¿A la Virgen María se le adora o se le venera?

Publicado el: 17 Noviembre, 2011

A los santos y, especialmente a la Madre de Dios, María Santísima, se le rinde culto de alabanza y de intercesión y fuera de la Iglesia Católica, la iglesia ortodoxa y la Anglicana le conceden a María poder intercesor.

El Shemá, oración del pueblo de Israel comienza así: “Escucha Israel, Yahveh es nuestro solo Señor. Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. A Yahveh tu Dios temerás,  a Él solo servirás, por su nombre jurarás. (Dt 6.3)

La fe cristiana, como la fe de Israel afirma la unicidad de Dios. Sólo a Dios se adora en la Iglesia Católica y en las otras iglesias o denominaciones cristianas. Sólo Dios merece la adoración porque sólo Él es causa de lo creado, de todo lo que existe.

Se tributa también adoración a Jesucristo por ser Dios como el Padre y  Espíritu Santo. Habiendo asumido la naturaleza humana Dios y hombre verdadero. En la liturgia  la Iglesia Católica adora la presencia real de Jesús en la Eucaristía. En la liturgia del   Viernes Santo se adora la imagen de Jesús crucificado, por lo tanto sólo Dios recibe adoración.

A los santos y, especialmente a la Madre de Dios, María Santísima, se le rinde culto de alabanza (Lucas 1.28) y de  intercesión (Juan 2.1) y fuera de la Iglesia Católica, la iglesia ortodoxa y la Anglicana le conceden a María poder intercesor.

El pueblo de Dios se dirige con fe a María y a los santos en forma sencilla y con manifestaciones populares que parecen pocos ortodoxas “católicamente” hablando. Pero  muchas de ellas no son afirmaciones teológicas sobre la divinidad de María, sino expresiones que revelan el cariño y la fe en su poder intercesor: “la Virgen  me regaló esta casa, me salvó, me entregó salud, etc.”,  o como dice un hijo “Yo adoro a mi mamá” o como la juventud actual se refiere a los personajes mediáticos del momento (ídola).

Finalmente podríamos afirmar algo importante sobre el poder intercesor de María. La Iglesia a partir del siglo IV, después del Concilio de Trento, le confiere el título de Teotokos (Madre de Dios), que la distingue muy por sobre otro poder intercesor (con excepción del poder mediador de Jesucristo claro está).

 

1.- La maternidad divina es el primer medio por el que se realiza el misterio de salvación, es Ella quien nos trae a Cristo.

 

2.- La misión de María es pues, esencialmente la de injertar al Salvador dentro de la especie humana. (René Laurentin)

 

3.- En este hecho transcendental Ella ha sido asociada por Dios al plan de salvación, de forma que Dios ha querido recibir de una criatura un “sí” eficaz para la realización de la encarnación de su Hijo. Algo de María hay en el plano de la salvación universal. La Iglesia lo ha expresado de muchas formas: causa de salvación, Madre de los creyentes, medianera, abogada intercesora y Madre de la Iglesia. Ella no es el centro, pero está en el centro.

Aquí radica la enorme diferencia en el culto a los santos y el culto a María. En el plano de la salvación algo le debemos a la Virgen María.

 

                                                                                                                    P. Ángel Cerró, ISPSCH

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