Sandra Hidalgo Pastorini: “Si nosotros estamos bien nuestros hijos también”

Publicado el: 11 Julio, 2011

En medio de su familia y su trabajo transcurre el día a día de esta madre, casada con Felipe Metzner hace 27 años con quien tiene nueve hijos, tres en el cielo, de los cuales dos los perdió durante el embarazo y el mayor Felipe murió hace cuatro años, los demás viven junto a ellos: Nicolás (20), Javier (18), Joaquín (16), Laura (11), Matías (9) y Santiago (6).

Sandra, a quien le brillan los ojos cuando habla de su familia, durante la mañana trabaja como Gerente de Administración y Finanzas de Evita, y en la tarde vuelve a su casa para recibir a sus hijos cuando vuelven del colegio.

¿Cómo es su vida familiar?

Como cualquier otra, adoro a mis hijos que son tan distintos uno del otro, uno es más reservado,  otros son muy extrovertidos, otro que es desordenado, hay algunos a los que nunca debo decirles que estudien y a otros a los que permanentemente tengo que estar preguntándole si estudiaron o tienen prueba.

¿Qué le gusta más, la vida familiar o profesional?

Las dos, me encanta trabajar  siento que no podría estar todo el día en la casa, y como hay una persona que me ayuda a sacar adelante la casa que se llama María, puedo compatibilizar las dos actividades, eso me permite estar con los niños, hacer cosas con ellos, estar en la casa cuando vuelven del colegio, jugar, conversar, sacarlos a pasear, y poder cumplir con mis obligaciones profesionales durante la mañana.

¿Qué hacen como familia?

Los domingos después de ir a Misa estamos todos juntos a la hora del almuerzo, compartimos, conversamos, intentamos que sea un momento que se prolongue para toda la semana, los hijos respetan esa instancia y ese día están en la casa, ya que durante la semana se nos hace muy difícil lograr esto. Es la instancia de compartir todos en familia.

¿Qué es lo que más le gusta de ser esposa y ser madre?

Con mi marido nos llevamos muy bien, nos casamos a los 18 años, con un matrimonio que se formó después de un año de pololeo. En un principio fue muy difícil, porque pesa el ser hija de padres separados, por lo que me casé con la idea de que si no resultaba me separaba, pero mi marido sí se casó con el pensamiento de que era para toda la vida. Vivimos muchas dificultades, en las que mi marido siempre ha sido el fuerte, en el fondo me enseñó a vivir, lo que es el perdón y a respetar.

 

Según su experiencia ¿Qué es lo que hay que cuidar más, el ser esposa o ser madre?

Ser esposa definitivamente, siento esto porque sé que al final con quien compartiré mi vejez, si Dios quiere, es con mi marido. Viví mi infancia con una familia sin la imagen paterna, una madre que dedicó su vida a los hijos, que siempre estuvo a nuestro lado y yo he tratado de compatibilizar las dos cosas, estando primero con mi marido. Siento que si nosotros estamos bien, nuestros hijos también lo van a estar.

¿Esta forma de ver su matrimonio y la crianza de los hijos de dónde la han aprendido?

De la formación en la Iglesia Católica. No tan sólo en la parte espiritual, sino que también a través de charlas en torno a distintos temas que se relacionan con la vida familiar.

¿Tener una familia numerosa ha sido sinónimo de algún comentario?

Sí, en realidad algunas  personas lo asocian con un tema económico, de cómo los vamos a alimentar, educar. Cuando la gente se cuestiona de por qué tenemos tantos hijos, yo les digo que Dios siempre provee, Él ha definido cuántos hijos nos ha dado y todos han sido bienvenidos y queridos.

¿De qué forma enfrenta las adversidades de la vida?

Cuando murió nuestro hijo mayor, sentí tranquilidad, lloré pero sin angustia, sentí que Dios estuvo a mi lado en cada minuto, pudimos leer las lecturas en la Misa de su funeral, lo que para nosotros fue súper importante. Doy gracias a Dios por haberlo tenido. Esta fortaleza no proviene de uno, sino de Dios, porque humanamente la pérdida de un hijo no tiene sentido, pero siento que es lo mejor que le ha pasado, porque tengo la certeza de que está en el cielo. De igual forma cuando nació mi hijo Santiago  con síndrome de Down, sentí que por algo era. He descubierto que el sufrimiento con Dios tiene sentido, y sólo se puede vivir si te acompaña. Si no tuviera a Dios, mi vida habría sido distinta, no habría tenido la familia que tengo, y hoy no me imagino la felicidad de otra forma.

