Misa en memoria de Sor Claudia Peña y Lillo

Publicado el: 28 Marzo, 2019

En la madrugada del miércoles 27 de marzo, falleció sor Claudia Peña y Lillo, religiosa de la Congregación de Las Hermanas Paulinas y sus funerales se realizaron este jueves, después de una Misa de despedida, en Santiago.

En Concepción, a las 19:00 horas de hoy jueves 28 de marzo, se celebrará una Misa, en su memoria, en la parroquia San Agustín.

Biografía

Nacida en Talagante (Santiago de Chile) el 22 de junio de 1946. Hna. Claudia entró en congregación en la casa de Santiago La Florida (Chile), el 28 de febrero de 1965. Después de algunos años de formación y el noviciado, vivido en la casa de Santiago, el 30 de junio de 1968, emitió la primera profesión. Ella misma narraba que, desde el inicio había manifestado un gran interés por la vocación y acogiendo su sensibilidad, las superioras pronto la orientaron a tareas formativas: la elección de los estudios y las diversas experiencias apostólicas, fueron orientadas en esta área. Desarrolló por un año un servicio de animación en el campo de la comunicación social, en oficinas diocesanas de Santiago. Luego, con gran pasión, se dedicó a la pastoral vocacional, ministerio para el cual también se preparó frecuentando un curso en la Universidad Católica de Chile.

Muy pronto, le confiaron la formación de las postulantes en la comunidad de Santiago, mientras desarrollaba el servicio de consejera y secretaria de la delegación. En 1981, fue enviada a Italia para prepararse de manera calificada, en la tarea de formadora: participó en un curso organizado por el USMI y en el mes internacional de formación, en Alba; luego frecuentó, como estudiante ordinaria, el Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana, obteniendo la licencia. Concluyó este largo tiempo formativo, participando junto a las hermanas de todos los continentes, en el curso de nueve meses organizado en Torvaianica, para las maestras de noviciado, ofreciendo también su propia colaboración en el acompañamiento. Hna. Claudia estaba muy agradecida de esta experiencia, porque le había permitido una visión universal de la congregación, junto al gusto por la profundización de los valores carismáticos. Ella misma testimoniaba que, por cinco años consecutivos, había leído y escuchado sólo meditaciones de P. Alberione y de Maestra Tecla.

A su regreso a Chile, en el año 1986, se dedicó a la formación de las novicias, de las junioras y de las postulantes, mientras desarrollaba el servicio de superiora de la comunidad de Santiago. Fue muy intenso también su aporte a la vida de la propia circunscripción: en Concepción, desarrolló el servicio de superiora, junto a tareas de animación en la comunicación, en el Departamento de Comunicaciones del Arzobispado.

En el año 2002, fue nombrada consejera para el ámbito apostólico y vicaria, tareas que le fueron reconfirmadas por dos mandatos consecutivos. Enseguida fue nombrada directora de Editorial “Paulinas”, encargada de la coordinación del Centro de comunicación social y de la OTEC, un organismo aprobado por el gobierno de Chile, para ofrecer servicios de formación a público religioso y laico. También tuvo la posibilidad de obtener el magister en Comunicación en la Universidad Diego Portales de Chile.

Como miembro del Consejo consultivo de la Vicaria del clero y del equipo de prevención de los abusos de la Conferencia de religiosos de Chile, desarrolló un servicio de acompañamiento psicológico, ofreciendo también cursos de formación para laicos y personas consagradas. Fruto de la propia reflexión y experiencia, escribió el libro: “Por una cultura de la prevención del abuso de menores”. En abril de 2015, fue invitada también como relatora al Congreso Internacional sobre formación, organizado en Roma por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Con gusto ponía a disposición sus conocimientos y competencias, especialmente en el ámbito formativo.

Si bien su salud, iba empeorando a causa de una fibrosis pulmonar, seguía ejerciendo el acompañamiento terapéutico a diversas personas y la asistencia a una hermana, particularmente necesitada. En el pasado mes de diciembre, se agravó de improviso, a causa de una hemorragia interna que había invadido también las partes vitales de su organismo, logrando superar la crisis. La enfermedad, ahora volvió con mayor fuerza, conduciéndola al encuentro con su Señor. Con mucha gratitud la confiamos a los brazos del Padre bueno, para que imprima para siempre en su vida, las características del Hijo. Pedimos su intercesión para que el mundo se despierte a la santidad y la Iglesia, en sus ministros y pastores, sea cada vez más auténtica, luminosa, transparente y gozosa.

 

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