para decir sí, cuando es sí, y no cuando es no, es un don para la humanidad.

Arzobispo de Concepción

Publicado el: 18 Marzo, 2019
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