Con mucho optimismo y esperanza concluyó la Escuela de la Fe, que durante dos semanas y por primera vez en 11 lugares, se desarrolla con éxito en la Arquidiócesis de Concepción.
Uno de los aspectos destacables de esta iniciativa es el número de personas que participó en las distintas sedes y que sumó a más de mil; asimismo, se valoró la colaboración y espíritu de servicio de quienes dictaron los cursos y talleres, que fueron más de 40 docentes.
El sábado último, la clausura de la jornada se realizó en dependencias del Instituto de Humanidades de Concepción, donde monseñor Fernando Chomali reconoció el esfuerzo del equipo organizador y la presencia de tantos laicos. Su mensaje dijo, ser muy claro. “Mi mensaje es que una fe que no se perfecciona; una fe que no se reza, una fe que no se convierte en estudio, es una fe que se muere. Por lo tanto, si queremos tener católicos maduros al interior de la Iglesia, nuestra primera responsabilidad es formarlos y no vamos a escatimar esfuerzos, en invierno y verano. Como ejemplo está también el diplomado de Pedagogía Catequística, para que todos los católicos tengan las instancias para formarse”, afirmó.
Uno de los cursos fue de cultura, que estuvo dirigido por Florencio Manquilef, de la zona rural de Pitrufquén, en la Novena Región. “Fue un sobre la cosmovisión mapuche y su implicancia en el mundo y también un poco entrelazándolo con el mundo cristiano. Cómo la cosmovisión mapuche, parte del buen vivir, puede aportar a la espiritualidad cristiana”, comentó, resaltando la numerosa y permanente asistencia de alumnos y alumnas. “Sentí una cálida acogida, porque a mí me pasa que cuando la gente no me acepta y, uno lo presiente, me faltan palabras para dirigir y este taller es uno de los mejores he hecho”, añadió.
Para el director del Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Juan Carlos Inostroza, “la Escuela de la Fe es una iniciativa muy relevante de la Iglesia de Concepción, sumamente necesaria. La gente que viene es realmente comprometida y que apunta justamente a formar al laicado en su conciencia cristiana para el crecimiento personal, individual y social de la Iglesia, en el sentido que somos pueblo de Dios, es una gracia que nos convoca y poder transmitirlo al mundo, lo que me parece fundamental. Este un curso sencillo, básico pero muy fundamental y nos ayuda crecer en otros programas, como por ejemplo, el diplomado de Estudios Teológicos de la UCSC”.
El directivo agregó que como docente de la Escuela, “este año me referí al don de Dios, la gracia y el pecado y, en ese sentido, hemos desarrollado eso que es tan inherente al cristiano, desde el Bautismo, que es precisamente abandonar o ser rescatado, mejor dicho, del pecado original y de comenzar un camino, que aún siendo pecadores, un camino de gracia que se va desarrollando y que debería terminar en alguna venida de Cristo cuando seamos presentados ante Él, sin manchas, sin “arrugas” como dice San Pablo. El amor nos va purificando y nos va configurando con el bien”.
Padre Hernán Llanquileo, decano de la zona de Arauco, resaltó la iniciativa de incorporar en el programa de este año, la cultura mapuche. “Fue una iniciativa de la Pastoral Social para pedirnos este apoyo a la Pastoral Mapuche de la Arquidiócesis y que está en la parroquia de Cañete, en la provincia de Arauco. Y la gente que participó y lo que uno ve, que son personas de Concepción, San Pedro de la Paz…la expectativa se cumplió. Los deseos de aprender y participar, como objetivo, se logró. Y el deseo también de participar en una pequeña rogativa mapuche demuestra un ambiente contento y se transforma además en un desafío para seguir trabajando en la Arquidiócesis, y me parece muy bueno integrarlo, tal como se hizo este año”, subrayó, recordando que además colaboraron en el taller otros representantes mapuche de la comunidad de José Huenupi, Pocuno y la lamien Elba Puén, de Sara de Lebu.
El padre agustino, Rodrigo Colihuinca, integrante del equipo coordinador de la Escuela, se mostró muy optimista, por el crecimiento que tuvo la iniciativa este año. “Funcionaron sedes en la parroquias San Francisco de Asís de Lorenzo Arenas, San Pablo de Chiguayante y en Talcahuano, Arauco. No sólo destacar el número de participantes y de profesores, sino también la diversidad de temas. Ha sido un esfuerzo grande y mancomunado. Es un gran regalo de Dios, primera vez que se hace con diez sedes más la central. Significa estar en un continuo acompañamiento. Ha sido un éxito. El servicio de los profesores, dando su tiempo y sin exigir remuneración, la verdad es que es un regalo de Dios. Hoy, la formación es una opción muy importante para la diócesis. He repetido mucho que no tenemos que ser cristianos de un área, sino que tenemos que ser cristianos 4×4, que andemos en todos los terrenos, que nos preparemos en formación en todas las áreas para defender nuestra fe, pero fundamentalmente para la evangelización. Finalmente, quisiera agradecer a todos quienes participaron y en lo personal, doy gracias a Dios por esta experiencia. Hay mucha esperanza puesta para este tiempo y el desafío de la Escuela de Fe es poder entusiasmar a los jóvenes”, explicó.
Pablo Uribe, uno de los profesores de esta Escuela sostuvo que fue “una muy buena experiencia, porque se ve a las personas muy motivadas en formarse, especialmente, lo vi en mi curso de Nuevo Testamento. Al término de la jornada la gente se ha ido muy entusiasmada y con el ánimo de seguir perfeccionándose. Creo que es un esfuerzo grande la Arquidiócesis para la formación de los laicos. En mi curso, entregamos conceptos básicos para introducirse en la lectura del Nuevo Testamento, concepto literario, el concepto histórico y el contexto teológico”.
Cabe señalar que los cursos aún continúan en otros lugares de nuestras Arquidiócesis.