Desayuno Fraterno en Lota: una oportunidad para servir

Publicado el: 19 Agosto, 2011

Compartir un vaso de café y un pan con mortadela no es más que el pretexto para ir al encuentro de un hermano. Lo verdaderamente importante es conversar con ellos, ser cómplice de sus historias escuchadas más de una vez, dar calidez al corazón.

Con ese norte, cerca de 15 alumnos y alumnas de la pastoral del Instituto de Humanidades ‘Enrique Curti Canobbio’ de Coronel, junto a dos profesoras, un diácono y algunos apoderados, llevan adelante los “Desayunos Fraternos” en la comuna de Lota, sábado por medio especialmente durante los meses de más lluvia y frío.

La salida desde el colegio es a las seis y media de la madrugada. Ya en Lota, el recorrido comienza en la feria del pueblo buscando a los hermanos bajo los mesones de concreto donde se vende pescado y en algunas construcciones abandonadas, lugares donde se sabe que pasan la noche. De ahí se continúa por la línea férrea, pasando por la estación y buscando las mediaguas de otros amigos que esperan la visita.

Según apunta la profesora María Angélica Vargas, encargada de pastoral, “la idea es que los chicos conozcan la realidad, se impregnen de ella y puedan conversar con las personas de la calle que atendemos. Siempre les inculcamos que más que dar un café venimos a compartir un rato con ellos, porque el café con el pan no es nada. El hecho de conversar, saber cómo están, reírnos con sus historias, llamarlos por su nombre -que es lo único que tienen- es lo más importante. El grupo es pequeño, porque de lo contrario resulta muy avasallador, hay que entrar de a poquito porque a veces si somos muchos intimidamos”.

El desayuno fraterno se realiza encomendados a San Alberto Hurtado, junto a cuya imagen ubicada a un costado de la parroquia San Juan Evangelista de Lota Bajo, el grupo ora al comenzar y finalizar su recorrido. Se pide por las personas que se van a visitar, por los jóvenes para que preparen sus corazones. Pero la del santo no es la única protección. Justo en el momento de la oración inicial, dos o tres perros se suman al grupo moviendo sus colas, reconociendo a los jóvenes como parte de su manada. Lo curioso es que ellos no dejan que alguien se acerque más de la cuenta y parece que identifican las malas intenciones, obedeciendo las órdenes de los jóvenes para no ladrar más de la cuenta a las personas.

Maribel Andrea Villagrán Rojas ingresó al Instituto en primer año medio. Actualmente está a punto de egresar, es la mayor de tres hermanos y cuenta que siempre ha tenido el apoyo de sus padres, quienes le preparan el desayuno antes de su salida de casa para esta misión fraterna. “Para mí esto significa mucho en cuanto al crecimiento como persona, y darme cuenta de las verdaderas cosas que me hacen feliz, como tener pan, techo, un abrigo, una familia. Esas pequeñas cosas me hacen apreciar mucho más la vida”. “Lo que más me gusta de la visita es compartir con la gente, que una persona agradezca tanto un vaso de café, ese ¡gracias! a uno le llena, porque no es por compromiso sino que de verdad sale del corazón”.

En el último desayuno fraterno los 5 litros de café y 40 panes se hicieron pocos. A mitad del recorrido hubo que comprar más y conseguir agua caliente. Los chicos vuelven felices a sus casas, seguros de llevarse más de lo que pudieron entregar. En sus corazones van las historias y rostros de Carlos Gutiérrez, Clorinda de Jesús, Luis Cisternas, Pedro Medina, Enrique Salazar, Aida del Carmen y Jorge Patricio, entre otros amigos con los que compartieron la mañana del 13 de agosto.

GALERÍA DE FOTOS
© Arzobispado de Concepción