La evangelización del mundo juvenil

Publicado el: 2 Junio, 2011

Muchas veces habremos escuchado la expresión ¡Los jóvenes son el futuro de la Iglesia¡ Se trata de una frase que podría determinar también nuestra actitud frente a ellos en la vida de nuestras comunidades cristianas.

Si los jóvenes son el “futuro”, entonces deberían esperar para tener un espacio, deberían esperar para cuando maduren o deberían esperar para cuando estén lo suficientemente formados. Esta manera de mirar la participación juvenil en nuestras comunidades cristianas podría ir generando más bien su poco compromiso y finalmente su alejamiento.

Si miramos la realidad juvenil a nuestro alrededor podremos descubrir que los jóvenes están deseosos de expresar sus ideas, de ayudar en la promoción social e incluso podríamos interpretar su pasividad frente a determinadas realidades, no como un “no estar ni ahí”, sino más bien como una clara manifestación de su descontento frente a la falta de oportunidades o de líderes que los inspiren. Sabemos muy bien que la pérdida de los ideales y valores, la crisis de la autoridad y de los absolutos responde más bien a una expresión concreta del relativismo postmoderno y claramente esa manera de enfrentar la vida no se reduce a los ambientes juveniles.

Al escuchar a los jóvenes uno puede percibir el gozo y la alegría que experimentan cuando no se les deja “para mañana”, experimentan  plenitud cuando se les toma en cuenta y se les confían grandes desafíos, saben responder con seriedad y prontitud cuando las exigencias lo ameritan, así quedó demostrado cuando ellos fueron capaces de salir de su propio dolor y precariedad para ayudar a muchos otros después del terremoto del 27f. Fueron los primeros. Así también, como una muestra de esto,  recibimos con profundo gozo en la Pascua de este año, la carta que los jóvenes de la coordinación arquidiocesana de Concepción publicaron para animar a sus pares frente a los momentos difíciles que vive la Iglesia poniendo nuestra esperanza en Cristo resucitado. Han sido también los primeros en redactar un documento oficial de apoyo y fidelidad a la Iglesia.

La Iglesia nos está invitando a abrir las puertas para los jóvenes y nos lo ha dicho de una manera muy concreta en Aparecida: “Los jóvenes y adolescentes representan un enorme potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblo, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los Jóvenes son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser ‘Centinelas del mañana’, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del plan de Dios. No temen al sacrificio y la entrega de la propia vida, pero si una vida sin sentido” (DA  443).

Si pusiéramos en práctica esta invitación de la Iglesia tendríamos que mirar a los jóvenes no sólo como un proyecto a largo a plazo, sino como un “enorme potencial” para el presente de la Iglesia. Cuántos testimonios valiosísimos podemos encontrar en nuestras parroquias de jóvenes que hoy están llevando a cabo un servicio excepcional en la catequesis, en las misiones rurales, en la educación de la fe e incluso asumiendo ministerios laicales. Cuando se les permite ser protagonistas, cuando se les acompaña, cuando se les invita a formar comunidad y cuando se les propone un itinerario claro de maduración de la fe, cuando se comienza una comunidad juvenil teniendo claro el objetivo final que es el encuentro con Cristo y cuando no se descuida ni la formación, ni la liturgia, ni el servicio, ni la vida comunitaria,  podemos estar seguros de que habrán frutos valiosos.

¿Qué frutos buscamos?

Uno de los frutos más hermosos de un proceso de maduración de la fe en la pastoral juvenil es descubrir  la propia vocación. Quisiera compartirles algunos testimonios de jóvenes que habiendo pasado por las comunidades juveniles de nuestras parroquias y habiendo encontrado en ellas un acompañamiento adecuado pudieron responder con generosidad a lo que le Señor les mostraba.

Silvana ha ingresado hace poco más de un mes al Monasterio de las Carmelitas Descalzas, fue coordinadora de su comunidad juvenil y misionera rural.

