donar

La señal de Navidad

“Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,12)

En la vida de nuestra Iglesia hemos iniciado el tiempo de Adviento, un tiempo de gracia que nos invita a preparar la venida del Señor. En una triple dimensión creyente se nos anima a mirar con esperanza al Señor que ha venido en la historia, que vendrá al final de los tiempos y que viene cada día a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento para que lo recibamos en la fe y para que demos testimonio por el amor (Pref II de Adviento).

El Adviento es un hermoso tiempo litúrgico que nos ayuda como creyentes para centrar el corazón en el verdadero espíritu de Navidad, es decir, contemplar agradecidos el nacimiento del Hijo de Dios entre nosotros. A través de las lecturas de la Sagrada Escritura, las oraciones propias de la Eucaristía, la corona que se ilumina semana tras semana, podemos profundizar en el sentido de estos días, agradeciendo por la vida de Jesucristo, el Señor, que nace pobre y humilde en el portal de Belén. El gran don de Dios que irrumpe con toda su novedad donde la riqueza se manifiesta en la pobreza, lo fuerte en la débil, lo grande en lo pequeño (Cfr. Acto penitencial del Tiempo de Navidad).

Tradicionalmente las familias disponen sus hogares para celebrar, se coloca el árbol de Navidad, el pesebre, las luces, los adornos, todo el entorno adquiere nuevos colores y también aromas que anuncian la Navidad. Estos días nos regalan la oportunidad de vivir tres verbos importantes que pueden dar mayor sentido a las celebraciones: en primer lugar, agradecer, a Dios por su Hijo, por la vida nueva que nos regala, por nuestras comunidades donde se vive y proclama la fe, también agradecer a tantas personas que hacen el bien, que con abnegación entregan su vida cotidianamente por los demás para crear una sociedad mejor, más cristiana y más humana.

En segundo lugar, recordar, al celebrar Navidad y finalizar el año es una oportunidad para volver a pasar por el corazón la historia de salvación que hemos vivido durante este año 2023, no dejar de apreciar en la fe el paso del Señor por nuestra vida personal o comunitaria, asimismo recordar con cariño a nuestros seres queridos, los que están con nosotros, los que se encuentran lejos o los que ya han partido a la casa del Padre, agradecer su presencia, es una hermosa oportunidad para estrechar lazos, incluso es oportuno perdonar las faltas o pedir perdón.

Por último, un tercer verbo es compartir, Dios ha compartido lo mejor de sí para nosotros, su propio Hijo, que se hace nuestro hermano en la fragilidad de nuestra carne, en la sencillez de su nacimiento. Vivimos tiempos difíciles donde impera en muchos lugares la guerra, la violencia, el pesimismo, la desesperanza. Qué importante sería dar testimonio de Jesucristo en estos ambientes, con amor fraternal y solícito compartir la vida del Señor sobre todo en medio de los que sufren, sin duda son hermosas las campañas navideñas, las visitas a los hogares, a la cárcel, a personas más vulnerables de nuestra sociedad y tantas otras iniciativas que surgen en estos días de Navidad, no obstante, debemos siempre pedir al Señor la gracia de reconocerlo en el hermano que sufre, no perder de vista la señal: “Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre(Lc 2, 12).

Vivamos durante estos días una vigilante y atenta espera de la manifestación del misterio de Dios en Jesucristo, acompañemos a María y a José, pero también dejémonos acompañar por ellos, cultivemos la oración y el silencio, gestos de caridad y solidaridad con sentido. Finalizo con dos pensamientos de alguien que vivió la sencilla espiritualidad de Nazareth, junto a Jesús, María y José, que puedan resonar en estos días:

“Tan pronto como creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa sino vivir para Él.”

“Jesús sólo se merece ser amado apasionadamente” (Charles de Foucauld).

Mons. Bernardo Álvarez Tapia
Administrador Diocesano de Concepción

Publicado el: 22 Diciembre, 2023
© Arzobispado de Concepción