donar

Liderazgo

Los seres humanos no nos bastamos a nosotros mismos. Necesitamos que nos acompañen y nos guíen. Esa es la tarea de nuestros padres, familiares y amigos, después de los profesores y de los líderes espirituales. También a nosotros nos corresponderá hacerlo.

El Estado también nos guía a través de la Constitución, leyes y normas. La intuición que tenemos anidada en nuestro corazón de buscar y hacer lo que es bueno, justo, correcto y adecuado nos permite crecer como personas y ser un aporte para los demás. También en el ámbito laboral tenemos personas que nos guían. Se trata de nuestros jefes que suelen tener más experiencia y más conocimientos que nosotros.

Hoy, y cada vez con mayor intensidad, al líder se le reconoce no tanto porque tenga un buen trabajo, un gran título o mucho dinero sino por su comportamiento, por su coherencia de vida en relación a lo que piensa, dice y hace. Parménides decía 400 años AC que los jóvenes le dan más crédito a lo que ven que a lo que oyen. Esa frase sigue vigente hoy, tal vez más que nunca. Un buen líder puede hacer mucho bien porque puede ayudar a que las personas que están cerca se desarrollen como tales y saquen a la luz sus cualidades, destrezas y habilidades, en definitiva lo mejor de sí. Ese líder comprende que su tarea es hacer que las personas sean más y no sólo que tengan más. A ese tipo de liderazgo es al que todos debemos aspirar. Por el contrario cuando una persona usa su autoridad para opacar a los demás, o tratarlos como meros instrumentos en beneficio propio, estamos frente a la negación de lo que está llamado a ser un buen líder y debemos tener mucho cuidado. Quienes tenemos cargos de responsabilidad en cualquier ámbito de la vida social hemos de ser muy cuidadosos con la autoridad que se nos ha confiado y jamás puede ser usada en contra de los demás. Es lamentable apreciar que en muchos ámbitos hay un uso inadecuado de la autoridad. A veces hay situaciones de abuso sicológico que dañan a las personas y los ambientes. Hay personas que se sienten humilladas y maltratadas en sus lugares de trabajo. Una escuela, una universidad, un hospital, una repartición pública o empresa bajo esas condiciones no tiene futuro, porque reniega de su función principal que es generar una sociedad más justa.

Un buen líder, en primer lugar ha de tener una meta compartida por todos y ser capaz de guiar al equipo a su cumplimiento. En segundo lugar debe ser capaz de detectar cuales son las habilidades de cada miembro de su equipo y potenciarlas al máximo. No hay recompensa más grande que sentirse valorado en el trabajo. En tercer lugar debe actuar siempre de manera transparente y ser veraz. Un buen líder genera ambientes de trabajo gratos donde prima el respeto y la buena voluntad. Por último, el auténtico líder está siempre dispuesto a escuchar y a cambiar sus prácticas si éstas son equivocadas y es capaz de valorar positivamente las correcciones que su equipo le haga en relación a su modo de actuar. Una de las deficiencias de la educación en nuestro país es que está muy centrada en los aspectos cognitivos, es decir muy centrada en el conocimiento, sin embargo poca o nula importancia se le da a otras dimensiones del saber que tienen que ver con el modo adecuado de relacionarnos con los demás y sobre todo a reconocer en cada ser humano un verdadero prodigio, que bien acompañado puede hacer un aporte extraordinario a la sociedad. En la actualidad se percibe un gran vacío de líderes, sobre todo en lo jóvenes que claramente los esperan y los necesitan.

+Fernando Chomali Garib
Arzobispo de Concepción

Publicado el: 1 Agosto, 2023
© Arzobispado de Concepción