Hermanitas de los Pobres celebraron a San José con una Eucaristía

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Publicado el: 20 marzo, 2013

Una hermosa Eucaristía, presidida por Monseñor Antonio Moreno, Arzobispo Emérito de Concepción, se celebró este 19 de marzo para celebrar a San José, custodio del Hogar de Ancianos de la Hermanitas de los Pobres de la ciudad de Concepción, que actualmente se encuentra en trabajos de reconstrucción después del terremoto de 2010.

Hasta las instalaciones del hogar que ya han sido edificadas, llegaron decenas de personas, entre ellas el Intendente Víctor Lobos, el senador Hosain Sabag y el Rector de la UCSC JUAN Cancino, invitados por las Hermanitas para celebrar junto a ellas la Misa en el día de San José. Concelebraron en la Eucaristía el fray Elías sf, el padre Alejandro de la congregación de los dominicos y el padre Julio, Capellán del Hogar de Cristo.

El padre Elías fue el encargado de leer el Evangelio y de la homilía de la celebración, oportunidad en que leyó la lectura de la liturgia de las horas correspondiente al día en que se celebra el nombre del padre de Jesús en la tierra y esposo casto de la Virgen María.

Luego de la Misa, los asistentes compartieron un sencillo cóctel preparado por la Hermanitas que no escondieron su alegría por la compañía de numerosas personas que han estado cerca de su labor y que quisieron estar presente en un día tan importante para esta congregación que tiene como santo patrono a San José.

 

 

 

De los Sermones de san Bernardino de Siena, presbítero

(Sermón 2, Sobre san José: Opera 7, 16. 27-30)

 

FIEL CUIDADOR Y GUARDIÁN

 

Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier creatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegida, y que la adornan con profusión.

Ello se realizó de un modo eminente en la persona de san José, que hizo las veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina del mundo y Señora de los ángeles, que fue elegido por el Padre eterno como fiel cuidador y guardián de sus más preciados tesoros, a saber, de su Hijo y de su esposa; cargo que él cumplió con absoluta fidelidad. Por esto el Señor le dice: Bien, siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.
Si miramos la relación que tiene José con toda la Iglesia, ¿no es éste el hombre especialmente elegido, por el cual y bajo el cual Cristo fue introducido en el mundo de un modo regular y honesto? Por tanto, si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen Madre, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo semejante le debe a san José, después de ella, una especial gratitud y reverencia.
Él, en efecto, cierra el antiguo Testamento, ya que en él la dignidad patriarcal y profética alcanza el fruto prometido. Además, él es el único que poseyó corporalmente lo que la condescendencia divina había prometido a los patriarcas y a los profetas.
Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra, como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha colmado y consumado.
Por esto, no sin razón añade el Señor: Pasa al banquete de tu Señor. Pues, aunque el gozo festivo de la felicidad eterna entra en el corazón del hombre, el Señor prefirió decirle: Pasa al banquete, para insinuar de un modo misterioso que este gozo festivo no sólo se halla dentro de él, sino que lo rodea y absorbe por todas partes, y que está sumergido en él como en un abismo infinito.
Acuérdate, pues, de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tus oraciones ante tu Hijo; haz también que sea propicia a nosotros la santísima Virgen, tu esposa, que es madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por siglos infinitos. Amén.

 

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