Carta a los Sacerdotes

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Publicado el: 7 diciembre, 2012

Carta de Monseñor Fernando Chomali a los Sacerdotes de la Arquidiócesis de la Ssma. Concepción

Estimados sacerdotes de la Arquidiócesis de Concepción.
+Fernando Chomali G., Arzobispo de Concepción.

1. En medio de las celebraciones de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y del tiempo de Adviento he querido dirigirme a ustedes como Arzobispo. Este tiempo de esperanza me ha parecido propicio para escribir estas líneas que surgen de un corazón agradecido por todo lo vivido en la Arquidiócesis que se me ha confiado. He visto la acción de Dios en cada uno de los acontecimientos que como comunidad hemos vivido.

2. Esta carta es, en primer lugar, una acción de gracias por todas las atenciones que he recibido de cada uno de ustedes durante este breve pero intenso tiempo vivido en la Iglesia de Concepción. Es una acción de gracias al apreciar la alegría y el amor que se vive en las celebraciones eucarísticas y sacramentales, las fiestas patronales, los encuentros comunitarios, las procesiones. Allí se aprecia con claridad que el Señor ha resucitado y que su Espíritu está en medio de nosotros animando la misión. Este espíritu es fruto de casi 450 años de servicio pastoral del cual hoy todos y cada uno de nosotros, con el carisma que Dios nos ha regalado, somos sus herederos, continuadores y protagonistas.
3. En lo personal, este año y medio de trabajo pastoral, ha sido hermoso, intenso, desafiante y, obviamente, no exento de dificultades. La hermosura surge del ministerio mismo confiado junto al presbiterio. La dificultad surge, como “novicio” que soy en la tarea de pastor, del hecho de que son múltiples las actividades que requieren de mi presencia y que exigen mucho más tiempo del que dispongo como ser humano. Estoy cierto que a muchos de ustedes les pasa lo mismo. No se podía esperar menos de una Arquidiócesis tan grande, con una intensa vida eclesial, cultural y social, con un importante número de sacerdotes diocesanos y religiosos, diáconos y religiosas, sumado a mas de cincuenta parroquias, ocho colegios propios, una universidad, un seminario, muchas y múltiples obras de caridad, así como muchas congregaciones religiosas masculinas y femeninas presentes y que contribuyen de manera significativa en la tarea evangelizadora. Una Arquidiócesis donde, además, la Iglesia es requerida por la autoridad pública, empresarial y social para múltiples actividades que van desde participar en un acto protocolar, bendecir una nueva instalación, hasta
sencillamente solicitar un consejo. Además es tradición de la Arquidiócesis de que el Arzobispo sea requerido por las fuerzas vivas de la comunidad que se sienten desprotegidos en búsqueda de apoyo.

4. Otra dificultad no menor ha sido la partida del obispo auxiliar, Mons. Pedro Ossandón, y la de varias comunidades religiosas que por falta de vocaciones han dejado la Arquidiócesis. Ello ha llevado a que por tratar de estar en todas partes, es que tal vez postergué el tiempo gratuito con mis primeros colaboradores y parte fundamental de la misión, los sacerdotes, diáconos y seminaristas. Si alguno no ha sentido mi presencia y solicitud paterna le pido disculpas de corazón.

5. Este breve tiempo me ha permitido darme cuenta que he corrido demasiado yrápido, sin aquilatar suficientemente las situaciones por las que soy requerido ni meditar en profundidad si es algo en lo que debo estar o no presente, sin darme el tiempo de silencio y oración que se requiere para sencillamente estar con el Señor y con los sacerdotes para compartir gratuitamente.
6. Es cierto que se ha hecho un esfuerzo gigante por mejorar nuestra condición de vida, especialmente en lo que se refiere a salud, posibilidades de retiros espirituales, formación permanente y calidad de los encuentros. Es la forma concreta que tengo de mostrar mi sincero afecto por el presbiterio. Pero cierto es también que hemos de seguir creciendo todos juntos para entregar lo mejor de nosotros mismos con el fin de crecer en gratuidad entre nosotros en aras de lograr una fraternidad sacerdotal más aquilatada y que vibra al unísono con la maravillosa misión en común que se nos ha confiado. En ello he de poner, en primer lugar, junto a ustedes, la primera prioridad porque el ministerio lo ejercemos, desde nuestro carisma y tarea, como presbiterio y en comunión. Estamos todos y siempre llamados a mirar de qué manera cada uno de nosotros contribuye a ello. Sabemos que las múltiples tareas que nos ocupa nos puede llevar a la tentación de aislarnos. Es un rasgo de la cultura que nos ha tocado vivir y de la cual no estamos inmunes. Nadie, yo tampoco. Sólo tomando consciencia de ello podremos emprender el camino para lograr una comunión mas estrecha a la ya existente y de la que estoy agradecido y admirado, y convertirla en una cultura del encuentro gratuito y de la fraternidad que reconoce en el otro un don de Dios para la misión a la que hemos sido llamados en conjunto.

7. Conunaño y medio de “noviciado” he ido aprendiendo junto a ustedes a ser pastor. Ello lo percibo claramente y agradezco mucho la amistad que muchos me han dispensado. Este aprendizaje me obliga a detenerme y mirar con mayor perspectiva la tarea encomendada. 8. Por de pronto, me he propuesto que con la ayuda del Señor el año 2013 haré un mejor y mas profundo discernimiento respecto de qué es lo urgente y qué es lo importante. Desde ese punto de vista he hecho el propósito de dedicar un día a la semana completo a la atención y al encuentro con los sacerdotes y seminaristas. Este tiempo será precioso para generar lazos de confianza, de fraternidad y de crecimiento mutuo en el seguimiento del Señor.

 
9. Esta ocasión es propicia para agradecer la disponibilidad mostrada por los sacerdotes para asumir las nuevas tareas que se les ha encomendado. Gracias, muchas gracias. Le pido a Dios que las realicemos con pasióny generosidad viendo, díaadía, y en todos y cada uno de los acontecimientos la mano providente de Dios que nos sostiene y nos guía. Quisiera agradecer también a los párrocos que después de tantos años en una parroquia han aceptado gustosos el reto de recomenzar su ministerio en una nueva parroquia. Quisiera agradecer a las religiosas su gran disponibilidad para con los sacerdotes y la Arquidiócesis en los más variados campos de la tarea evangelizadora, así como a los diáconos y laicos comprometidos. Ha sido un regalo de Dios las dos comunidades religiosas que han fundado en la Vicaría Arauco. También hemos de agradecer a Dios por los cuatro postulantes al Seminario de nuestra Arquidiócesis que quieren iniciar su preparación al sacerdocio el próximo año. Esperemos que la Misión Joven que nos hemos propuesto lleve a muchos jóvenes a preguntarse por una posible vocación al sacerdocio. Pido a Dios que el 2013, consagrado a profundizar nuestra fe según el querer del Santo Padre, y que se vislumbra lleno de desafíos, lo vivamos con mucha alegría, con mucha esperanza y con una gran fe en el Señor resucitado. Por último, les deseo a todos y cada uno de ustedes junto a sus familias y comunidades, una muy feliz Navidad, unas merecidas vacaciones, y un gran
y fecundo año 2013.

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