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Sacerdotes de la Iglesia de Concepción celebraron el Día del Párroco

Publicado el: 5 Agosto, 2024

Los sacerdotes de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción se reunieron la mañana de este lunes 5 de agosto para celebrar el Día del Párroco en el Seminario Metropolitano. 

La jornada se inició con el rezo de Laudes y luego continuó con una reflexión del arzobispo de Concepción, monseñor Sergio Pérez de Arce SS.CC., en torno al tema “El Cura de Ars y nuestra identidad sacerdotal”, abordando principalmente la importancia de la oración y el celo pastoral. 

Posteriormente hubo una instancia de diálogo y trabajo grupal, tras la que los sacerdotes se dirigieron a la capilla del Seminario para celebrar la Santa Misa, que fue presidida por el obispo auxiliar de Concepción, monseñor Oscar García, junto al arzobispo, monseñor Sergio Pérez de Arce SS.CC.; y el obispo auxiliar, monseñor Bernardo Álvarez. 

En su homilía, monseñor García agradeció a los sacerdotes por “su servicio, su entrega y su fidelidad a la vocación que el Señor, en su infinita bondad y misericordia, nos ha regalado (…) Agradecerles en nombre de nuestra arquidiócesis y pido al Señor que siga haciendo de cada una de nuestras vocaciones una entrega fecunda, en donde muchos de nuestros hermanos se puedan encontrar con el verdadero rostro de Jesucristo nuestro Señor”. 

Haciendo alusión a la fiesta de San Juan María Vianney, Patrono de los Párrocos, que se celebró el domingo 4 de agosto, afirmó que es un motivo de renovación de la vocación a la santidad, “del deseo profundo de ser santos, de anhelar la santidad” e invitó a mirar la vida del Santo Cura de Ars e identificar algunas características esenciales que “pueden ser pilares fundamentales para nosotros”. 

En ese contexto, señaló que la primera actitud para lograr ser santo es la “docilidad al Espíritu, la verdadera humildad de corazón, para que Dios vaya forjando y haciendo su obra en nosotros”. La segunda, es la conversión: “No hay auténtica humildad si no hay auténtica conversión, el deseo de convertirnos al Señor”. Por este motivo, llamó a no sólo rezar por la conversión de los demás, sino que a rezar por la propia conversión “y dejar que el Señor haga -también de mi miseria, de mis fragilidades y de mis virtudes- la obra que Él desea, que sin lugar a dudas es la obra más perfecta”. 

También “la conversión nos ayuda a morir a nuestros intereses particulares para buscar la mayor gloria de Dios y buscar el bien de las almas”. En ese sentido, señaló que “el celo apostólico muchas veces nos lleva a ir a lugares distantes para llevar el mensaje de Jesucristo a los hermanos. Ese celo apostólico que se da con alegría cuando de antemano abrazamos y renovamos nuestra adhesión y nuestro sí al Señor. Cuánto más nos renovamos y nos dejamos tocar por su gracia, sin lugar a dudas, el celo apostólico es cada vez mayor y nos entregamos incondicionalmente por el Reino de Dios y por el bien de las almas”. 

Monseñor Oscar García recordó que al final de nuestros días “el Señor nos pedirá cuentas por lo que hayamos hecho y por lo que hayamos dejado de hacer, si hemos sido llamados a una vocación especial y si nos hemos entregado a la altura de la vocación que hemos recibido, llevando el Evangelio, la misericordia y el amor de Dios”. 

“Para eso es sumamente importante el encuentro con el Señor: No hay un auténtico anuncio si no hay un auténtico encuentro con la persona de Jesucristo frente al Sagrario, en el silencio de la meditación de su Palabra, en permitirle al Señor que susurre en nuestro oído, que nos hable, que nos ayude a discernir su voluntad y a llevarla adelante conforme a su querer. Por eso no podemos descuidar un encuentro auténtico con el Señor, con libertad, para que Él pueda forjar en nosotros su propia imagen como Buen Pastor en medio de su pueblo”, destacó. 

Finalmente, enfatizó en la importancia de la Eucaristía, en que “encontramos la fuerza y la ayuda para cumplir la misión encomendada por el Señor”, e invitó a pedirle “renovar nuestro sí y nuestra generosidad, y la gracia de renovar nuestro deseo de santidad, para que el mundo crea y sobre todo las personas que el Señor, en su Divina Providencia, pone en nuestro camino, crean que somos consagrados de Dios, que a Él le pertenecemos y que nuestras palabras, gestos y acciones no son otras, sino las de Cristo vivo que camina junto a la comunidad y a los hermanos que comparten nuestra vida”.

Es importante mencionar que en la Santa Misa se oró de manera especial por el descanso eterno de la señora Norma Barretto, madre de monseñor Oscar García Barretto; por la señora Elvia Muñoz, madre del padre Juan Carlos Marín Muñoz; y por la señora Gladys del Carmen Manríquez, madre del padre Nestor Díaz, fallecidas recientemente.

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© Arzobispado de Concepción