Nuevo presbítero en Concepción animó a los jóvenes a seguir el sacerdocio

Publicado el: 8 Diciembre, 2011

“Señor, en tus manos pongo mi vida : con estas palabras comienzo a ser vida este regalo que he recibido de modo absolutamente inmerecido de Dios y a la vez, son también mi gran gracias al Señor y a todos quienes me han acompañado en este proceso de mi vida”. Así lo expresó el recién ordenado presbítero, César Bello, al concluir la celebración en la catedral de Concepción.

La acción fue presidida por monseñor Fernando Chomali y concelebrada por monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar y gran parte del  clero de la arquidiócesis. En el rito de ordenación, el momento central fue la imposición de manos de Monseñor Chomali sobre la cabeza del ordenando. Luego, el presbítero Mauricio Aguayo, párroco de la parroquia Sagrada Familia y vicario de la Pastoral y el padre Jorge Delpiano, revistieron al nuevo sacerdote, el que fue presentado a los numerosos asistentes, que coparon el templo catedral. La respuesta fue espontánea: fuertes y prolongados aplausos acogieron al nuevo presbítero,  en medio de la emoción de los padres de César y su familia.

Monseñor Chomali inició su homilía señalando que “Dios ha estado grande con nosotros. Él ,  a través de los familiares de César, a través de sus amigos, de los sacerdotes, de los formadores, de los arzobispos y obispos  que lo han conocido, se ha manifestado en toda su gloria, y, después de una larga formación es ordenado sacerdote”.

Agregó que “Dios ha estado grande con nosotros porque este momento es un momento de gozo, de alegría y de esperanza. Dios ha tomado, en su infinita misericordia, a un joven, entre sus manos, y lo  convierte hoy en un hombre de Dios, en un  discípulo de Jesucristo, configurado con Él para que actúe en su nombre, entregando la realidad invisible de Dios que se hace visible en los sacramentos para la salvación del mundo”.

“Cada celebración que realice César es salvifica y nos trae lo que mas necesitamos, nos trae vida nueva; nos trae la santificación y nos da nuevas  esperanzas. Es allí donde el sacerdote encuentra su razón de ser, donde encuentra su razón para vivir  y para esperar, dar  vida, vida en abundancia, la vida que viene de Dios”, enfatizó.

“César, se te confía una gran responsabilidad. No en  virtud de tus méritos, sino en virtud de la misericordia de Dios. Te debes a las personas, a los creyentes para alimentarlos en la fe profesada, para hacerlos crecer en las virtudes humanas y en las virtudes teológicas de la fe, esperanza y caridad”, añadió.

Monseñor pidió que “no olvides que ser sacerdote es ser misionero por naturaleza y te invito a que seas el hombre que va de casa en casa, de corazón en corazón, de pueblo en pueblo anunciando lo único que importa, que Jesucristo ha resucitado y nosotros resucitaremos con Él (…) Has de ser  un hombre misericordioso y compasivo porque la misericordia y la compasión es el modo cómo podemos reflejar el infinito amor de Dios y para ello, tendrás que configurarte, cada vez más, durante todos los días, en su modo de pensar, de actuar y de ser. El sacerdote es el  ministro por excelencia de la misericordia; es el hombre con Cristo que al igual que Él, no hace  excepción de personas, se entrega entero porque ve en cada ser humano, especialmente, si es pobre, adolorido y sufrido, al mismo Jesús sufriente y para ello tendrás que educar una nueva mirada, una mirada  teológica para comprender la realidad del hombre, que es fascinante, misteriosa y  por cierto, compleja”.

Le manifestó, además, que “el sacerdocio es un gran regalo, no son tus cualidades, que por cierto  las tienes, las que te hacen sacerdote, es en primer lugar, el amor de Dios  que te miró cómo eres y quiso tomarte para ser de ti un consagrado; nunca olvides que al igual que nosotros, llevamos un tesoro en vasijas de barro, por lo tanto, sólo tenemos que vanagloriarnos de Jesucristo salvador”.

“Estamos alegres, es la verdad. Hoy es un día de fiesta, porque César, sin lugar a dudas, ha sido generoso como han sido sus padres y su familia, todos  quienes han tejido con César esta historia de amor, que el ha tenido con Dios. Estamos felices porque a pesar de todo lo que nos muestra la TV hay jóvenes que están dispuestos a dar la vida y que quieren consagrarse a Dios y a los hombres.  Este es un motivo de acción de gracias, es un motivo de esperanza, por ti y  todo lo que nos va a presentar en la Iglesia, que siempre esta renovada por el Espíritu Santo. Hoy, necesitamos testigos, más que maestros. Ayúdenos a ser  testigos del Evangelio y a ser buenos pastores, a ser maestros de la palabra, sencillos, a ser hermanos. Estos atributos es posible vivirlos si tenemos cada uno de nosotros un encuentro con el Dios vivo en la oración y la eucaristía, donde encontrarás la fuente de tu vida”, afirmó Monseñor.

César agradeció profundamente, al final de la celebración y en medio de aplausos, a sus padres, haciendo notar que fue su padre Osvaldo quien lo animó a formarse para el sacerdocio; agradeció a su madre y hermanos y a toda su familia, pero también manifestó su gratitud a quienes lo han apoyado y acompañado en su camino pastoral, realizado en la parroquia  San Juan de Mata, parroquia San José de Curanilahue, capilla San José Obrero de Chiguayante, parroquia Sagrada Familia y a la parroquia de origen, La Purísima de Lirquén, en la que se transforma en el primer joven consagrado sacerdote. Especial gratitud tuvo para los Arzobispos monseñor Antonio Moreno, monseñor Ricardo Ezzati y monseñor Fernando Chomali como también para monseñor Pedro Ossandón y a todos los sacerdotes, diáconos, seminaristas y formadores.

 Fue oportunidad también para que César expresara: “decirle a los jóvenes, no sólo de palabras, sino con este hecho en concreto que es la consagración al Señor  en el sacerdocio, quien pone su vida en manos de Dios, nunca queda defraudado. Los que tengan inquietudes, láncense”.  

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