Las 242 medallas, 53 trofeos y 27 copas dan cuenta de la gran capacidad y entereza como atleta, desplegada en numerosas maratones y corridas, en distintos puntos de la región, del país e incluso del extranjero.
A sus 52 años, Alfredo Silva Salinas sorprende por su entusiasmo y se constituye como un ejemplo para muchos. Su historia personal comienza en su modesto hogar, en un ambiente familiar disfuncional y con padres en conflictos y enfermos. Él mismo lo recuerda con pena, pero en definitiva contento por lo que ha logrado. Siendo niño deambuló por calles del Barrio Norte, donde algunos lo conocieron como “Pelusita” o “Copuchita” y vivió mucho tiempo albergado por personas compasivas.
Desde niño, también siente una profunda fe en Dios, que confiesa, es el apoyo espiritual que lo anima en cada carrera y desafío. En ese sentido, recuerda el cariño de algunos sacerdotes que lo han apoyado. Incluso, ha logrado mucha cercanía con monseñor Fernando Chomali, a quien obsequió, como gesto de agradecimiento, una de sus tantas medallas, que el pastor guarda con gran aprecio.
Como un “guerrero de la calle” sobrevivió a las noches frías y muchas veces superó el hambre con un trozo de pan duro; tantas veces durmió bajo Los Tribunales o acurrucado en aleros de los edificios y galerías comerciales. Pese a su discapacidad cognitiva y depresión cultural, ha sabido sortear las dificultades gracias a sus buenas costumbres y su comportamiento sano, lo que permitió abrir el corazón de muchas personas que lo acogieron y lo orientaron. Hace memoria de profesionales del Poder Judicial y de la Municipalidad de Concepción, que han sido guías y apoyo en los momentos más difíciles de su vida.
Hoy, Alfredo tiene un hogar y familia y presta servicios para ganarse un sustento, pero su fe inagotable lo motiva, cada día, a participar como maratonista donde haya competencias, sin fronteras. Por de pronto, su mirada está puesta en una corrida organizada por el Ejército, para el 1 de septiembre, con motivo del Mes de la Patria, donde espera superar los 10 kilómetros, en el sector de La Costanera penquista; para el 7 de septiembre, sus ojos están puestos en una corrida de 21 kilómetros, en Viña del Mar y después ya está pensando en otros eventos en Frutillar.
Pero el gran desafío, que ya le quita el sueño, es competir en la gran maratón de Nueva York, en noviembre de 2020, donde espera superar los 42 kilómetros. Recuerda que el año 2013 ya cubrió esa distancia, en una corrida en Santiago, en 4 horas y 46 segundos, logrando un segundo lugar, en categoría especial. “Si llego a Nueva York habré logrado uno de mis grandes sueños de vida. Aunque no gane, espero llegar a la meta”, comprometió su palabra, pero ese desafío no será alcanzado si antes no recibe el apoyo de la comunidad o instituciones que lo ayuden con el costo de dos millones de pesos para cubrir el viaje en avión, alojamiento e inscripción en dicho evento norteamericano.