Mi experiencia de Pastoral Juvenil tiene una importancia fundamental en mi vida de fe.  Los grupos en los que he participado, las actividades que se han realizado, los sacerdotes que han estado junto a nosotros y los amigos que el Señor me ha regalado  me han mostrado a jóvenes realmente enamorados de Cristo, comprometidos e involucrados por la causa de Dios, en muchos de ellos descubrí el rostro concreto de Cristo enseñándome, acompañándome, compartiendo alegrías y sufrimientos, caminando juntos en este camino de amor y con los más cercanos discerniendo seriamente nuestros proyectos  y la vocación que el Señor ha pensado para nosotros” (Silvana Aranda)

Felipe se prepara para ser sacerdote. Fue coordinador de pastoral juvenil en el decanato Concepción. Por eso hoy anima a los jóvenes a no desaprovechar su paso por las comunidades juveniles.

Durante mucho tiempo pude  participar en los consejos de pastoral juvenil en la parroquia, en el decanato y a nivel arquidiocesano. Por esa razón animo a los jóvenes que hoy participan en pastoral juvenil a preguntarse ¿qué quiere Dios para mí vida?, ¿cómo le respondo?” (Felipe Aguayo)

Paula es actualmente parte del equipo arquidiocesano de pastoral juvenil y nos cuenta de esta manera como su paso por la pastoral juvenil ha marcado su vida matrimonial.

Hace 4 años que participo en el DPJ de la arquidiócesis. Cuando ingresé estaba soltera y hoy me encuentro felizmente casada con un Hombre maravilloso que Dios me regalo. Durante estos años el discernimiento en la pastoral juvenil ha sido  fundamental; quizás pude haber convivido antes con él, pero aprendí el valor del matrimonio. Quiero trabajar día a día para formar una familia con esperanza y  fidelidad al proyecto que Dios creador tiene para nosotros” (Paula Vidal).

La pedagogía de Jesús:  Emaús (Lc 24, 13 – 35)

En la Palabra de Dios podemos encontrar numerosos testimonios de cómo el Señor se acerca a las personas sin violentar su realidad, lo que hace Jesús, por ejemplo, con los discípulos de Emaús, es ponerse al lado para escuchar, no se da a conocer como el Señor desde el primer momento, acompaña, pregunta y luego explica las escrituras, más tarde hace ademán de pasar de largo y cuando brota del corazón de sus interlocutores el deseo de permanecer, entonces los acompaña y se revela.

Revitalización de la Pastoral Juvenil

Un verdadero plan de revitalización de la pastoral juvenil no puede sino brotar desde la pedagogía del evangelio. El año pasado, con el congreso latinoamericano de jóvenes en Venezuela, se dio el impulso a este proyecto, que en el contexto de la Misión Continental adquiere una fuerza especial, sobre todo este año en que los jóvenes, y especialmente los jóvenes en situación de vulnerabilidad,  son uno de los grupos prioritarios de la acción pastoral y misionera.

Se nos invita, por lo tanto a vivir un tiempo privilegiado de apertura a los jóvenes y para eso estamos llamados a vivir de manera eficaz “una conversión personal, pastoral y eclesial, dejando de lado las estructura caducas que puedan obstaculizar el anuncio de Cristo más que facilitarlo” (cf. DA 365). Es un tiempo en que nos disponemos a escuchar a los jóvenes con respeto, a valorar las expresiones de Vida que hay en sus proyectos y a acompañarlos para que descubran que esa sed de plenitud sólo puede ser saciada por Jesús, el único Señor.

En estas breves líneas está expresado el espíritu del proyecto misionero juvenil para el año 2012 que tiene como lema “Para que los jóvenes tengan en Jesús Vida abundante” y que comenzará con el congreso nacional de jóvenes en Concepción a fines de enero del próximo año. Ya desde Pentecostés de este año comenzará el proceso de sensibilización en todo el país.

Acompañar especialmente a los jóvenes vulnerables

Paralelamente al proceso revitalizador de la pastoral juvenil en muchas parroquias de nuestra arquidiócesis se están llevando a cabo proyectos de acompañamiento a jóvenes en situación de vulnerabilidad en el marco de la misión que se ha denominado “Tú eres mi hermano”. Con los fondos de la cuaresma los mismos jóvenes han podido llevar la buena noticia de la esperanza a otros jóvenes que han sufrido.

