Miles de peregrinos llegaron este 2 de febrero hasta el Santuario de San Pedro de la Paz desde las 7 de la mañana para celebrar las eucaristías que se desarrollaron durante todo el día.
A las 17.00 horas los peregrinos se congregaron en el Santuario para dar flores a la Virgen antes de comenzar la tradicional procesión por las calles de San Pedro de la Paz desde la Parroquia hasta el puente Llacolén. En el trayecto los peregrinos saludaron a la Virgen con pañuelos blancos, rezaron el rosario, cantaron alegres cantos a la Virgen y también pasaron por dos estaciones. En la primera estación los fieles se hicieron la señal de la cruz con agua bendita unos con otros, como signo de bendición entre los cristianos. En la segunda el Padre Mauricio Aguayo encendió un cirio en señal del Espíritu Santo.
Al llegar al Santuario, los caballeros de la Virgen la bajaron de la camioneta que la llevó durante la procesión y la pusieron a un costado del altar para celebrar la última Eucaristía del día, que presidió el Párroco Pbro. Mauricio Aguayo. El Sacerdote comentó que “es un alegría vivir esta fiesta con los miles de peregrinos que llegaron durante el día, y también con la comunidad que la prepara. Es una fiesta muy familiar, se hace con mucho cariño, nos organizamos entre nosotros para recibir a los peregrinos en distintas facetas, en la faceta espiritual, en la faceta humana y por sobre todo la cordialidad para que se sientan en este Santuario como en casa”.
Eduardo Puentes Pradenas, tiene 68 años, y desde hace más de 20 años que es uno de los caballeros de la Virgen, y comentó que “este es un compromiso con la Virgen hasta que yo me la pueda. Nosotros resguardamos la Virgen en el momento de la procesión, estamos siempre la lado de ella, además la sacamos del lugar donde está y la dejamos en un lugar apropiado para comenzar la procesión”, Puentes agregó que él tiene un apego espiritual muy importante con a Virgen, “ella es una Virgen totalmente milagrosa, así que, qué mejor alegría que ser servidor de ella”, concluyó.
Además de rezar y cantar, los peregrinos escribieron sus oraciones y acciones de gracias a la Virgen en papeles que al finalizar la misa fueron quemados sellando el encuentro con Nuestra Señora de la Candelaria .