Acompañados por el párroco, Pbro. José Miguel San Martín, feligreses de Arauco compartieron la eucaristía con pacientes de la residencia que acoge a personas con dificultades sicológicas.
Desde hace poco más de un año motivada por el ejemplo de Jesús, la Parroqui San José de Arauco se ha sentido impulsada para visitar a los pacientes y darles apoyo espiritual, y dentro de lo posible, en lo material. Por eso, el pasado viernes el Párroco junto a un grupo de Madrugadores se hizo nuevamente presente allí para acompañarles y juntos celebrar la eucaristía. En medio de cantos y el cariño que se les puede dar, la tarde fue más alegre para todos ellos.
La Residencia Nuestro Lugar es una casa de acogida para personas con alguna patología que funciona desde hace aproximadamente cinco años bajo la dirección y colaboración profesionales de la salud. La casa está rodeada de hermosos árboles a la salida de la ciudad, un lugar apartado de la bulla, donde la tranquilidad ayuda a encontrar la propia armonía. Actualmente viven 12 personas de ambos sexos y edades diferentes; estos hermanos vienen desde distintos puntos de la comuna que,asistidos por un grupo de profesionales y auxiliares en un ambiente cálido tratan de enfrentar su existencia de mejor forma, con ayuda de fármacos y del cuidado que se les pueda entregar.
Ciertamente la vida para ellos es compleja pero asistidos durante el día y la noche pueden estar más tranquilos. Los pacientes padecen distintas enfermedades psiquiátricas con historias de vida muy particulares y dramáticas.
Según los datos de la Organización Mundial de la salud, 450 millones de personas en el mundo son afectadas por problemas mentales neurológicos o de comportamiento y muchos de ellos se suicidan cada año. La enfermedad mental constituye una verdadera y propia emergencia socio sanitaria; es una necesidad en algunos sectores donde se presentan estos casos de psiquiatría, facilitar a los enfermos el acceso a las medicinas esenciales y poder disponer de medios para tener una vida mejor para ellos mismos y para quienes les rodean.
“Personas con capacidades diferentes y con historias que han marcado su vida a fuego, son los amados por el Señor y donde la Iglesia descubre la imagen de Cristo sufriente en lo más íntimo de su alma. Un Cristo pleno de dolor y de sufrimiento, pero que convierte ese mal en pleno manantial de vida ya que su dolor y su sufrimiento constituyen el núcleo de su resurrección, pues constituyen nuestra salvación”, comentó el padre José Miguel.
El sacerdote agregó que “sin lugar a dudas nuestro trato a los enfermos psíquicos se impone como un difícil cuestionamiento de fe que debe comprometerse con los más débiles. Tratarlos eficazmente es profesar nuestra fe en Cristo doliente y sufriente, pero a la vez victorioso. Este es el sentido de estar atentos a las necesidades de estos hermanos y celebrar la eucaristía junto a ellos por lo menos una vez al mes en la Residencia Nuestro Lugar de Arauco”.