Educación y Calidad en los Colegios de Iglesia

Publicado el: 1 Septiembre, 2011

Los rectores de los colegios de Iglesia de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción, coordinados por la Vicaría para la Educación, a raíz de las últimas manifestaciones estudiantiles queremos expresar nuestra adhesión a la carta “Humanizar la Educación, tarea de todos” escrita por Mons. Ricardo Ezzati y Mons. Héctor Vargas Bastidas, a nombre de la Conferencia Episcopal chilena.

"En el Proyecto Educativo de la Escuela Católica, Cristo es el fundamento: El revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y la transforma capacitando al hombre a vivir de manera divina, es decir, a pensar, querer y actuar según el Evangelio, haciendo de las bienaventuranzas la norma de vida”                                                                                                                                                        (Escuela Católica, Roma, 1977, N° 11)

Los rectores de los colegios de Iglesia de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción, coordinados por la Vicaría para la Educación, a raíz de las últimas manifestaciones estudiantiles queremos expresar nuestra adhesión a  la carta “Humanizar la Educación, tarea de todos” escrita por Mons. Ricardo Ezzati y Mons. Héctor Vargas Bastidas, a nombre de la Conferencia Episcopal chilena.

Los jóvenes se manifiestan exigiendo al Gobierno una educación de calidad para todos. Creemos que estamos en un momento precioso que, si se aprovecha bien,  puede traer grandes beneficios y logros para  Chile y su educación.  Es el momento para preguntarse como país (Estado, instituciones, Iglesia, profesores, padres y alumnos),  a través de un  diálogo maduro, responsable, sin intereses partidistas y con altura de miras ¿qué Chile queremos formar?, ¿en qué valores queremos cimentar nuestra sociedad chilena?

La Iglesia ha ofrecido y ofrece, actualmente, a través de los colegios católicos, una educación integral centrada en la persona de Jesucristo, quien es el centro de sus Proyectos Educativos. Hemos  actuado en un marco transparente y responsable, aportando a la sociedad chilena importantes elementos para el desarrollo de sistemas modernos de enseñanza-aprendizaje, aporte que se hace en diálogo con la cultura y en bien del progreso y de la formación de las personas, garantizada por su dimensión trascendente y religiosa.

Es cierto que la escuela existe para transmitir conocimientos que preparen para el trabajo y la profesión, sin embargo, el objetivo último de un colegio apunta más allá: incluye una formación en la que debe estar presente la visión cristiana del mundo y del hombre, tan arraigada en nuestra cultura nacional, y la internalización de los valores cristianos que garantizan y plenifican los valores humanos. Se trata de formar una persona en búsqueda de la verdad y potenciar en ella una permanente dimensión de servicio a sus hermanos, a ejemplo de Jesucristo, que “no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida por todos” (Mt. 20, 28)

Los colegios de Iglesia buscan la excelencia, no sólo en lo académico, se promueve la solidaridad, el sentido de familia, el trabajar juntos, la colaboración. Por todo esto, seguimos buscando nuevos modelos que sean más eficientes, efectivos, incluyentes y que, realmente, conduzcan a la educación a niveles de calidad, lo cual implica la solución a los graves problemas que todavía confrontamos como sistema educativo.

La Iglesia desde el comienzo de nuestra historia, ha hecho suya la labor educativa a través de su obra evangelizadora, creando escuelas, colegios, universidades, seminarios. Por ello, con autoridad, puede decir que “la educación es un bien público, y el esfuerzo por mejorar su calidad y por hacerla más equitativa debe incorporar a todos los actores involucrados: el Estado, las Instituciones educativas, los docentes, las familias y los mismos estudiantes. Es urgente avanzar en la búsqueda de propuestas de consenso para orientar y encaminar los procesos que permitan responder a las justas demandas” (Humanizar la Educación. n° 4).

También encontramos importante destacar que la “educación es un bien público que debe ser  valorado y cuidado por todos los ciudadanos. De la calidad de la educación depende la calidad de vida, la superación de la pobreza, el nivel cultural y la nobleza de las relaciones humanas de un pueblo”. (Humanizar la Educación  n° 6).

Los colegios de Iglesia sugieren que “la instalación del diálogo es la clave para valorizar con objetividad demandas y propuestas, recuperar las confianzas, acercar posiciones, consensuar acuerdos, sabiendo como en toda negociación, que ello siempre implicará a las partes ceder en algunas de sus posturas”. (Recuperemos la confianza y el diálogo n°9). En este sentido tenemos que fortalecer el respeto por el otro y en particular hacer oración por las autoridades de nuestro país para que tengan la sabiduría de encauzar las legítimas aspiraciones sociales y resolver algunos de los problemas que agobian a  la familia chilena.

Finalmente, queremos terminar planteando nuestro compromiso con la educación al expresar que “vemos en el estudiante una persona que debe ser el centro de todo el proceso” y una educación es genuina “cuando humaniza y personaliza, para que la persona humanice al mundo, produzca cultura, transforme la sociedad y construya la historia” (Humanizar la Educación n° 6). Con esta reflexión, queremos asumir, con responsabilidad y compromiso, el llamado que nos han hecho nuestros obispos e invitamos a todos los estamentos de educación y del país a comprometerse con la gran misión educativa.

© Arzobispado de Concepción