donar

Homilía del Arzobispo de Concepción en Te Deum 2023

TE DEUM 2023
Catedral de Concepción

+Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción, Chile

18 de septiembre 2023

 

1. Introducción

Nos hemos reunido en la Catedral de Concepción para celebrar el 18 de Septiembre con una acción de gracias, un Te Deum. Lo hacemos con gran solemnidad porque la Independencia que gozamos la amerita.

Me surge como chileno y Arzobispo una mirada agradecida de todo cuanto Dios nos ha regalado. Sí, gracias por la hermosa naturaleza y recursos naturales, pero sobre todo gracias por cada uno de los habitantes de esta tierra.

2. Agradecimientos

Gracias por esos cientos de miles de padres y madres que se levantan cada mañana a trabajar para darles un mejor porvenir a sus hijos. Son los mismos que el 4 de septiembre del 2022 fueron a las urnas a manifestar su opción e irán nuevamente el 17 de diciembre de este año; son los mismos que con tranquilidad y gran espíritu cívico aceptaron el veredicto popular y aceptarán el próximo; son los mismos que al día siguiente volverán a sus tareas habituales. Ustedes son el alma de Chile que con tesón y perseverancia tejen la historia de nuestro país. Son los que se ganan el pan con el sudor de su frente, son honestos y trabajadores y salen a la calle con la vista al frente y con las manos limpias.

Gracias a los profesionales y trabajadores de la salud que con sacrificio y desvelo cuidan al enfermo, a pesar de tantas dificultades. Gratitud especial a aquellos que le dedican lo mejor de sí a atender en los servicios públicos. Viendo las grandes desigualdades existentes en la prestación de servicios médicos entre quienes tienen dinero y los que no lo tienen, es bueno recordar que sobre el conocimiento grava una hipoteca social y que algo tan elemental como ser curado no puede quedar sometido a la ley de la oferta y la demanda. Son miles los pacientes que mueren con sus nombres grabados en una lista de espera. Ustedes demostraron en la pandemia, en los incendios devastadores y en las inundaciones una profunda vocación de servicio y de abnegación. Cuánto sacrificio hubo de parte de ellos, cuánta entrega, incluso arriesgando su propia vida. Son un orgullo para Chile y ejemplo para el mundo.

Gracias a los servidores públicos que, no exentos de dificultades e incomprensiones, le dan continuidad al Estado en aras de servir a la ciudadanía y promover el bien común. Cada vez que hay un caso de corrupción de cualquier tipo, aparece en la prensa. Sin embargo, nadie reconoce a los miles y miles de hombres y mujeres honrados y abnegados que mantienen operativo el aparato estatal en beneficio del país.

Gracias al empresario, desde el más pequeño hasta el más grande, que genera empleo, produce bienes y servicios para la población y contribuye así al desarrollo del país. Una mención especial a aquellos que se adecuaron a las circunstancias dolorosas como los incendios y las inundaciones, así como aquellos que en tiempos de pandemia hicieron esfuerzos para mantener a sus trabajadores y los procesos productivos. Tenemos que fortalecer a los emprendedores porque dan trabajo y el trabajo es vida, prosperidad, dignidad y la fuente por naturaleza para llevar el pan a la mesa.

Gracias a las Fuerzas Armadas, que garantizan la soberanía y a las Fuerzas de Orden y Seguridad que están vigilantes para que los habitantes a lo largo y ancho del país puedan vivir tranquilos y dormir serenos. Gracias por estar presentes en momentos aciagos en los cuales el temor se ha ido apoderando de las calles y los barrios. Su abnegación y profesionalismo, a veces con recursos muy limitados, darán frutos más temprano que tarde, porque el mal no puede triunfar sobre el bien, porque la tradición de Chile como un Estado donde las leyes se respetan va a prevalecer sobre quienes se quieren imponer por la fuerza y malas prácticas.

Un saludo especial al Ejército en el día de las glorias del Ejército de Chile.

