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Mañana será tarde

Los millones de chilenos y los miles de migrantes que se levantan todos los días a trabajar, que van a dejar a sus hijos al colegio, que llegan agotados a su casa después de horas de movilización para ir y volver al trabajo, o que después del trabajo estudian, no se merecen el nivel de violencia que se respira en las calles.

Los millones de chilenos y los miles de migrantes que por primera vez tienen un hijo en la universidad, han podido comprarse un auto y salir unos días de vacaciones, y todo con el esfuerzo diario, el ahorro sistemático y la confianza de saber que el estado de derecho que nos rige los protege, no se merecen enrejar sus casas y encerrarse en ellas a las siete de la tarde.

Los millones de chilenos y los miles de migrantes que pagan sus impuestos, que son honestos en su vida diaria y capaces de sacarse el pan de la boca para un futuro más próspero para sus hijos, no se merecen ver a quienes han sido privilegiados con oportunidades de estudio y acceso al poder, corromper a quien se les ponga por delante para lograr sus objetivos.

Los millones de chilenos y miles de migrantes que aman a Chile con toda su alma y vibran con un triunfo deportivo, que van a votar de modo pacífico y respetan las leyes rigurosamente no se merecen las maledicencias que van y vienen para obtener alguna ventaja de cualquier tipo o un par de segundos en los medios de comunicación social.

Está a la vista una situación de clara decadencia en Chile en todos los niveles de la sociedad. Eso es indiscutible, como indiscutible es la incapacidad de quienes tienen responsabilidades de ponerle atajo.

Ello exige un esfuerzo aún mayor de parte del Estado de Chile y de quien gobierna. De no ser así, podría suceder que estos millones de chilenos y miles de migrantes opten por defender lo que les pertenece con sus propias manos. Así, terminaremos viviendo en un verdadero infierno.

Todavía algo se puede hacer, pero ello exige una clara determinación de parte de todos los actores sociales, especialmente de quien ostenta el poder político y mucha magnanimidad.

Como católicos es mucho lo que podemos hacer. En primer lugar cumpliendo a carta cabal las leyes, porque un buen cristiano es un buen ciudadano, como decía San Juan Bosco. Tampoco olvidemos rezar incesantemente, porque como dice el Salmo “si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”. También debemos ser más solidarios, asertivos, generosos y preocupados por el bien común porque detrás de cada acto delictual hay una persona que tuvo o tiene un drama humano que ni siquiera lo podemos imaginar. Manos a la obra ahora, porque mañana será tarde.

+Fernando Chomali G.
Electo Arzobispo de Santiago

Publicado el: 23 Noviembre, 2023
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