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Alberto Hurtado, un santo actual

El padre Alberto Hurtado, fue llamado a la Casa del Padre, un 18 de agosto de 1952,  dejando un legado de su obra que perdura hasta nuestros días. Es por eso que cada 18 de agosto en nuestro país, es el “Día de la Solidaridad”, en memoria de su vida y que se instauró como una iniciativa del Congreso Nacional en 1994, con motivo de su beatificación.

Desde el centenario de su nacimiento, el 2001, no sólo recordamos el Día de la Solidaridad, sino que que vivimos el mes dedicado a este valor tan fundamental, para cualquier sociedad y que en este tiempo de Coronavirus adquiere un mayor realce.

La vida y obra del padre Hurtado nos interpelan profundamente como país y de manera especial como Iglesia. Fue un hombre que no quedó indiferente frente a las injusticias y el dolor de los más necesitados.

Su amor por Jesucristo y el evangelio, así como su coherencia y testimonio de vida, son una brújula segura para nuestros días.

La Pandemia no sólo nos hace más conscientes de nuestra propia fragilidad humana, sino que ha puesto en mayor evidencia tantas situaciones que viven millones de chilenos y chilenas y que como sociedad tenemos pendiente.

El padre Alberto Hurtado en su vida, encarnó el evangelio de Jesucristo, trabajando en sus obras por el reconocimiento de la dignidad de cada persona y sus derechos, teniendo como principio que “la caridad comienza donde termina la justicia” y que como afirmaba en su libro Humanismo Social, “la meditación, la oración, la educación deberían mantenernos con los ojos siempre abiertos al dolor humano y con el corazón adolorido por sus sufrimientos”

 

En este tiempo que para muchos ha sido como un gran freno, en medio de una sociedad cada vez más acelerada y en muchos aspectos deshumanizada, nos permite detenernos, para no descuidar lo esencial en la vida y en hacernos responsables de todos aquellos que han quedado en el camino, para ir transitando de una cultura del individualismo y el consumismo, a una cultura del encuentro y la solidaridad, como valores que tenemos que recuperar.

En estos meses de manera silenciosa y permanente hemos sido testigos de tantas cadenas de solidaridad en medio de la pandemia, que actualizan  la mano tendida del buen Samaritano y que tenemos el desafío que perduren en el tiempo. Desde la solidaridad entre los países, hasta la solidaridad entre los vecinos.

En sintonía con la vida y la obra del padre Hurtado, el Papa Francisco en la Audiencia General del 12 de agosto, nos decía que “el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias”, como “la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional.” y que “si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados, incluso de la creación, no podemos sanar el mundo”:

Que el testimonio del padre Hurtado nos ayude a centrar nuestra vida y a tener siempre el corazón puesto en Dios y en las personas, especialmente en los más necesitados.

 

P. Víctor Álvarez Tapia
Vicario para la pastoral Juvenil
Iglesia de Concepción – Chile

Publicado el: 20 Agosto, 2020
© Arzobispado de Concepción