En el contexto de la solemnidad de la Asunción de la Virgen y con una profunda reflexión de agradecimiento se despidió, monseñor Pedro Ossandón, de las religiosas y religiosos, en la celebración del Día de la Vida Consagrada.
“Agradezco ala Iglesia, porque me ha permitido providencialmente en el Día la Vida Religiosa, porque tenemos tantas religiosas y religiosos, que nos dan testimonio de servicio, de entrega generosa y gratuita. Es un motivo de alegría y de gozo”, señaló al término de la Eucaristía realizada en la parroquia El Sagrario, en Concepción.
Subrayó que “todo, en la vida, es utilitario; todos buscamos provecho, sacar un interés particular, pero la vida religiosa, la vida sacerdotal es gratuita, sin esperar nada en recompensa, es una vida de entrega y dedicación completa a las personas para dignificarlas, animarlas y ayudarlas a encontrarse con Dios, para construir confianza”.
Manifestó su confianza respecto a que la Iglesia no se afirma en los méritos humanos. “Si se afirmara en mis méritos, en la fuerza humana, la Iglesia se habría terminado inmediatamente después de la muerte de Jesucristo. La Iglesia se afirma en la gracia de Dios y nosotros, aunque a veces mostremos, en la historia, momentos de fragilidad, incluso en estos momentos, queda de manifiesto que es Dios es el que la anima, el que la conduce y es Él quien nos invita a encontrarnos como hermanos, para que vayamos siempre construyendo una patria más y más solidaria”. Agregó que “ni esta crisis ni ninguna otra me preocupa, en el sentido que no vamos a dejar de recibir anunciar la maravilla que ha hecho con nosotros, en Cristo Jesús”.
Reiteró que deja su misión de Obispo Auxiliar de Concepción con un amor entrañable por esta arquidiócesis. “Me voy feliz, porque he tenido la oportunidad de agradecer a todas las monjas y sacerdotes. Tengo un amor entrañable por esta diócesis, he aprendido mucho, he visto en el rostro de todas las personas y en todos los medios e incluso en no creyentes, el rostro de Dios. Son personas que tienen cosas buenas, cosas santas y eso es lo que más nos enseña el Evangelio. Me voy feliz, pero siempre comprometido con esta diócesis, porque aquí visto la bondad de Dios. Aquí hay una belleza enorme”, manifestó, añadiendo que “quiero llevar esta felicidad a Santiago”.
Concelebró la Eucaristía, el padre José Luis Roldán, delegado episcopal de la Vida Consagrada. “Mi labor ha sido un servicio de acompañar a las personas de la vida consagrada, fortalecerlo de manera especial en nombre del arzobispo, acompañar en todas sus necesidades y apoyar el trabajo maravilloso que ellos – religiosas y religiosos – hacen en la arquidiócesis, ya sea en la educación, en muchasotras tareas que, en verdad, es un regalo de Dios”.
Las religiosas expresaron también su gratitud al pastor. “Como vida consagrada le agradecemos su cercanía y compromiso con las comunidades religiosas de la Arquidiócesis y con sus respectivas misiones. Hoy, lo despedimos con pena, porque lo extrañaremos. Damos gracias a Dios por haberlo tenido en medio nuestro. Cuente siempre con nuestra oración y cariño”, señalaron al comienzo de la Misa.