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La Educación debe ser esencialmente humanizadora

Publicado el: 5 Agosto, 2011

En plena demanda de los estudiantes, manifestada en marchas, tomas de establecimientos educacionales, expresiones artísticas e instancias de diálogos entre los jóvenes y representantes del Gobierno, la Iglesia ha hecho ver que aún hay una gran deuda.

Una gran deuda en el desafío de consolidar un modelo educativo con aprendizajes de calidad, justo y equitativo, donde cada estudiante, al margen de su condición personal y social, tenga asegurada la formación necesaria para desarrollarse integralmente, construir un proyecto de vida pleno, y aportar generosamente toda su riqueza a la sociedad de su tiempo.

El objetivo de todas estas manifestaciones es llamar la atención del gobierno frente a diversas peticiones para mejorar la calidad de la educación. Si bien el movimiento lo iniciaron los universitarios, con  multitudinarias convocatorias, no tardaron en sumarse los secundarios con sus propias demandas. Esto se ha traducido en la paralización y  ocupación de  más de una veintena de casas de estudios superiores, y un número mayor de liceos y colegios tomados.

Las demandas que movilizan a los estudiantes de la educación superior, agrupados en Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH) son las siguientes:

– Acceso con equidad, calidad, integración y heterogeneidad social en la matrícula: Rechazo a la PSU por su carácter regresivo, que no logra captar los talentos del país, sino que detecta el nivel socioeconómico. Creación de mecanismos complementarios de acceso (Ej: propedéuticos); el acceso debe asegurarse hacia instituciones de calidad, que posibiliten no sólo una formación de profesionales y técnicos de excelencia académica, sino de ciudadanos íntegros; y Garantizar el acceso y las condiciones de estudio para las personas con discapacidad en la educación superior.

 – Aumentar el financiamiento público en Educación Superior como porcentaje del PIB (Producto Interno Bruto):

Aportes basales de libre disposición para financiar costos reales y de desarrollo de las universidades estatales; Fondo de revitalización para las Universidades Tradicionales; Reestructuración integral del sistema de becas y ayudas estudiantiles, en pos de terminar con el sistema basado en el endeudamiento familiar; Tarjeta nacional estudiantil única y estatal, válida los 365 días del año, en todo el territorio nacional; Eliminación del Aporte Fiscal Indirecto y que el Estado debe asumir la responsabilidad de realizar formación técnica a través de sus instituciones.

– Democratización de nuestro sistema de educación superior: Derogación del DFL 2 2010, artículo 56 letra e), artículo 67 letra e), y artículo 75 letra e). Exigir el derecho a la participación triestamental de todas las instituciones de Educación Superior en sus cuerpos colegiados, en las elecciones de autoridades unipersonales y en la toma de decisiones; y asegurar las libertades de expresión, cátedra y de asociación a estudiantes, docentes y trabajadores en todas las instituciones.

Por su parte, los alumnos de la enseñanza secundaria demandan principalmente: la gratuidad de la Tarjeta Nacional Estudiantil TNE y su funcionamiento los 365 días del año; enseñanza estatal, gratuita y laica; mejorar la calidad y apresurar la reconstrucción de los colegios afectados por el terremoto del 27 de febrero del año pasado.

Cabe señalar que este movimiento ciudadano no es el primero que se suscita desde la vuelta a la democracia, el 2006 la “revolución pingüina” dejó en claro que el sistema educativo en Chile tiene falencias. Los Obispos, señalaron en ese entonces, que la “educación es un bien público que debe ser valorado y cuidado por todos los ciudadanos. De la calidad de la educación depende la calidad de vida, la superación de la pobreza, el nivel cultural y la nobleza de las relaciones humanas de un pueblo”.

Dos años más tarde, la Iglesia a través de sus pastores planteó que la educación tiene una finalidad esencialmente humanizadora: “vemos en el estudiante una persona que debe ser el centro de todo el proceso,  donde una educación es genuina cuando humaniza y personaliza, para que la persona humanice al mundo, produzca cultura, transforme la sociedad y construya la historia”.

Monseñor Ricardo Ezzati, actual presidente de la Conferencia Episcopal de Chile y Arzobispo de Santiago ha manifestado que el problema de fondo es que este tema no se ha enfrentado adecuadamente. Señala que “el corazón de la educación es el proyecto de hombre y de mujer en comunión con los demás, lo que no se ha enfrentado adecuadamente. Se ha estudiado cómo el Estado tiene que financiar más, si la educación tiene que ser provista por particulares, por las municipalidad o por el ministerio de Educación; cómo mejorar metodologías, todas cosas buenas, óptimas, pero lastimosamente no se ha llegado al corazón del problema. Los adultos tenemos que escuchar a los jóvenes. No siempre tienen toda la razón del problema, pero tienen intuiciones proféticas, su malestar es signo de algo que va más allá del fenómeno. Nos corresponde acogerlos, dialogar con ellos de sus anhelos, para buscar desde la razón lo que es posible y lo que es utopía”. (Periódico Encuentro, julio 2011)

En esta misma perspectiva, Monseñor Fernando Chomali, ha indicado que es fundamental poner atención a los “susurros” que presenta hoy el movimiento estudiantil y evitar los “gritos” como ha ocurrido en otras partes del mundo. Nuestro Arzobispo reflexiona respecto a que “han pasado muchas cosas en la problemática estudiantil, desde la reforma en los ´80. Es muy cierto que hay muchas familias que se endeudan para costear los estudios de los hijos. Debiésemos llegar a un sano equilibrio entre la responsabilidad del Estado y la responsabilidad que tienen los particulares, de tal forma que toda persona capaz tenga acceso a la educación, en que se comprenda a ésta como un servicio”. Subraya que debiera convocarse a un diálogo fecundo y respetuoso.

