Pese al mal tiempo jóvenes peregrinos llegaron entusiastas a Yumbel

Publicado el: 11 Noviembre, 2018

La intensa lluvia que cayó en las primeras horas del sábado, no amilanó en ningún sentido a los jóvenes que peregrinaron desde la localidad de Monteáguila al santuario san Sebastián de Yumbel, en lo que fue la Peregrinación Juvenil número 35.

Si bien al comienzo hubo dudas, la fortaleza de los jóvenes peregrinos fue mayor y con enorme alegría, la peregrinación se concretó. Los jóvenes fueron acompañados por nuestro arzobispo, monseñor Fernando Chomali, varios sacerdotes, diáconos permanentes y seminaristas. En el trayecto, hubo algunas estaciones que animaron a los caminantes, quienes cantaron y oración con mucha fe hasta alcanzar el objetivo.

En el templo del santuario, en Yumbel, los jóvenes asistieron a la celebración de la eucaristía que presidió Monseñor Chomali, iniciando su homilía con agradecimientos a los organizadores, a los jóvenes y a varios servicios públicos que colaboraron para lograr la iniciativa.

“Debo reconocer, en lo personal, pese a que hemos vivido momentos difíciles, esto que hemos vivido ha sido un baño de agua, de mucha agua, pero también y sobre todo, un baño de esperanza, un baño donde podemos mirar el futuro con mayor optimismo y seguir trabajando, que es anunciar a Jesucristo Nuestro Señor”, expresó el Arzobispo.

Agregó que “Paulo VI decía en su encíclica Evangelium nuntiandi, que el mejor servicio que podemos prestar a la humanidad es anunciar a Jesucristo. Todos los hechos de corrupción que hemos visto en el país y que nos duele el alma, que a las personas, que han sido formadas en instituciones honorables, les faltó Cristo y como les faltó Cristo, sólo pensaron en ellos mismos y no pensaron en los demás.  Quizás la consecuencia más directa  de  creer en Jesucristo, la más clara, es poner a los demás en primer lugar. Servir y no ser servido y menos servirse de los demás. Lamentablemente es lo que hemos visto. Pero no podemos quedarnos en eso, tenemos que preguntarnos con gran seriedad, qué es lo que tengo que hacer. Y lo que tenemos que hacer es poner primero a los demás que nosotros. Yo con nombre y apellido, para que nunca más en Chile, siga habiendo pobreza, para que nunca más en Chile siga habiendo corrupción y nunca más en Chile sigan habiendo abusos de todo tipo”.

Enfatizó que “esa es la pregunta que nos hace el Señor y, si de verdad queremos conectarnos a Cristo, tenemos que encender nuestra fe  y lo primero que tenemos que hacer es acrecentar nuestra fe y la fe se incrementa con el conocimiento profundo de la palabra de Dios. La Palabra de Dios es una palabra que penetra profundo en nuestros corazones”.

Planteó en su homilía que “es una falacia pensar que la sociedad va a cambiar, que habrá más paz, más justicia, si esperamos que los demás hagan algo. La sociedad cambiará cuando cada uno de nosotros asuma su propia responsabilidad  y en eso tenemos que ayudarnos mutuamente y por eso  es importante la comunidad, porque la comunidad  es un gran termómetro para ver  cómo estamos viviendo nuestra fe  al servicio de los demás”.

Señaló que la peregrinación realizada tuvo una dimensión festiva y comunitaria, “pero tiene un significado mucho más profundo. Nosotros como católicos, como miembros de esta Iglesia concreta, queremos transformar el mundo  y para eso tenemos que transformarnos nosotros mismos  y es una señal muy potente, porque somos muchos, y llegó la hora de empezar a actuar. Quisiera pedirles, porque hay muchos estudiantes de colegios y universidades, es que estudien mucho. La ignorancia es fuente de corrupción; la ignorancia es fuente de ensimismamiento  y nosotros queremos ser hombres y mujeres abiertos al mundo, que es abrirse a Cristo, fortalecernos en la fe, pero también dar un buen espacio a la razón y ser constructores de un mundo que se presenta cada vez más difícil y complejo, pero también es un mundo que se presenta cada vez más desafiante”.

Monseñor concluyó su reflexión manifestando que “Dios quiera que este día  quede en la retina de  nuestro corazón  como un baño  de esperanza, de asumir nuestras propias responsabilidades, pero sobre todo, como un nuevo baño de fe  en Jesucristo, que dio la vida por cada uno de nosotros  y que nos permite decir con toda propiedad, que el Señor me amó y se entregó por mí. El llamado es que nosotros nos entreguemos  en lo que hacemos, hacia los demás, especialmente a los que más necesitan” y animó a los jóvenes a mirar a la Virgen María durante este mes, “para que nuestra Iglesia sea una iglesia más servidora, menos clericalista, menos preocupada del poder, en la medida que estemos llenos de Dios”.

Al concluir la celebración intervino el Pbro. Víctor Álvarez, Vicario de Pastoral de Juventud, para agradecer “a todas las personas que han sido parte de esta peregrinación, que ha significado meses de trabajo. Hoy nos encontramos como un gran cuerpo de la iglesia de Concepción, en este tiempo, en que el Papa Francisco nos llama a ser una Iglesia más sinodal, más profética y más esperanzadora. Quiero animarlos y decirles que la peregrinación no termina aquí, sino que vuelvan a sus lugares, y ver cómo vamos compartiendo esta vida de Dios”.

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