Visión cristiana ante el uso de tratamientos anticonceptivos

Publicado el: 29 Septiembre, 2011

El Pbro. Ricardo Rosales realiza una reflexión a la luz de lo que nos invita la Iglesia y cómo dar respuesta con lo que respecta al uso de anticonceptivos.

Me dices que me amas, pero no lo demuestras

Hoy estoy muy contento porque encontré a un joven matrimonio que me comentaron llenos de júbilo: verdaderamente nos amamos. Qué fabuloso es encontrar un corazón que ha aprendido a amar; una alma que valora el inmenso don de Dios al poner en su camino una mujer (o un hombre) para caminar juntos por camino del amor. Y este amor pleno entre un hombre y una mujer se da sólo en el matrimonio. Es en el matrimonio donde caminan juntos por la senda de la felicidad y los lleva a fundirse en un solo cuerpo (acto conyugal). Pero en esta entrega no debe faltar el ingrediente fundamental que los une y este es el amor, amor que los hace ser una sola carne (Mt.19,6).

Qué grandeza de corazón cuando el esposo(a) le dice con las palabras y con los actos: “porque te amo te respeto, busco lo mejor para ti, jamás haría algo que te perjudicara…” Sabes que te amo totalmente y tal como eres, te amo con tus cualidades, te amo a pesar de tus defectos. Y porque eres la persona de mi vida también te amo en tus momentos de fecundidad o cuando no lo eres. Ese amor que nos hace abrirnos a la vida y que del fruto de este amor, bendecido por Dios, puede nacer un nuevo ser. Nunca olvidemos los aspectos o elementos indispensables en el acto conyugal, que son: unitivo y procreativo (La Humanae Vitae de Pablo VI, XI-XIII).

Quitemos las barreras que no te dejan amar. Que el miedo, o la pasión desenfrenada que destierra  todo respeto al prójimo, o la presión del mundo que llevan a tantas personas a usar métodos anticonceptivos con un sinfín de razones donde el egoísmo está detrás de casi todas ellas, en el fondo es falta de amor. Llena tu corazón y voluntad de valentía y amor a Dios para demostrar que sabes amar.

En tu matrimonio si usas métodos anticonceptivos (y más aún si es fuera del matrimonio) lo más probable es que te falte más amor, pues lo más posible es que no le ames en su fecundidad, y el verdadero amor es total. Demuestra que le amas respetándole, demuestra tu amor conyugal sin nada que pueda mermar vuestra entrega. No puedes decirle a una persona que la amas y al mismo tiempo decirle que no quieres su nariz o su boca, sería absurdo. La tienes que amar en su integridad y si no lo haces preocúpate ya que en tu corazón está entrando el egoísmo. Tú bien sabes que el corazón que abre sus puertas al egoísmo lo destruye todo. Con métodos anticonceptivos vas minando lo más sagrado de tu entrega que es el amor y no olvides que es lo que da sentido a tu matrimonio.

Y tú que aún no te has casado, no empeñes la felicidad de tu futuro matrimonio exponiéndote, o mucho peor, exponiendo a la persona que dices querer con actos carnales, que de amor cada vez tendrá menos hundiéndote poco a poco en el fango egoísta de las pasiones. Sólo en el matrimonio se da el pleno amor y ese amor le hace abrirse a la vida. ¿La amas, lo amas? entonces no permitas ni que te lastimen ni lastimar el alma. No te niego que habrá cariño, no te niego que hay atracción e incluso pasión, pero te invito a descubrir que aún queda camino por recorrer para llegar al amor.

Qué tristeza cuando por el uso de algunos métodos anticonceptivos trunques la vida de un inocente (muchos de ellos pueden evitar que anide el embrión en el endometrio), que tristeza que la psicología y el organismo se vaya rompiendo por el uso de pastillas cuando no son por uso terapéutico. Pastillas o dispositivos que dañando tu organismo o desequilibrando el diálogo hormonal en tu organismo no buscan sanarte, sino enfermar y en ocasiones destruyen esa máquina maravillosa que Dios te ha dado en tu sexualidad. Y aún más triste cuando en el mal uso de nuestra sexualidad ofendemos a Dios, es Él el que con infinito amor nos creó e hizo de nuestro cuerpo un templo del Espíritu Santo.

Te invito a demostrar a la persona de tu vida que si la amas, se lo expreses con tu respeto, demuéstrale a tu esposa(o) que quieres aprender a amar. Y tú que aún no estás casado demuéstrale a quien puede ser la mujer (hombre) de tu vida que si sabes amar y que la(e) vas a cuidar para que no caíga en las tinieblas del egoísmo. Demuestra y aprende cual es el verdadero amor.

Pbro. Lic. Ricardo Rosales N., L.C.

© Arzobispado de Concepción