Sandra Hidalgo Pastorini: “Si nosotros estamos bien nuestros hijos también”

En medio de su familia y su trabajo transcurre el día a día de esta madre, casada con Felipe Metzner hace 27 años con quien tiene nueve hijos, tres en el cielo, de los cuales dos los perdió durante el embarazo y el mayor Felipe murió hace cuatro años, los demás viven junto a ellos: Nicolás (20), Javier (18), Joaquín (16), Laura (11), Matías (9) y Santiago (6).

Sandra, a quien le brillan los ojos cuando habla de su familia, durante la mañana trabaja como Gerente de Administración y Finanzas de Evita, y en la tarde vuelve a su casa para recibir a sus hijos cuando vuelven del colegio.

¿Cómo es su vida familiar?

Como cualquier otra, adoro a mis hijos que son tan distintos uno del otro, uno es más reservado,  otros son muy extrovertidos, otro que es desordenado, hay algunos a los que nunca debo decirles que estudien y a otros a los que permanentemente tengo que estar preguntándole si estudiaron o tienen prueba.

¿Qué le gusta más, la vida familiar o profesional?

Las dos, me encanta trabajar  siento que no podría estar todo el día en la casa, y como hay una persona que me ayuda a sacar adelante la casa que se llama María, puedo compatibilizar las dos actividades, eso me permite estar con los niños, hacer cosas con ellos, estar en la casa cuando vuelven del colegio, jugar, conversar, sacarlos a pasear, y poder cumplir con mis obligaciones profesionales durante la mañana.

¿Qué hacen como familia?

Los domingos después de ir a Misa estamos todos juntos a la hora del almuerzo, compartimos, conversamos, intentamos que sea un momento que se prolongue para toda la semana, los hijos respetan esa instancia y ese día están en la casa, ya que durante la semana se nos hace muy difícil lograr esto. Es la instancia de compartir todos en familia.

¿Qué es lo que más le gusta de ser esposa y ser madre?

Con mi marido nos llevamos muy bien, nos casamos a los 18 años, con un matrimonio que se formó después de un año de pololeo. En un principio fue muy difícil, porque pesa el ser hija de padres separados, por lo que me casé con la idea de que si no resultaba me separaba, pero mi marido sí se casó con el pensamiento de que era para toda la vida. Vivimos muchas dificultades, en las que mi marido siempre ha sido el fuerte, en el fondo me enseñó a vivir, lo que es el perdón y a respetar.

 

Según su experiencia ¿Qué es lo que hay que cuidar más, el ser esposa o ser madre?

Ser esposa definitivamente, siento esto porque sé que al final con quien compartiré mi vejez, si Dios quiere, es con mi marido. Viví mi infancia con una familia sin la imagen paterna, una madre que dedicó su vida a los hijos, que siempre estuvo a nuestro lado y yo he tratado de compatibilizar las dos cosas, estando primero con mi marido. Siento que si nosotros estamos bien, nuestros hijos también lo van a estar.

¿Esta forma de ver su matrimonio y la crianza de los hijos de dónde la han aprendido?

De la formación en la Iglesia Católica. No tan sólo en la parte espiritual, sino que también a través de charlas en torno a distintos temas que se relacionan con la vida familiar.

¿Tener una familia numerosa ha sido sinónimo de algún comentario?

Sí, en realidad algunas  personas lo asocian con un tema económico, de cómo los vamos a alimentar, educar. Cuando la gente se cuestiona de por qué tenemos tantos hijos, yo les digo que Dios siempre provee, Él ha definido cuántos hijos nos ha dado y todos han sido bienvenidos y queridos.

¿De qué forma enfrenta las adversidades de la vida?

Cuando murió nuestro hijo mayor, sentí tranquilidad, lloré pero sin angustia, sentí que Dios estuvo a mi lado en cada minuto, pudimos leer las lecturas en la Misa de su funeral, lo que para nosotros fue súper importante. Doy gracias a Dios por haberlo tenido. Esta fortaleza no proviene de uno, sino de Dios, porque humanamente la pérdida de un hijo no tiene sentido, pero siento que es lo mejor que le ha pasado, porque tengo la certeza de que está en el cielo. De igual forma cuando nació mi hijo Santiago  con síndrome de Down, sentí que por algo era. He descubierto que el sufrimiento con Dios tiene sentido, y sólo se puede vivir si te acompaña. Si no tuviera a Dios, mi vida habría sido distinta, no habría tenido la familia que tengo, y hoy no me imagino la felicidad de otra forma.

Publicado el: 11 Julio, 2011
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