Gracias a los profesores de todos los estamentos de la educación, que van forjando en las aulas el futuro de Chile. Hombres y mujeres de bien que de manera abnegada sortean con dificultad un escenario familiar y cultural muy complejo y que ha dejado huellas en los estudiantes de todas las edades y de todos los sectores. Soy consciente del esfuerzo inmenso que realizan por seguir educando en medio de tanta adversidad. Un reconocimiento especial a aquellos maestros que cuentan con pocos recursos y están aislados. Hemos de apoyar a los profesores con fuerza, así como a la educación pública que se extiende por todo el territorio.

Gracias a los sacerdotes, diáconos y religiosas que promueven el Evangelio y trabajan incansablemente, con amor y dedicación, en favor del pobre y del necesitado. Como no agradecer la inmensa labor evangelizadora que realizan anunciando el mensaje de Jesucristo y trayéndonos su paz y sus enseñanzas que se resumen en vivir el mandamiento del amor, junto a una notable acción social  para que nadie se quede sin un plato de comida caliente. Plato que se da con amor sin preguntar nacionalidad, credo religioso, situación familiar o actividad.

Gracias a todos quienes trabajan en el Ministerio Público y en los tribunales poniendo al servicio de los ciudadanos el derecho a obtener justicia en sus causas.

Gracias a los gendarmes que con tanto empeño buscan reinsertar a quienes han delinquido a su vida familiar, laboral y social.

Gracias a los bomberos, defensa civil, voluntariado, gracias, gracias, muchas veces muchas gracias. Es notable todo cuánto realizan en medio de las desgracias naturales que nos azotan día a día.

Gracias a los jóvenes, que padeciendo muchas penurias económicas y algunos mucha soledad, se esfuerzan por sacar adelante su carrera en vistas de un futuro mejor. Tenemos en los colegios y universidades de la región testimonios notables de jóvenes que con sacrificio sacan adelante sus carreras. No aparecen en la prensa, no hacen ruido, pero son la savia de los futuros líderes del país.

Gracias a los ancianos de nuestro país, protagonistas de la historia y que no siempre son adecuadamente reconocidos. Un agradecimiento especial a los hogares de adultos mayores que sortean día a día múltiples dificultades  para ofrecer no sólo buena atención sino que también afecto y cariño. Me avergüenza que muchos de esos hogares sean tan precarios y quienes han dado su vida al país terminen solos, enfermos, pobres y viejos y como si fuera poco, su alimento diario dependa de un bingo, una rifa, un concierto o de los vueltos después de suculentas compras en el supermercado. Esa es la realidad y será aún más grave si no se revierte la baja natalidad que exhibimos hoy en Chile, una de las más bajas del mundo. La Iglesia cuando promueve el matrimonio y la fecundidad no sólo está anunciando el querer de Dios para sus hijos sino que también le está haciendo un gran favor a la sociedad. Una sociedad estéril está condenada a morir y a dejar a los adultos en la más absoluta indefensión.

Gracias al personal de la Institución de Iglesia, la Ciudad del Niño Ricardo Espinosa, y otras similares, que con esmero y con muy pocos recursos atendieron en sus programas residenciales y ambulatorios. Es una institución venerable que realiza un trabajo encomiable. Su contribución es enorme a pesar de la fragilidad de las políticas públicas en materia de niñez. Seguiremos por la senda del cuidado porque es nuestra vocación y les pido encarecidamente que la conozcan, que se hagan parte de ella porque acoge y cuida a los niños más vulnerables de la Región.

Gracias a los pueblos originarios, que con sus tradiciones y cultura enriquecen al país y nos recuerdan el amor a la tierra, a la familia y el respeto a los ancianos, que la  cultura occidental fundamentada en la competencia y el lucro los tiene cada vez más abandonados. Sin duda que Chile tiene una deuda pendiente que será saldada, sin duda alguna, porque cada vez la sociedad comprende con más fuerza que han sido postergados por mucho tiempo y es una herida que hay que sanar.

Gracias al inmenso esfuerzo que está realizando el Estado para dejar atrás los efectos  de tantas desgracias naturales que nos han herido y que tanto daño nos hacen. Hagamos un minuto de silencio por aquellos compatriotas que murieron en los incendios. También tengamos presente a quienes han muerto en terribles accidentes de tránsito, así como fruto de la violencia que, lamentablemente, nos asedia con fuerza en el país y el mundo.

