Adviento, celebración de la espera del Señor

Publicado el: 30 Noviembre, 2011

La palabra adventus significa venida, advenimiento. Se dice del tiempo litúrgico de preparación de la Navidad, que forma una unidad con la misma Navidad y la Epifanía. Marcado por las cuatro semanas antes de Navidad, en las que centramos nuestra mirada en la espera y preparación de la venida de Jesucristo.

¿Qué es el tiempo de Adviento?

No se trata de hacer como una ficción consistente en simular que Jesús todavía no ha venido a nuestro mundo, e imaginarnos que somos la gente del Antiguo Testamento que esperaba la llegada del Mesías. Jesús ya vino hace dos mil años, y con su venida ha transformado nuestra historia y nuestra vida. Somos sus seguidores y hemos recibido su Espíritu para ser continuadores de su obra.

¿Qué quiere decir entonces, esperar y preparar su venida?

Quiere decir varias cosas: en primer lugar, significa revivir la venida histórica de Jesús, quiere decir mirar hacia atrás, hacia ese acontecimiento trascendental sucedido hace dos mil años y revivirlo con toda la intensidad. Por eso en el Adviento nos preparamos para celebrar, con toda intensidad ese hecho decisivo para nuestra salvación: Dios se ha hecho hombre, ha venido al mundo a vivir como uno de nosotros, ha entrado en nuestra historia para librarnos del pecado y del mal, ha asumido nuestra naturaleza humana, nuestra carne, y ha hecho de ella vida plena, vida divina.

Adviento significa en segundo lugar celebrar y abrirse a la venida constante de Dios, de Jesús, a nuestras vidas y a la vida de la humanidad, venida que se realiza ahora, en cada momento. Nos ayuda a tener presente que Dios viene constantemente a nuestras vidas, a través de los acontecimientos y de las personas con que nos encontramos a diario. Todo hombre y toda mujer, todo acontecimiento que sucede es una llamada que nos hace Dios, una presencia de Dios que nos interpela.

Finalmente, en el Adviento celebramos una tercera venida del Señor: es su última venida, la venida definitiva al final de los tiempos, cuando llegará a término nuestra historia humana y entraremos para siempre en la vida de Dios. Este es el horizonte final de nuestra existencia: compartir con toda la humanidad la vida plena de Dios. Jesús vendrá entonces y transformará definitivamente nuestro mundo y nuestras vidas para que sean para siempre vida de Dios, Reino de Dios.

¿Cuáles son las actitudes interiores que pueden ayudarnos durante este tiempo de adviento?

De las actitudes que nos invita el tiempo de Adviento a cultivar podemos mencionar algunas:

– Mantenerse vigilantes en la fe, en la oración, en una apertura atenta y disponible a reconocer los “signos” de la venida del Señor en todas las circunstancias y momentos de la vida. La vigilancia nos pone en guardia ante el mal que nos acecha y nos invita a poner nuestra confianza en Dios que nos salva y nos libera de ese mal y que pasa por nuestras cosas. Además, sin espíritu de oración, todo el camino de espera de la venida del Señor sería una cosa externa a nosotros, no llegaría a nuestro interior. Todo el Adviento tiene que ser vivido como un levantar el corazón a Dios, para que penetre muy adentro en nosotros su presencia salvadora.

– Dar testimonio de la alegría que nos trae Jesús salvador, junto con la caridad afable y paciente hacia los otros; estar abiertos a todas las iniciativas que busquen el bien común, a través de las cuales ya se construye el Reino de Dios.

– El Adviento es tiempo propicio para escuchar la Palabra de Dios que nos invita a estar alerta y conservar un corazón pobre, imitando a san José, a la Virgen y a san Juan Bautista, los otros “pobres” del Evangelio.

– Actitud misionera: es hacer presencia de Cristo en el mundo. El hombre busca ansiosamente su razón de existir. A pesar del avance de la tecnología que ha facilitado mucho las comunicaciones, el hombre no ha llegado todavía al coloquio fraterno. Cada vez se siente más necesitado de la comunidad que se establece entre las personas. El cristiano debe ser signo de fraternidad y comunión, y testigo de Cristo en un mundo que, tentado por el progreso técnico y por el humanismo, a veces quiere independizarse de Dios.

¿Por qué hay una corona  en las celebraciones eucarísticas en el tiempo de adviento?

La “Corona de adviento” o “Corona de las luces de adviento, como lo llama el Bendicional, expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Los cuatros cirios se van encendiendo gradualmente en las cuatros semanas de Adviento. Las luces  nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. El color verde de las ramas expresan la vida. La corona de Adviento se convierte en un elemento pedagógico para expresar la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida que triunfará sobre las tinieblas y la muerte.

 

Fuente: Pbro. Juan Carlos Marín, Formador, Seminario Metropolitano de Concepción

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