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El Buen Pastor

Es hermoso ser sacerdote. Qué regalo más inmenso por parte de Dios de llamar a algunos hombres a ejercer el ministerio sacerdotal y a otros el episcopal. ¿Puede haber una misión más hermosa en la vida que hablarle a Dios de los hombres en la oración de todos los días y hablarles a los hombres de Dios en la predicación y con el testimonio?

¿Qué sería de la sociedad sin la presencia de las parroquias, sin la capilla, sin esa comunidad que nos acogió en medio de la alegría de un nuevo nacimiento, en la esperanza de un matrimonio o en la tristeza por la partida de un ser querido? Qué sería de nuestras vidas si no nos ungieran con la gracia de los sacramentos, nos perdonaran nuestros pecados y nos recordaran que en la eucaristía Dios está presente, nos acompaña y se hace uno con nosotros en su propio cuerpo que es la Iglesia.

Vivimos tiempos donde se manifiestan diversas crisis en la sociedad: crisis de fe y de sentido, crisis de las instituciones, crisis de los abusos, crisis en las familias, crisis de confianza, entre otras. En este ambiente se afecta profundamente la posibilidad de pensar en proyectos de vida que se arraiguen en Dios o en valores fundamentales que impliquen la donación de toda la vida al servicio de grandes causas por las cuales vale la pena dejarlo todo (Lc. 5, 11). En esta Jornada de Oración por las Vocaciones queremos escuchar la voz del Buen Pastor Resucitado que nos anima a rezar insistentemente para que el dueño de la mies envíe operarios a sus sembrados (Mt. 9, 37 -38). Reconocemos que la vocación sacerdotal es un don gratuito de Dios, Él llama y elige, sin embargo, como Iglesia debemos pedir este don con fe y perseverancia (Mt. 7, 7 – 12).

Nuestra Arquidiócesis de Concepción cuenta actualmente en la formación inicial con un seminarista y un diácono en tránsito al sacerdocio. El Seminario Metropolitano se mantiene, pero hemos tenido que sumar otro proyecto para revitalizar este espacio y que sea un centro de acogida vocacional, de oración y espiritualidad. Con todo, creemos que el Señor sigue llamando y quiere una profunda renovación vocacional, hombres y mujeres que sientan la urgencia por la Nueva Evangelización en un mundo secularizado, que experimenten el fuego que abrasó a los apóstoles en Pentecostés (Hech. 2, 1- 4) y se dispongan a llevar la presencia del Resucitado a toda la creación (Mc. 16, 15). En una sociedad que corre tanto necesitamos la presencia de buenos pastores, que nos escuchen, nos apacienten, nos cubran con el manto de misericordia. Necesitamos que nos hablen de Dios y nos impulsen a reconocerlo en el más pobre y desvalido.

En el domingo del Buen Pastor les invito, además, a dar gracias a Dios por los sacerdotes que nos han acompañado durante nuestras vidas y sobre todo por aquellos que, no exentos de dificultades, trabajan día a día, de sol a sol, para llevar a Jesucristo a todas partes, con sencillez y alegría, pero sobre todo con la convicción de la presencia de Dios en medio de su Pueblo, de acuerdo con su promesa de que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mt. 28, 20).

Que Dios nos bendiga y nos cuide, nos acreciente la fe y nos haga descubrir cada día, con nuevo ardor y espíritu misionero su presencia en nuestras vidas.

 

+Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción 

Publicado el: 7 Mayo, 2023
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