Celebramos este 16 de julio, la Solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, Patrona y Reina de Chile.
La Virgen del Carmen sale a nuestro encuentro para iluminarnos en el camino
Sabemos que en los comienzos de la patria nuestros próceres encomendaron a la Santísima Madre, bajo la advocación del Carmen, los destinos de esta naciente nación. Hoy nuevamente queremos encomendarle el momento histórico que estamos viviendo, ya que se está gestando el futuro de la patria, donde todos estamos llamados a ser artífices y constructores responsables del país y de la sociedad que queremos para las próximas generaciones.
Ella con ternura de madre sale a nuestro encuentro para marcarnos el camino, para ayudarnos a no perder el horizonte y centrarnos en los valores fundamentales, para seguir forjando una nación con sus riquezas culturales y étnicas, una nación de hermanos, donde prime la verdad, se consolide la justicia, reine la paz, un país construido con respeto, donde el amor a la vida, el diálogo y la solidaridad sea un compromiso de todos.
Haciendo camino con nuestra Patrona y Reina de Chile
María, bajo la advocación del Carmen, nos invita a centrar nuestras vidas en Jesucristo y las verdades del evangelio, como camino a seguir, y desde Él, su verdad y enseñanza, encontrar luces y guías seguras para una mayor profundidad espiritual y sabiduría en el discernimiento.
Poner nuestra mirada en Jesucristo seguro nos ayudará a comprometernos más con nuestra realidad, con nuestro país, buscando no ser meros espectadores de lo que está aconteciendo, sino que trabajar para forjar un mundo diferente y sobre todo una patria que sea casa común para todos, donde se respeten los derechos fundamentales de cada ciudadano y los de todos en igualdad de condiciones.
Por otro lado, ella nos recuerda que ser cristianos nos lleva necesariamente al compromiso con el otro, es decir con el prójimo y sobre todo con los más postergados de nuestra sociedad, aquellos que no cuentan para este mundo. Por lo tanto, estamos llamados a vivir una fe encarnada, con compromisos más auténticos, proféticos y heroicos, en el servicio desinteresado y abnegado, en bien de los demás, a ejemplo de la Virgen que nos lo enseña con su propio testimonio como nos narran los evangelios.
Ella como mujer sabia y de valores profundos, tanto humanos como espirituales, nos ayuda a preguntarnos: ¿Cuáles son mis convicciones, mis valores y mi contribución a nuestra nación, a la que llamamos Chile?
En este tiempo histórico, donde se está tejiendo la nueva Constitución de la República, es bueno, urgente y necesario mostrar cuáles son nuestros principios evangélicos, cuáles son los valores que nos sustentan y dan razón a nuestras vidas y responder con altura de miras, con libertad y compromiso a lo que nuestra sociedad espera y anhela para el hoy y el futuro.
Sin lugar a dudas son tiempos difíciles, pero la historia de nuestra patria está en nuestras manos. También es tiempo de esperanza, porque con los valores del evangelio podemos iluminar nuestra realidad y soñar juntos una nación como Dios siempre la soñó. Una nación que sea copia feliz del Edén.
La Virgen del Carmen, como gran intercesora y humilde servidora del Señor, sale a nuestro encuentro para decirnos que no estamos solos y que, si ponemos la confianza en su Hijo Nuestro Señor, si depositamos nuestras vidas con sus gozos y esperanzas en Él y seguimos sus instrucciones como los sirvientes en las bodas de Caná, el Señor puede realizar el milagro de lo que esperamos para Chile.
Hoy, con plena confianza, le decimos que queremos un Chile para todos, donde todos nos reconozcamos hermanos, donde nadie sobra, donde todos nos sintamos valorados y reconocidos, no por lo que tenemos, sino por lo que somos.
Le pedimos al Señor, por medio de la Virgen del Carmen, que bendiga a nuestro país, a cada una de nuestras familias, a cada uno de los que la habitamos, ya sean oriundo o forastero, y nos traiga la paz a Chile, especialmente para nuestra zona de Arauco y la región de La Araucanía.
Que el Señor por intercesión de la Virgen del Carmen los bendiga a todos.
+Oscar García
Obispo Auxiliar de Concepción
