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La soledad, causa de muchos males

Es cosa de mirar la realidad para darse cuenta de que estamos muy lejos de una sociedad justa, pacífica, armónica y fraterna, donde las personas puedan desarrollar todo el potencial que Dios les ha regalado para el bien de la comunidad y su realización personal. Demasiados desencuentros en la familia, en el vecindario, en el trabajo. Para muchos la vida se les hace muy difícil. He ahí una de las causas de tanta automedicación, autoagresiones y tanta violencia sin que medie causa alguna.

Hace poco, el Servicio  Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) aplicó una encuesta a 6.000 estudiantes de segundo medio en el Biobío vinculados con la juventud y el bienestar. Un 44% no tiene conversaciones sobre temas personales con sus padres o tutores. Es decir, un grupo no menor de jóvenes carecen de una relación de confianza con sus padres. También es relevante el impacto que tiene en ellos una mala relación con sus pares. La situación es clara: a peor relación con los padres y los pares, mayor es el consumo de alcohol y drogas. Eso tiene una explicación: los seres humanos hemos sido creados para amar y ser amados y si no tenemos esa experiencia en nuestro entorno, entonces lo buscamos, a modo de compensación, en otros espacios.

Creo que la mejor política pública que se puede promover hoy es fortalecer los lazos familiares, fortalecer los ambientes de cariño y afecto y desterrar todo lo que vaya dejando personas en el camino, como lo es el bullying, el trato hostil, los desencuentros que hieren el alma. Es notable que los hijos cuando se sienten protegidos, queridos y respetados no suelen recurrir a sustancias como el alcohol y la droga. Esto nos dice que las políticas públicas represivas no servirán de nada si no van a acompañadas de una clara opción por mejorar la relación de los padres con sus hijos.

¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia! Ello implica mirar con más atención lo que pasa en su interior pero también en el trabajo de los padres. El tiempo que tardan en desplazarse de un lugar a otro, será clave comprender si hay o no momentos en los que estén con sus hijos y su predisposición a que ese “estar” sea profundo y significativo. Esto, además, nos deja otra lección: muchas veces creemos que a los niños y a los jóvenes se les tranquiliza con cosas o entretenciones. Eso no es así. Esa es una trampa. Las cosas no calan en el corazón de las personas. Lo que llega al fondo de sus vidas es el afecto, el saber que no están solos, el promover sus capacidades y habilidades y que se les reconozca por lo que son y no por lo que hacen o sus resultados escolares. Ello implica una nueva cultura, que la Iglesia llama la civilización del amor. Este es un buen programa evangelizador cuyo impacto social será impresionante. En resumen la tarea es apostar por las personas en primer lugar y no por las cosas o el hacer. Y apostar por las personas es apostar por la familia.

+Fernando Chomali
Electo Arzobispo de Santiago de Chile

Publicado el: 6 Noviembre, 2023
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