Pbro. Nino San Martín, Departamento Pastoral Juvenil

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La evangelización del mundo juvenil

Muchas veces habremos escuchado la expresión ¡Los jóvenes son el futuro de la Iglesia¡ Se trata de una frase que podría determinar también nuestra actitud frente a ellos en la vida de nuestras comunidades cristianas.

Si los jóvenes son el “futuro”, entonces deberían esperar para tener un espacio, deberían esperar para cuando maduren o deberían esperar para cuando estén lo suficientemente formados. Esta manera de mirar la participación juvenil en nuestras comunidades cristianas podría ir generando más bien su poco compromiso y finalmente su alejamiento.

Si miramos la realidad juvenil a nuestro alrededor podremos descubrir que los jóvenes están deseosos de expresar sus ideas, de ayudar en la promoción social e incluso podríamos interpretar su pasividad frente a determinadas realidades, no como un “no estar ni ahí”, sino más bien como una clara manifestación de su descontento frente a la falta de oportunidades o de líderes que los inspiren. Sabemos muy bien que la pérdida de los ideales y valores, la crisis de la autoridad y de los absolutos responde más bien a una expresión concreta del relativismo postmoderno y claramente esa manera de enfrentar la vida no se reduce a los ambientes juveniles.

Al escuchar a los jóvenes uno puede percibir el gozo y la alegría que experimentan cuando no se les deja “para mañana”, experimentan  plenitud cuando se les toma en cuenta y se les confían grandes desafíos, saben responder con seriedad y prontitud cuando las exigencias lo ameritan, así quedó demostrado cuando ellos fueron capaces de salir de su propio dolor y precariedad para ayudar a muchos otros después del terremoto del 27f. Fueron los primeros. Así también, como una muestra de esto,  recibimos con profundo gozo en la Pascua de este año, la carta que los jóvenes de la coordinación arquidiocesana de Concepción publicaron para animar a sus pares frente a los momentos difíciles que vive la Iglesia poniendo nuestra esperanza en Cristo resucitado. Han sido también los primeros en redactar un documento oficial de apoyo y fidelidad a la Iglesia.

La Iglesia nos está invitando a abrir las puertas para los jóvenes y nos lo ha dicho de una manera muy concreta en Aparecida: “Los jóvenes y adolescentes representan un enorme potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblo, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los Jóvenes son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser ‘Centinelas del mañana’, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del plan de Dios. No temen al sacrificio y la entrega de la propia vida, pero si una vida sin sentido” (DA  443).

Si pusiéramos en práctica esta invitación de la Iglesia tendríamos que mirar a los jóvenes no sólo como un proyecto a largo a plazo, sino como un “enorme potencial” para el presente de la Iglesia. Cuántos testimonios valiosísimos podemos encontrar en nuestras parroquias de jóvenes que hoy están llevando a cabo un servicio excepcional en la catequesis, en las misiones rurales, en la educación de la fe e incluso asumiendo ministerios laicales. Cuando se les permite ser protagonistas, cuando se les acompaña, cuando se les invita a formar comunidad y cuando se les propone un itinerario claro de maduración de la fe, cuando se comienza una comunidad juvenil teniendo claro el objetivo final que es el encuentro con Cristo y cuando no se descuida ni la formación, ni la liturgia, ni el servicio, ni la vida comunitaria,  podemos estar seguros de que habrán frutos valiosos.

¿Qué frutos buscamos?

Uno de los frutos más hermosos de un proceso de maduración de la fe en la pastoral juvenil es descubrir  la propia vocación. Quisiera compartirles algunos testimonios de jóvenes que habiendo pasado por las comunidades juveniles de nuestras parroquias y habiendo encontrado en ellas un acompañamiento adecuado pudieron responder con generosidad a lo que le Señor les mostraba.

Silvana ha ingresado hace poco más de un mes al Monasterio de las Carmelitas Descalzas, fue coordinadora de su comunidad juvenil y misionera rural.