Quienes también han alzado la voz son los centros de alumnos de colegios religiosos, que forman parte de la historia del sistema educativo en nuestro país, debido  a que las congregaciones religiosas masculinas y femeninas han querido ponerse al servicio de la formación de los jóvenes. Éstos han señalado en innumerables ocasiones, la necesidad de una educación integral que contemple la entrega de conocimientos y valores, lo cual ayudará a que el alumno viva un proceso de promoción humana y de liberación de todas las opresiones, en función de una progresiva humanización y maduración personal y comunitaria.

Los jóvenes han llamado “a quienes participan en la búsqueda de alternativas que no cesen, hasta que encuentren aquélla en que se pueda ofrecer más a los jóvenes chilenos. Conscientes de las delicadas estructuras macroeconómicas, la opción de mayor solidaridad posible será justamente la que responderá de mejor manera a las necesidades de los habitantes de nuestro país. Confiamos en que los profesionales y académicos de Chile son capaces de presentarnos una amplia gama de posibilidades técnicas que satisfagan esta inquietud.”

Las movilizaciones han persistido con el fin de lograr un acuerdo y la  Iglesia llamado a los estudiantes a deponer la violencia y al Gobierno, a escuchar las demandas de los jóvenes, sabiendo que "en el corazón de cada joven hay un resorte de vida y bien que los adultos tenemos que saber descubrir" como lo ha expresado  Monseñor Ricardo Ezzati.

Monseñor Héctor Vargas Bastidas, Obispo de la Diócesis San Marcos de Arica y Presidente del Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, ha planteado  algunas aristas de cómo la Iglesia puede aportar al mejoramiento de la calidad de la educación y de alguna forma dar respuesta a lo que hoy demandan miles de estudiantes.

-¿De qué forma la Iglesia puede ayudar a que la educación sea un bien equitativo en nuestro país

         En primer lugar, aportando la enorme riqueza de su enseñanza doctrinal en el campo educativo, acumulada a través de los siglos. Creo que la Iglesia puede aportar mucho a una reflexión seria sobre la educación, sobre todo a la hora de definir su identidad y rol a nivel de su naturaleza y fines. Percibo que mucho de esto se ha ido perdiendo, transformándose la educación en un mero espacio de instrucción o de producción de profesionales, olvidando lo que le es esencial, la formación integral, humano y espiritual de la persona humana, la construcción de un proyecto de vida en base a principios y valores objetivos, trascendentes y universales, la búsqueda apasionada de la verdad por parte de las ciencias, y espacios en donde discernir el tiempo y las historia que nos toca vivir y los modos de comprometerse en el desarrollo de un mundo más justo y humano

-¿Considera que el trato que ha tenido el Gobierno hacia los estudiantes es humanizador?

         Me parece que los distintos actores deben mejorar su capacidad de enfrentar y resolver los conflictos. El hecho de que dirigentes estudiantiles, políticos y sociales den a conocer situaciones del mundo de la educación que requieren transformaciones, varias de las cuales son legítimas y objetivas, no basta. Tampoco basta la voluntad expresa del Gobierno de querer responder a ellas con una serie de medidas y el enuncio de una batería de Proyectos de Ley. En todos ellos, se requiere una auténtica voluntad de querer dialogar, escucharse, buscar juntos los mejores caminos y la posibilidad de consensuar al máximo aquello que es objetivamente alcanzable y realizable en el corto y mediano plazo, salvaguardando siempre los distintos derechos de una sociedad plural y democrática como la nuestra.

-¿Cómo se puede romper la brecha que existe también en el ámbito educacional, donde los ricos por tener dinero tienen acceso a una mejor educación que los pobres por no tenerlo?

         Si bien el tema de los recursos económicos es un punto importante, no es el decisivo para lograr una mejor educación para todos. De hecho, en los últimos años, los gobiernos han invertido recursos como nunca en la historia de la educación chilena, para obtener finalmente magros resultados. Es un tema mucho más complejo. Tiene que ver con la respuesta a la primera pregunta, pero también con la calidad de la formación, evaluación y prácticas docentes, con los estilos de la gestión educacional privada, municipal y pública, con los ambientes, normas y convivencia escolar, con el grado de compromiso y presencia de los distintos actores de la educación en los distintos centros, comenzando por la familia, y el adecuado acompañamiento de cada joven en los desafíos propios de su desarrollo evolutivo, y las bases que le permiten enfrentar la vida adecuadamente. En el fondo, más que dinero, se trata del grado de calidad del proyecto educativo.

La educación siempre será un tema muy sensible para la sociedad, es así como hoy los jóvenes la cuestionan y expresan sus propias demandas, donde la Iglesia, como institución que ha sido un referente en su desarrollo por estar a cargo de un alto porcentaje de establecimientos educacionales en nuestro país, se manifiesta y declara la urgente necesidad de una educación más humana y más integral.

© Arzobispado de Concepción