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Vivir junto a las comunidades: el carisma episcopal de hoy

Publicado el: 21 Junio, 2023

“Navega mar adentro”. Ese es el lema episcopal del Obispo Auxiliar Bernardo Álvarez, el Obispo más joven que se ha nombrado en América, y que hace poco cumplió el primer año como tal. Monseñor Álvarez, quien nació en Talcahuano el 4 de agosto de 1980, fue ordenado Obispo Auxiliar de la Iglesia de Concepción junto al presbítero Oscar García el 30 de abril de 2022. Ordenado sacerdote en 2009, tiene una vasta experiencia pastoral en el mundo rural, y con una profunda admiración a las comunidades que viven su fe.

-¿Cómo ha sido este primer año de tarea episcopal?

-Ha sido una experiencia vital, importante. Como lo señalaba en mis primeras entrevistas compartiendo esta misma noticia, en el horizonte mío no estaba pensar siquiera en el episcopado, más bien era en el sacerdocio ministerial, como párroco, o sirviendo en otras realidades. De hecho, ahora último había sido elegido como Rector del Seminario (2020). Ha sido un tiempo de muchas sorpresas.

Pero junto con ello, ha sido gustar también la vivencia en cuanto a la multiplicidad de servicios y posibilidades que uno tiene al ejercer el ministerio episcopal. Es muy bonito participar con las comunidades y el hecho de llevar adelante el pastoreo, que obviamente uno lo comparte en primer lugar con el Arzobispo, quien es el primer pastor, don Fernando, y el Padre Oscar. Yo eminentemente lo viví en la zona rural, como párroco de Yumbel, Tomeco, Rere y Cabrero, y había ahí una gran riqueza, que yo agradezco mucho hasta el día de hoy, pero eso es una porción de lo que es la Iglesia de Concepción. Como Obispo le toca a uno desplegarse en la diversidad, tanto a nivel de parroquias y sus comunidades, pero también en los colegios, las obras sociales y en la misma sociedad. Como Obispo también hay un diálogo con la sociedad, con la cultura, y es muy bonito poder acompañar tanto en la vida pastoral de la Iglesia como en su inserción en la sociedad.

También he podido experimentar la presencia de Dios, y eso lo percibí fuertemente cuando empecé a rezar más la decisión de decir que sí al Señor y a la Iglesia frente a esta llamada, en los diversos desafíos y la misión propiamente tal. He experimentado mucho la cercanía de Jesús en todos los momentos: tanto los alegres, u otros complejos y desafiantes. Creo que esa presencia ha sido muy intensa este tiempo.

En este año ¿cuáles son esos hitos más marcados, esos momentos buenos y aquellos complejos?

-Yo creo que los buenos siempre tienen que ver con esa presencia como Pastor en medio de las comunidades, y ser partícipe de momentos o hitos que para las comunidades son importantes. Eso para mí es muy maravilloso, poder ser partícipe de la alegría de ellos, que también en el fondo se transforma en la alegría de uno. Los momentos más complejos tienen que ver con acompañamientos a algunas comunidades frente a momentos difíciles que ellas experimentan por diferentes motivos. Es como la tarea del papá o mamá de la familia, que está presente en los momentos alegres, cotidianos, y también en los momentos difíciles, como enfermedades, situaciones dolorosas, muerte, en fin. Es participar de los grandes dolores de la comunidad, involucrarse dentro de los que se puede, y con las capacidades que uno tiene. A mí, históricamente eso me ha enriquecido mucho en el ministerio, porque siendo cura párroco y rector del Santuario me tocó involucrarme en momentos duros de la vida de las personas, y no como un agente externo, como alguien que va, celebra un funeral, o dice ‘que pena por lo que está pasando’. Creo que he aprendido a participar del dolor de las personas, no como algo que sea malo, también lo tomo como algo bueno, que es parte de nuestra vida y de la fe.

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© Arzobispado de Concepción