Sobre abusos, deberes y ética empresarial

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Publicado el: 15 diciembre, 2014

Monseñor Fernando Chomali, Arzobispo de Concepción, en un artículo aparecido en Diario Concepción, se refiere a la crítica situación que viven muchos pequeños y medianos empresarios, quienes luego de cumplir con sus contratos con grandes empresas, éstas no les cancelan sus obras y quedan en total indefensión.

“Durante los tres años que llevo como Arzobispo de Concepción, ha sido usual escuchar  el relato de pequeños empresarios de la construcción que han asumido subcontratos en obras de mediana y gran envergadura y que después, una vez realizado el trabajo, los grandes empresarios no les cancelen lo pactado. Este  hecho se ha dado en obras emblemáticas, pero también en otras de menos impacto público, pero que han dejado a pequeños y medianos empresarios, literalmente en la calle.

En estos casos el sistema para llegar a ello es siempre más o menos similar. Los grandes empresarios ganan una licitación y construyen las obras por medio de terceros y después sencillamente dilatan el pago o no lo realizan, hasta dejar al más débil en la más absoluta indefensión. Algunos grandes empresarios por cada obra crean una empresa o consorcio nuevo que después disuelven, dejando al más pequeño sin posibilidad de reclamar. Muchos de ellos, además, no cuentan con recursos para contratar un abogado. Otros judicializan los casos, porque saben que estos juicios civiles  duran años y al final cansan a los pequeños empresarios. En este ámbito rige loa ley de la selva y al final será el querer o el parecer de cada cual lo que va a imperar.

La palabra empeñada, en estos casos, no tiene valor alguno y lo más grave es que los subcontratistas que reclaman mucho, después en otras obras no les dan trabajo. En resumen los estafan y luego los castigan.

Para quien cree, como yo, que el trabajo es la clave de la cuestión social, este camino no va a conducir a ninguna parte. Nadie va a querer emprender porque saben que impera la ley del más fuerte. Aquí, literalmente, los peces más grandes se comen a los más pequeños.

Lo más doloroso es que para quienes abusan de los subcontratistas no hay castigo alguno. Conozco a muchos jóvenes que están  por años en la cárcel por hurto y robo. Nadie va a la cárcel cuando usufructúa del trabajo ajeno.

Este sistema, donde la palabra, incluso los contratos escrito no tienen valor alguno, daña enormemente el tejido social y la fe pública. Además, sienta un precedente muy negativo para las futuras generaciones en cuanto que da lo mismo cómo se obtienen los recursos, lo importante es obtenerlos.

He hecho intentos por lograr que se le restituya lo debido a quienes han trabajado y han hipotecado su capital. Siempre hay evasivas, no contestan los teléfonos, le echan la culpa a terceros, me dicen que está todo en manos de los abogados, me dicen que me van a llamar mañana, me dicen muchas cosas, menos que le van a devolver lo que le deben en justicia al que hizo un trabajo.

Me indigna cada vez que llega una persona, muchas veces hasta con sus familias, pidiendo ayuda para que les devuelvan lo que les corresponde. Sé de sus humillaciones, de sus apremios económicos y de sus angustias. Humillaciones  que he vivido yo mismo en una serie de oportunidades.

Conozco casos en pleno centro penquista en que se ha llegado al límite. Es lamentable ver modernas edificaciones que funcionan a todo viento con negocios y olor a limpio, pero que sus muros están llenos del sudor de cientos de obreros a los cuales no se les pagó lo debido y sus pisos están plagados de dolor y de promesas no cumplidas.

Estos hechos demuestran que Chile está lejos de ser un país desarrollado y democrático. Aún algunos poderosos pueden lisa y llanamente darse el lujo de no pagar lo debido, de no actuar en justicia, de decirle a otro chileno que la ganancia percibida, de mala manera por cierto, vale mucho más que la dignidad del hombre y de la mujer que se gana la vida honestamente.

Lo que más impacta es que quienes realizan estas prácticas son personas con altos niveles de educación y muy respetados en la banca. Duele también el silencio de las autoridades que suelen esgrimir que es un tema entre particulares y sobre todo duele el silencio de las asociaciones gremiales que, sabiendo de estas situaciones, como si no pasara nada. La reforma educacional será tal cuando se enseñe que quien ostenta el poder  y la autoridad no puede usarla en beneficio propio y menos a costa de los demás.

Así no vamos a llegar a ninguna parte. Estas situaciones engendran rabia y el profundo malestar social que vemos día a día. Muchos empresarios honestos y trabajadores son cuestionados por la actitud de algunos de sus pares que obtienen utilidades en desmedro del y trabajo ajeno. Creo que llegó la hora de recordar nuevamente que el trabajo es sagrado, no una mercancía que se transa en el mercado, que no puede quedar al vaivén de la ética personal de cada cual y no puede ser fuente de humillación.

En el mundo de la construcción lamentablemente eso no es infrecuente, y ese camino sólo nos va a llevar  a desestabilizar la paz social. La paz y la justicia de besan. Es por ello que la Iglesia levanta la voz frente a estos atropellos. Sólo habrá paz cuando haya justicia y en estos casos no la hay.

+ Fernando Chomali

Arzobispo de Concepción

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