Gracias a los profesionales de la prensa que de manera abnegada nos mantienen informados de lo que acontece día a día en la región, en Chile y en el mundo. Tantas situaciones las conocemos solo porque la prensa hizo su trabajo de investigar e informar. Muchos han sido objeto de agresiones y de maltrato, algo que no debemos permitir bajo ningún punto de vista. Un país que no cuida la libertad de la prensa es un país debilitado en su democracia.

Tanta belleza, tantas personas e instituciones que nos conmueven día a día, y que las podemos descubrir con los ojos de la fe que nos regala Jesús y dar gracias por ellas. Esta mirada agradecida de la vida nos permite, incluso en medio de la oscuridad, descubrir que siempre está la luz de Cristo que nos permite iluminar el camino con amor y sabiduría. Nos permite vivir con la esperanza de un futuro más próspero para todos. Que nadie nos robe la esperanza, que nadie nos robe los ojos de la fe para descubrir todo lo bello que hay incluso en medio de tantos dolores, que nadie nos robe el sueño de dejarle a las futuras generaciones un país mejor que el que recibimos.

Bienaventurados todos ellos, nos diría el Señor, porque con su trabajo diario están tejiendo un Chile mejor, una región mejor, más bella y próspera, más justa y pacífica. Bienaventurados todos ellos porque serán llamados hijos de Dios. Delante de Dios, de la Virgen del Carmen, y de la bandera nos enorgullecemos de esta patria maravillosa que se nos ha regalado y de la que hemos de estar siempre agradecidos y siempre dispuestos cuidar como un gran tesoro.

3. Compromiso

Hoy también, movido por la solemnidad de la ocasión, y recogiendo su larga tradición, la Iglesia Católica, en este día de acción de gracias, se compromete nuevamente y públicamente a cumplir su tarea de anunciar el Evangelio que nos trae Jesús, el Señor, de promover incansablemente la paz y de ayudar al débil y al necesitado. La Iglesia Católica al contemplar a su maestro aspira a que su horizonte desde donde comprende el mundo sea el pobre, el humillado, el que no tiene voz. Lo hizo acompañando a los familiares de los detenidos desaparecidos hasta el día de hoy y lo seguirá haciendo con todos aquellos que requieran de su maternal cuidado y decidido apoyo.

 

4. Mirada atenta

 

La Iglesia católica, concreta y real siempre animada por la esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva que le viene del Espíritu Santo, Señor y dador de vida, pretende compartir su experiencia con todo aquel que la quiera escuchar. Creyente y no creyente o creyente de otras religiones.

Lo hace apartándose del pesimismo estéril, que sólo critica y no propone, y apartándose también del optimismo ingenuo que cree que todo está muy bien.

Es por ello que quisiera detenerme  en algunos aspectos que debiésemos mirar como sociedad y región con mucha atención.

a. Los jóvenes

Muchos jóvenes están solos, se sienten solos, sus manifestaciones de rabia que vemos día a día en muchos de ellos no es más que el efecto del abandono en que se encuentran. Hay un grupo importante de ellos que no ven horizonte de futuro en sus días y no se sienten parte de la sociedad. Las tasas de autoagresión y de suicidio son alarmantes, así como el consumo de alcohol y droga.

Es alta la deserción de los universitarios, especialmente en las universidades que suelen recibir a los más pobres. Muchos pasan hambre. ¿Podemos quedar indiferentes frente a ello?

Trabajemos para hacer de esta hermosa región una gran sede universitaria, de innovación, de investigación de alto nivel, de creación artística, de generación de nuevos conocimientos. Las condiciones están dadas porque los talentos están.

b. Precarización del trabajo

Me preocupa también el empobrecimiento del valor del trabajo. El trabajo es sagrado porque lo hace una persona, allí radica su riqueza y su dignidad, y no una mercancía que se transa en el mercado, ni un mero hacer en el engranaje de la producción. Duele el alma ver cómo se cierran industrias y los sueños de tantos. Esa es una herida que aún supura en muchos.

