donar

Imperativo moral

Comprendí y viví el 11 de septiembre como una tragedia. La violencia se apoderaba de la ciudad. A 50 años soy un convencido que dado que lo que no es asumido no es redimido, es fundamental que se sepa dónde están las personas detenidas y desaparecidas y qué pasó con ellas. Darle una digna sepultura es lo menos que se puede exigir a un país donde rige el Estado de derecho. La justicia chilena y todos los que tienen información y callan, tienen una deuda con ellos y con Chile. Hacer como que no ha pasado nada o argumentar que ya ha pasado mucho tiempo no sólo no resuelve la situación por la que claman tantos chilenos, sino que la agrava.

Además, es un imperativo moral que todos los chilenos de manera personal y colectiva, a través de los partidos políticos, asociaciones gremiales, colegios profesionales, civiles y militares, escuelas, colegios y universidades, declaremos públicamente y sin ambigüedades que no hay espacio para la tortura, la desaparición forzada de personas, ejecuciones sumarias, degollamientos y cualquier tipo de vejamen a un ser humano.

La violencia jamás ha de ser una forma de acción política y nunca se ha de buscar un fin, por muy noble que sea, a través de un mal. Esta máxima ha de ser grabada en el corazón de todos los chilenos desde la infancia. Sólo así podremos sentar las bases de una auténtica democracia y comenzar a vislumbrar la civilización del amor porque estará  cimentada en la verdad, la justicia, la reparación, el perdón y la reconciliación.

Mirar el futuro con esperanza es tarea de todos. Ello implica detenerse en el presente y tener la hidalguía de reconocer que hubo muchos compatriotas que fueron asesinados y denigrados en su dignidad. Decirlo con claridad junto con comprometerse al anhelado nunca más es lo que Chile hoy requiere.

Mons. Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción

Publicado el: 11 Septiembre, 2023
© Arzobispado de Concepción