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Fiesta del beato Ceferino Namuncurá

Estamos celebrando por estos días la fiesta del beato Ceferino Namuncurá, y aunque quizás no es muy conocido, tiene una importancia muy grande para nuestra zona. Nacido de padres chilenos en el año 1886, su padre el Gran Cacique Manuel Namuncurá procedente  de la zona del volcán Llaima en la IX región y su madre, doña Rosario Burgos, oriunda de la zona del Lonquimay emigran a Argentina, donde nació Cererino en la zona del Chimpay, sector de Río Negro en la Patagonia Argentina . A los dos años es bautizado e ingresa unos años después a estudiar en el colegio de los padres salesianos de Buenos Aires. A los doce años hace su primera comunión y un años más tarde su confirmación, expresando su deseo de ser misionero “para evangelizar a los de mi raza”. Era un joven muy inteligente, pero de delicada salud, detectándose una afección al pulmón a temprana edad. Es llevado de Argentina a Italia, donde en Roma es recibido por el Papa san Pio X en el año 1904. Un año más tarde muere en Roma. Años más tarde se inició el proceso de beatificación que culminan el año 2007 con la declaración solemne por parte del entonces papa Benedicto XVI como beato, el 11 de noviembre de ese año.

Esta breve reseña nos muestra la importancia que tiene para nosotros el beato Ceferino. Siendo un joven perteneciente al pueblo mapuche, decidió consagrar su vida a Dios, con el propósito de ser misionero para actuar en favor de la evangelización de su pueblo, y hoy intercede por todos nosotros. En estos tiempos de pandemia y también de situaciones de diversos reclamos sociales, podemos dirigir nuestra mente hacia Dios como lo hizo el beato Ceferino, quien nos entrega un gran testimonio de amor a Dios, a su gente y a toda la creación. Como Iglesia estamos llamados a fortalecer la pastoral con los pueblos originarios y en especial con el pueblo mapuche presente en nuestra zona, junto con estrechar lazos con nuestros hermanos argentinos que se alegran en estos días en la fiesta de este gran beato.

Recemos en este mes por los pueblos originarios y dispongámonos a ayudar a sus necesidades, sintiéndolas como nuestras, y aprendiendo de su cultura y de su sabiduría ancestral, especialmente en el cuidado de la naturaleza,  considerando las palabras del Papa Francisco en la encíclica Laudato Si’  “Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores” (LS 146). Aprendamos a respetar su cultura y empapémonos de ese inmenso tesoro que les permite por medio de la creación encontrarse con el Creador.

 

Pbro. Pedro Gómez D.
Vicario General y Párroco de Lourdes – Concepción

Publicado el: 27 Agosto, 2020
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