Volver a recuperar la dignidad del trabajo y del trabajador es una urgencia primaria del siglo XXI. Si queremos paz social, porque la paz es fruto de la justicia, invito, con insistencia, a los empresarios de la región a ser cada vez más audaces en esta materia y hagan de la región un gran polo de desarrollo pesquero, agropecuario, tecnológico y de servicios, convirtiendo sus empresas en una comunidad de personas, respetuosas de quienes allí trabajan y del ambiente. Un buen empresario junto a la rentabilidad económica mira la rentabilidad social y el bien de las personas, la familia y la sociedad.

c. La violencia

No puedo dejar de mencionar con tristeza y angustia los altos niveles de violencia en los que estamos envueltos. Terminaremos con la violencia y construiremos una auténtica democracia si todos y cada uno de nosotros nos empeñamos en promover una sociedad donde el diálogo prime por sobre la violencia, los aspectos éticos primen por sobre los técnicos, los valores espirituales primen por sobre los materiales y la dignidad de la persona prime por sobre la ideología de cada cual. Chile sabe de crisis a lo largo de su historia, y ha sabido salir de ellas. Chile tiene vocación de entendimiento, Chile es un país con fuerte raigambre cristiana que se manifiesta en los santuarios, en la devoción a la Virgen María y a San Sebastián, con fuerza y compromiso. Dios, la fe, la fraternidad que conlleva y que está presente en millones de chilenos tan distintos entre sí, son los cimientos espirituales con que cuenta Chile para construir una democracia más sólida, más participativa, más equitativa, a la altura de la dignidad humana. Chile dice no a la violencia política en cualquiera de sus formas; dice no a una mirada individualista de la vida por sobre la mirada que busca el bien común. Chile dice sí a la honestidad, al amor al trabajo bien hecho y un no rotundo a la corrupción, al cohecho, al amiguismo. Chile dice un sí claro al cumplimiento estricto de la ley y a las buenas prácticas en todos los campos de acción.

d. Fomentar la cultura del diálogo

Por último, me dirijo a quienes tienen altas responsabilidades en los estamentos ejecutivos, legislativos, judiciales, y en las fuerzas armadas y de orden del país. Quisiera con humildad decirles que las acciones generan cultura y esa cultura se instala en el corazón y la mente de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes. Comprometámonos delante de Dios, la comunidad y la patria a ser ejemplo en el decir y en el hacer. Comprometámonos a que nuestras familias, vecinos y amigos se sientan orgullosos de nosotros y a salir a la calle con la frente en alto y las manos limpias. Ese compromiso es intransferible porque no hay nada más personal que el mérito y la culpa. Estoy seguro que será el inicio de un gran futuro y de buenas noticias para todos. Nunca olvidemos que hemos sido creados para la grandeza y no para la comodidad, para construir y no para destruir, para el amor y no para el odio, para la verdad no para la mentira. Esa es nuestra vocación más genuina, para eso hemos sido creados.

En estos tiempos turbulentos tendrán la oportunidad de generar la cultura del diálogo con altura de miras, la cultura del respeto irrestricto por el que piensa distinto, la cultura de reconocer cualidades humanas en el adversario político. La cultura de la propuesta de ideas, la cultura de la mirada país por sobre la mirada del partido. La cultura que postula que la sociedad no se divide entre  buenos y malos y que todos tenemos algo que aprender de los demás.

Que la pasión que legítimamente genera la alta vocación de dedicarse al servicio público no empañe la serenidad, no vulgarice el lenguaje, no enturbie la democracia, no pauperice la sana convivencia.

Convirtamos el tiempo que nos ha tocado vivir como país en una gran oportunidad para fortalecer la democracia, el valor del ser humano desde que es concebido hasta su muerte natural, la capacidad de reconocer lo valioso que  hay en el otro y la hidalguía para buscar lo que es bueno, verdadero, justo y sobre todo lo que privilegie al más necesitado. Como arzobispo de Concepción, siempre estaré para acompañarlos en esta noble tarea porque nuestro Chile querido que tanto amamos lo merece.

Dios nos bendiga y nos cuide.

Publicado el: 18 Septiembre, 2023
© Arzobispado de Concepción