María Munita Necochea: “Si me quito una arruga quitaría parte de alguna experiencia de mi vida”

Publicado el: 28 Septiembre, 2011

A sus 67 años de edad esta abuela de un niño de casi tres años de edad, llamado Juan José, está casada con Héctor Alveal hace 44 años, con quien tiene tres hijos Giselle (35) que ya está casada, Héctor (29) y Mauricio quien murió a los 18 años producto de un accidente. El año 2000 María Isabel quiso retomar su fe y de ahí no ha parado, es así como hoy distribuye su tiempo entre su familia, el trabajo y la Iglesia.

Participa activamente en el Apostolado de la Divina Misericordia, lo cual le ha permitido estar por estos días en una peregrinación por Polonia, Roma y Tierra Santa. También es ministro extraordinario de la comunión en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, visitando todas las semanas la UCI de adultos y pedriática del Sanatorio Alemán, siendo testigo de muchos milagros que Dios ha hecho en la vida de las personas como también en la suya.

 

¿Qué recuerdos tiene de su niñez que le hayan marcado más?

Me han marcado mi abuela y abuelo materno, con quienes viví un tiempo, transformándose en un gran apoyo para mí, porque mis padres se separaron cuando tenía 8 años. También recuerdo cuando nacieron mis hermanos Rodrigo y Loreto con quienes somos muy unidos y nos queremos mucho.

 

Viví en Concepción por dos años, donde estudié en el Colegio del Sagrado Corazón. Después me fui a Santiago y entré al colegio de la misma congregación, donde me encontré con dos monjitas que ya había conocido. Luego nos fuimos a Estados Unidos con mi padre, donde nos llegó a visitar nuestra abuela paterna con quien compartí seis meses un tiempo maravilloso. Después volvimos a Chile a vivir en Santiago.

 

¿Qué añora del pasado de Chile que hoy ya no esté presente?

Lo que se relaciona con el valor de la familia. Como abuela quisiera que mi nieto también creciera valorizando a su familia. Tenemos un hijo de 29 años que aún no se ha casado y vive con nosotros, estamos felices porque para él aún pesa el valor de la familia, lo que no quita que él sea independiente en sus decisiones. Hoy en día ya no se ve eso, no existe esa preocupación por los hijos, sino que se está dando mucho eso de ser padres solteros. Veo como la falta de valores en la familia va destruyendo las bases. Hace un tiempo que empezó la moda de que la mamá pasó a ser la amiga de sus hijos, antes esto no era así, desde pequeños crecimos con la certeza de que la mamá es la mamá. Antes se respetaban las arrugas de los mayores, hoy muchos quieren quitárselas, negando el paso del tiempo, personalmente pienso que si me quito una arruga quitaría parte de alguna experiencia de mi vida, no puedo borrarme los años con una cirugía.

 

Según  su parecer ¿Qué percepción tenían las personas de la Iglesia?

La gente era más respetuosa, no se refería con malas palabras hacia los sacerdotes. Si bien en la actualidad se han sabido situaciones inaceptables, lo cual quizás antes también pasaban, pero si se llegaban a saber había un criterio mucho más maduro, donde ante un caso en específico no se involucraba a todos los sacerdotes. Antes las personas estaban más en comunión con lo que decía la Iglesia en torno a la vida, oponiéndose al aborto o a la unión entre dos personas del mismo sexo.

 

¿Por qué cree que pasa esto?

Porque la gente lleva una vida más disipada, donde los medios de comunicación han tenido mucho que ver en este comportamiento, presentando programas que despiertan todos los sentidos, dando riendas sueltas a todas las pasiones terrenales. Hoy todo es permitido en pos de la libertad, es así como quien no quiere tener hijos va a una farmacia y compra pastillas anticonceptivas o consigue la píldora del día después, cayendo en el engaño de que todas estas cosas ayudan a fortalecer a la mujer.

 

¿Cómo era la vida familiar hace unos 50 años atrás?

Había más vida familiar, nos visitábamos con los abuelos, los tíos. Antes los hijos cuidaban a sus padres cuando ellos se enfermaban, no los enviaban a un asilo como ocurre hoy. El domingo se empezaba yendo a Misa con nuestro mejor traje, podía ser algo sencillo, pero nos vestían con lo mejor que tuviéramos. La abuelita nos enseñaba a rezar el rosario, habían signos e imágenes de la Virgen o del Sagrado Corazón en todas las casas, esto nos hacía siempre acordarnos de que Dios y su Madre estaban siempre presentes en nuestra vida.

 

¿Qué mensaje les daría a aquellas familias que se están formando?

Que se casen por la Iglesia y reciban la bendición de Dios en esta unión que han deseado. A veces esto se hace muy difícil cuando alguno de los dos o ambos ya no van a la Iglesia, pero es ahí donde se hace importante la palabra de los padres o de un amigo. Otra cosa muy importante es traspasar la fe a los hijos desde que son pequeños y hablarles a luz de la fe pidiendo a Dios todos los días por ellos.

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