Mi experiencia de Pastoral Juvenil tiene una importancia fundamental en mi vida de fe.  Los grupos en los que he participado, las actividades que se han realizado, los sacerdotes que han estado junto a nosotros y los amigos que el Señor me ha regalado  me han mostrado a jóvenes realmente enamorados de Cristo, comprometidos e involucrados por la causa de Dios, en muchos de ellos descubrí el rostro concreto de Cristo enseñándome, acompañándome, compartiendo alegrías y sufrimientos, caminando juntos en este camino de amor y con los más cercanos discerniendo seriamente nuestros proyectos  y la vocación que el Señor ha pensado para nosotros” (Silvana Aranda)

Felipe se prepara para ser sacerdote. Fue coordinador de pastoral juvenil en el decanato Concepción. Por eso hoy anima a los jóvenes a no desaprovechar su paso por las comunidades juveniles.

Durante mucho tiempo pude  participar en los consejos de pastoral juvenil en la parroquia, en el decanato y a nivel arquidiocesano. Por esa razón animo a los jóvenes que hoy participan en pastoral juvenil a preguntarse ¿qué quiere Dios para mí vida?, ¿cómo le respondo?” (Felipe Aguayo)

Paula es actualmente parte del equipo arquidiocesano de pastoral juvenil y nos cuenta de esta manera como su paso por la pastoral juvenil ha marcado su vida matrimonial.

Hace 4 años que participo en el DPJ de la arquidiócesis. Cuando ingresé estaba soltera y hoy me encuentro felizmente casada con un Hombre maravilloso que Dios me regalo. Durante estos años el discernimiento en la pastoral juvenil ha sido  fundamental; quizás pude haber convivido antes con él, pero aprendí el valor del matrimonio. Quiero trabajar día a día para formar una familia con esperanza y  fidelidad al proyecto que Dios creador tiene para nosotros” (Paula Vidal).

La pedagogía de Jesús:  Emaús (Lc 24, 13 – 35)

En la Palabra de Dios podemos encontrar numerosos testimonios de cómo el Señor se acerca a las personas sin violentar su realidad, lo que hace Jesús, por ejemplo, con los discípulos de Emaús, es ponerse al lado para escuchar, no se da a conocer como el Señor desde el primer momento, acompaña, pregunta y luego explica las escrituras, más tarde hace ademán de pasar de largo y cuando brota del corazón de sus interlocutores el deseo de permanecer, entonces los acompaña y se revela.

Revitalización de la Pastoral Juvenil

Un verdadero plan de revitalización de la pastoral juvenil no puede sino brotar desde la pedagogía del evangelio. El año pasado, con el congreso latinoamericano de jóvenes en Venezuela, se dio el impulso a este proyecto, que en el contexto de la Misión Continental adquiere una fuerza especial, sobre todo este año en que los jóvenes, y especialmente los jóvenes en situación de vulnerabilidad,  son uno de los grupos prioritarios de la acción pastoral y misionera.

Se nos invita, por lo tanto a vivir un tiempo privilegiado de apertura a los jóvenes y para eso estamos llamados a vivir de manera eficaz “una conversión personal, pastoral y eclesial, dejando de lado las estructura caducas que puedan obstaculizar el anuncio de Cristo más que facilitarlo” (cf. DA 365). Es un tiempo en que nos disponemos a escuchar a los jóvenes con respeto, a valorar las expresiones de Vida que hay en sus proyectos y a acompañarlos para que descubran que esa sed de plenitud sólo puede ser saciada por Jesús, el único Señor.

En estas breves líneas está expresado el espíritu del proyecto misionero juvenil para el año 2012 que tiene como lema “Para que los jóvenes tengan en Jesús Vida abundante” y que comenzará con el congreso nacional de jóvenes en Concepción a fines de enero del próximo año. Ya desde Pentecostés de este año comenzará el proceso de sensibilización en todo el país.

Acompañar especialmente a los jóvenes vulnerables

Paralelamente al proceso revitalizador de la pastoral juvenil en muchas parroquias de nuestra arquidiócesis se están llevando a cabo proyectos de acompañamiento a jóvenes en situación de vulnerabilidad en el marco de la misión que se ha denominado “Tú eres mi hermano”. Con los fondos de la cuaresma los mismos jóvenes han podido llevar la buena noticia de la esperanza a otros jóvenes que han sufrido.

Pbro. Nino San Martín, Departamento Pastoral Juvenil

Publicado el: 2 Junio, 2011
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