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Mes de la Solidaridad 2023: “Recordar que somos hermanos”

El 18 de agosto es el día de la pascua de San Alberto Hurtado, y día nacional de la solidaridad, instituido por el Congreso Nacional, en el año 1994, como reconocimiento por su lucha incansable por la justicia social y la dignidad de las personas que viven en condiciones de pobreza. Su testimonio ha inspirado a generaciones, y lo sigue haciendo hasta nuestros días. Para la Iglesia, su fidelidad al Evangelio y su coherencia, son modelo a seguir y actualizar.

Así, cada mes de agosto, es dedicado a la solidaridad, y la Iglesia invita a profundizar su significado, que va más allá de acciones aisladas, para traducirse en actitudes y acciones permanentes y concretas, que ponen en el centro la dignidad de las personas. Para este año, el lema es ”Recordar que somos hermanos”, entendiendo que la solidaridad no es un sentimiento pasajero, es fruto de la convicción de reconocernos hermanos, hijos de un mismo Padre. Esta perspectiva, pone el foco en  que no podemos olvidar que somos hermanos, que el otro, no es un extraño, que su sufrimiento también es el mío, que dependemos unos de otros. Como nos dijo el Papa Francisco al comienzo de la pandemia por covid-19 “nadie se salva solo”, así lo experimentamos, especialmente en esta gran emergencia.

Pensando en este año, en las emergencias de los incendios forestales y luego hace un par de meses, los temporales, nuevamente hemos vivido con dolor la pérdida de vidas humanas, de viviendas, medios de vida, y el trabajo de toda una vida de muchos hermanos. Como respuesta a estas emergencias, se pusieron en marcha múltiples acciones de solidaridad, de todos lados: campañas, donaciones, visitas a las personas en los albergues, proyectos de ayuda humanitaria, y tantas otras iniciativas que hasta el día de hoy continúan desarrollándose. Podríamos decir que de a poco, hemos ido creciendo en mayor conciencia solidaria, en salir al encuentro de las necesidades de los demás, y en la comunidad eclesial, un mayor compromiso evangélico por los más pobres y excluidos. Pienso que si somos capaces de recoger los aprendizajes de estas emergencias, podemos responder de mejor manera a otras crisis que enfrentamos hoy: el trabajo colaborativo y en red, el protagonismo de los destinatarios, el respeto a la dignidad de la persona y sus necesidades, la importancia de focalizar de mejor manera los servicios. Esto nos permitirá que la acción solidaria sea más eficaz y transformadora, que impacte más significativamente en la vida de las personas.

San Alberto Hurtado seguramente haría lo mismo, nos animaría a salir al encuentro de tantos hermanos que sufren, y quizás iría más allá, nos preguntaría ¿Qué más podemos hacer para responder a los grandes anhelos que tenemos como país? ¿cómo construir una sociedad más fraterna, de hermanos?, donde cada persona se sienta respetada, aceptada, incluida, con oportunidades para su desarrollo. Las palabras ¿qué haría Cristo en mi lugar? siguen resonando, sobre todo en un momento de la historia de nuestro país, de crisis profunda, de relaciones quebradas, en el que los pobres siguen esperando, aunque la esperanza se desdibuja por la pérdida de confianza en las personas y las instituciones.

“Recordar que somos hermanos” es un llamado a desarrollar más decididamente la dimensión fraterna en nuestras relaciones y opciones, a promover relaciones humanas basadas en la justicia, y el cuidado de los más frágiles y de la creación. Tenemos la misión de llevar esperanza, de promover la paz y trabajar por el bien común, tarea en la que todos podemos aportar.

Gabriela Gutiérrez Holtmann
Delegada Episcopal para la Pastoral Social

Publicado el: 18 Agosto, 2023
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