Bendicen e inauguran hermosos murales en capilla salesiana

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Publicado el: 18 octubre, 2015

En un ambiente de gran alegría, fue bendecido e inaugurado el mural al interior de la capilla del santuario de María Auxiliadora, en el colegio Salesianos de Concepción.

Se trata, en definitiva, de dos murales que cubren una superficie de 71 metros cuadrados, que fueron diseñados por el sacerdote y artista salesiano, Padre Luis Mebold, en la época de construcción de la capilla, pero que por diversos motivos no se habían concretado. Los bosquejos permanecían guardados y fue el Padre Alfonso Horn Kaschel, quien impulsa la  concreción de lo que era un sueño del Padre Mebold.

“Estamos muy contentos, porque significa el cumplimiento de sueño de hace más de 35 años, cuando se inauguró este santuario, en 1980, en el proyecto se esperaba la creación  de grandes murales al interior del templo”, comentó el Padre Alfonso.

La obra fue ejecutada por el artista chileno, Marco Hernández, quien manifestó estar muy contento por haber terminado la obra. “Seguramente el Padre Mebold debe estar feliz al saber que esta obra se terminó; fueron cuatro meses que estuvimos trabajando y fue un proceso de ir aprendiendo de la forma para representar las diversas escenas bíblicas, porque nos maravillamos de muchas formas técnicas que ocupaba como imagen. Nos ayuda mucho esta obra en lo profesional”, dijo Hernández.

Para Hernández es el primer proyecto de contenido sacro que realiza, aunque he hecho diversos murales como el de la Seremi de Educación y en la Universidad de Concepción, donde trabajó por 15 años; llevo trabajando 25 años y actualmente trabajo en una galería en Santiago y en Coliumo.

El primer mural representa el sueño misionero de Don Bosco, de 1886. Como figura central ceñida por un nimbo de luz se destaca la sonriente figura de María Auxiliadora, que muestra a Don Bosco soñando, con su cetro, al Colegio Salesiano de Concepción, en su fachada original y luego en la actual, frente a la cual los jóvenes saltan de alegró por tener finalmente consigo a los primeros hijos de Don Bosco, llegados a Chile.

Hacia el centro del cuadro se destaca l figura de Mons. Domingo Benigno Cruz, por cuya gestión Don Bosco optó por la capital del Biobío, como centro de sus operaciones misioneras hacia La Araucanía y el resto del país. En la cabecera del santo soñador figuras araucanas que representan simultáneamente el Arauco Indómito y el Arauco Cristiano.

En el extremo, Don Bosco, desplegando un mapa de América del Sur, muestra a Monseñor Cruz, los señoríos del Biobío, que la Virgen cubre con maternal protección.

El segundo mural es un tríptico que representa la Anunciación, el Nacimiento de Jesús y las Bodas de Caná. En ls tres escenas prima la luz, reflejo de la trascendencia y belleza divinas; y en los tres, el tiempo y el espacio parecen conjugar la historia bíblica original con la historia popular chilena. La mixtura de imágenes transportan la imaginación al ambiente contemporáneo de nuestro suelo: folkloristas y huasos son los pastores, y un enjambre de copihues parecen alumbrar con su luz de fuego a Belén; en la mesa de Caná son mapuches los convidados, el Ángel –humano y celestial – proyecta su luz en el seno de la Virgen, indicando así la inefable Concepción del hijo del Altísimo.

En el Nacimiento llama la atención la robustez del Niño evocando (como lo hizo Miguel Ángel con el Cristo n el Juicio Final) al Dios fuerte y príncipe de la paz.

En las Bodas de Caná, destaca la sonrisa, esta vez la de Jesús, mirando el estupor del muchacho que vierte el agua convertida en vino. La Madre a su lado, sonríe complacida, sabiéndose escuchada por su Hijo; por ella, la hora del milagro se adelantó. Es la razón por la cual Don Bosco, en el epílogo de su vida exclamaba: “Ella lo ha hecho todo”.

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