Con encuentros entre sacerdotes y seminaristas, una Misa y un almuerzo fraterno, la iglesia de Concepción celebró al patrono de los párrocos, san Juan María Vianney, en el Seminario Metropolitano.
Participaron numerosos párrocos y vicarios y, como todos los años, se contó con la presencia de Monseñor Fernando Chomali, quien en su homilía, agradeció de manera especial la vocación y el servicio pastoral de los párrocos, reconociendo que en proceso evangelizador no están exentos de dificultades.
“Quisiera agradecer, muy de corazón, a cada uno de los párrocos y también a sus vicarios. Estoy muy consciente, porque los conozco, de las dificultades que sufren y esas dificultades van a ir creciendo, viendo los cambios que se están produciendo en la sociedad, que son grandes y tal vez difíciles de conmensurar”, expresó Monseñor.
El Arzobispo agregó que “les agradezco su testimonio, su paciencia y su perseverancia; sé también de sus incomprensiones y también sé de la soledad experimentada, si yo mismo la experimento, con mayor tendrán que experimentarlas ustedes”
Los llamó a “tener la confianza que nuestro ministerio es un regalo y un don de Dios y tenemos que aprender que el Señor nos dé la gracia de nadar contra corriente. Pero nadie, absolutamente nadie, nos va a quitar la alegría de ser sacerdote y de ser párroco y ser conductores de una comunidad que nos busca, porque lo necesita y tenemos la confianza que estamos cimentados en la roca, Jesucristo Nuestro Señor, una roca que se manifiesta como cuerpo de Cristo en la Iglesia que es y estamos llamados a vivir eso y a dar muchos frutos”.
Sostuvo que “hoy día, más que maestros, se necesitan testigos y ser testigos implica un gran desgaste personal, en el cual estamos y debemos estar dispuestos a darlo; ser imitadores de Cristo, pero para imitar a Cristo hay que conocerlo, por eso que es tan fundamental la vida espiritual constante y fecunda”.
