El Arzobispo de Concepción, monseñor Fernando Chomali, animó con alegría y esperanza a los fieles,en la solemne Vigilia Pascual, celebrada en la catedral de la ciudad, a seguir trabajando para hacer presente el Reino en medio del mundo.
La vigilia se inició en el atrio de la catedral, con la celebración del rito de la bendición del fuego, en que fue encendido el Cirio Pascual, llama que pronto se multiplicó en los numerosos fieles que llegaron al templo con sus velitas blancas, que iluminó por varios momentos el interior mientras permaneció sin luminarias.
Con la participación de una comunidad del camino neocatecumenal de la parroquia San José que ha terminado su intinerario de formación cristiana después de 30 años, la liturgia tuvo un momento solemne cuando estos hermanos acompañaron el cantó del Pregón Pascua.
Monseñor Chomali dijo, en su homilía, que “esta vigilia pascual es muy importante, porque aquí está el corazón de lo que significa ser creyente; aquí está el fuego, es decir, el cirio pascual que nos recuerda la luz de Cristo. Nosotros no andamos en tinieblas, nosotros caminamos en la luz, porque Cristo es la luz, porque Cristo es la verdad”.
Agregó que “hoy, en muchas partes, se bautizan niños y adultos, porque el agua nos recuerda que siempre está la posibilidad de purificarnos, de quedar más limpios que la nieve y está también el banquete, este don maravilloso que nos dejó el mismo Jesucristo, en el cual podremos siempre hacernos semejante a Él, a través de la eucaristía”.
Después de la bendición del agua y renovadas las promesas bautismales, Monseñor bendijo a todos los asistentes.
También reflexionó diciendo que “un buen católico tiene que encontrar la belleza a la vida; tiene que encontrar la bondad, la verdad de la vida. El hombre es bueno y la mujer es buena, porque han sido creados por Dios y nosotros tenemos que reconocer esa verdad y demostrarla a todos”.
“Nos dijo Benedicto XVI y lo dirá el Papa Francisco que estamos embriagados con el conocimiento científico y técnico, pero la fe nos da un conocimiento más profundo de la realidad y desde la fe podemos fundar nuestra vida, al punto de decirle “sí” a Dios y Dios nunca nos va a defraudar. Cómo no va a ser hermoso, en pleno siglo XXI vivir reconociendo la bondad de la creación y vivir reconociendo que la fe es un don inmenso de conocer, que nos ilumina nuestro andar y vivir creyendo que Dios no nos abandona y que nunca nos va a defraudar”.