Monseñor Fernando Chomali animó a tener una vida de oración

Publicado el: 19 Abril, 2019

Recordando a un  teólogo suizo, que decía que quien no reza no tiene nada que decirle al mundo, monseñor Fernando Chomali abrió su reflexión, en el retiro de poco más de una hora y media,  el Viernes Santo, en la catedral. Efectivamente, inició su retiro con el rezo de un Ave María.

Animó a las numerosas personas que llegaron al templo, pese al amenazante día de lluvia,  que “creo que el mejor servicio que le podemos prestar a la humanidad es ser hombres y mujeres de oración.  Que se note que todo lo que hacemos y decimos está impregnado de una profunda vida de oración. Doy gracias a Dios por cada uno, por estar aquí, para estar conectados en lo más relevante que es la palabra de Dios. Es la manifestación visible de lo que Dios quiso decir”.

Durante el retiro, el Arzobispo leyó algunos textos para comprender el gran misterio de amor. “Si logramos,  después de Semana Santa, decir como san Pablo, que Dios me amó y se entregó por mí y nuestra vida va a cambiar. Si logramos tener internalizado que nada nos va a separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, tendremos otra vida. Una vida según el querer de Dios y no según nuestro querer”.

Comenzó con la lectura del texto de la unción de Betania. Para posteriormente recalcar que “que es muy importante el discernimiento espiritual, porque muchas veces podemos tener intenciones ocultas, podemos ayudar a los pobres para que nos vean y digan que buenos somos. Cuidado. Se está pensando en sus propios intereses, para provecho propio, en el compromiso con los pobres”.

Hizo notar que “el amor de Jesús es absolutamente desinteresado, porque Él se desprende de todo, se desprende de su divinidad; se despoja de todo y muere como un delincuente. La cruz de Jesús purifica y encamina a todo amor”, recordando que también ocurre de una madre que se entrega absolutamente por sus hijos.

En otro acápite, Monseñor sostuvo que “he visto con gran dolor que en los colegios quieren hacer desaparecer las clases de religión; quieren hacer desaparecer que hablemos de Dios. Vimos, con el terrible incendio  de la catedral de Notre Dame, en París, que todos hacían alusión a la obra artística; hacían alusión al museo, a la aguja, pero mucho menos alusión que, en ese lugar, se celebraba la eucaristía y menos alusión de todas las celebraciones que se hicieron, que era el corazón de la vida de fe de Francia”.

Finalmente, subrayó que “seremos creíbles en la medida que lavemos los pies los unos a los otros y estemos siempre dispuestos al servicio”, concluyendo con el rezo del Ave María y agradeciendo a quienes asistieron ““por querer tener mayor profundidad en lo que se cree y confiar en que tenemos un gran tesoro de la fe que profesamos”.

 

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