El Papa Francisco ha tomado decisiones que marcan un camino nuevo en la forma de ser Iglesia. Ha llamado a terminar con el clericalismo, a avanzar en la participación real de los laicos en la vida eclesial, y romper la cultura del silencio. También ha dado señales importantes con la dimisión del estado clerical a un cardenal, a algunos obispos y a varios sacerdotes, junto con la aceptación de la renuncia a obispos y sacerdotes.
Con la realización de esta reunión en el Vaticano para tratar el grave delito de los abusos sexuales, de poder y de conciencia, en la que convocó a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, a los superiores de congregaciones y a algunas víctimas de estos hechos criminales, hace ver que, como sucesor de Pedro, está absolutamente decidido a dar un giro en el modo como se solían tratar estos dolorosos hechos.
Su ruta es el camino de la verdad, la justicia y la reparación; así como distinguir con claridad entre un pecado, para el cual siempre hay espacio para el arrepentimiento y la misericordia, y un delito, que ha de ser denunciado, investigado, enjuiciado y sentenciado, tanto por la ley civil como canónica; y de procurar y promover protocolos que han de cumplirse.
Además, este escenario, exige que la selección de los postulantes al seminario o a una comunidad religiosa, el proceso formativo y el acompañamiento durante la vida sacerdotal sean más prolijos. Terminar con los abusos es tarea de todos, así como generar espacios sanos y seguros para todas las personas al interior de la Iglesia, y de la sociedad.
Repetimos con fuerza que no hay espacio en la vida consagrada para los abusadores y que seguiremos adelante con el proceso trazado por Francisco. Solo así volveremos a ser luz en medio de la oscuridad, de esperanza en medio de la desesperanza, testimonio de fe en Jesucristo en medio de la incredulidad y de caridad en medio de tanto individualismo.
El ejemplo del Papa es un modelo a seguir en todas las instituciones que se han visto envueltas en situaciones de abusos. Solo la verdad nos hará libres y nos permitirá seguir adelante. Invito a los católicos a que se hagan parte de este proceso que nos permitirá hacer brillar la luz de Cristo, que nos muestra quiénes somos, hacia dónde vamos y el sentido último de nuestra existencia.
