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Padre Jorge Delpiano SJ

El Padre Jorge falleció hace unos días. Su funeral fue hermoso. Las palabras del Superior de la Compañía de Jesús lo retrató de cuerpo entero. La familia también dijo unas palabras al final que nos tocaron el corazón. Sus sobrinos y sobrinos nietos lo querían y valoraban mucho. El Padre Jorge se hizo querer. Su testimonio de vida cristiana estremecía a cualquiera.

Varios sacerdotes de la Arquidiócesis de Concepción y la Diócesis de Chillán viajaron largas horas para rezar junto al féretro. Emocionante fue ver a miembros de la comunidad San Pablo de la Villa Universitaria de la parroquia San Ramón Nonato de Concepción. Lo mismo hicieron miembros de la comunidad CVX de Concepción. La presencia de los sacerdotes de la Compañía de Jesús se hizo sentir con fuerza. El Padre Jorge tenía muchos amigos, era querido, no competía con nadie ni tampoco le interesaba sobresalir. Lo suyo era anunciar el Evangelio en todas partes.

El padre Jorge entregó lo mejor de sí en Concepción. En el Seminario fue director espiritual durante muchos años, creó un proyecto formativo espiritual para las diversas etapas de la formación. Intentó impregnar en los futuros sacerdotes la centralidad de Jesucristo, una vida de servicio y alejados de la mundanidad espiritual. El padre Jorge se gastó, diría yo en la Arquidiócesis de Concepción. No escatimaba esfuerzos para estar a las 7 de la mañana celebrando una misa. Lo vi caminando muchas veces por el centro con su gorro de lana, muy serio, como si fuera lo más importante que tenía que hacer en su vida.

Hoy se discute mucho acerca del ser y el hacer. El verbo que mejor describe al Padre Jorge es el verbo estar. “Estaba” con su compañía serena y sin protagonismo. “Estaba” con discreción y siempre escuchando. “Estaba” cuando había que estar y donde había que estar. Él se alegraba de los proyectos pastorales de los demás, era gentil. Las palabras envidia y competencia no estaban en su léxico, la arrogancia no era lo suyo, hombre muy observador.

Buscaba permanentemente ser inspirado por Jesucristo y San Ignacio de Loyola, discernía, escrutaba la Palabra y el querer de Dios en su vida y en la de los demás. Nos ayudó mucho en el sínodo que realizamos en la arquidiócesis desde el 2013 al 2016. Notable fue su mirada del mundo, de la Iglesia, de la sociedad actual. No albergaba pesimismo alguno, pero tampoco era un optimista ingenuo. Siempre era un aporte. Me impresionaba mucho su modo de vestir franciscano. La vanidad no era lo suyo, vivía sostenido en la gracia de Dios que se hacía presente en su persona, su impronta fue amar y servir, como dijeron en el día de su funeral: nació jesuita. Un día me dijo que estaba en una hermosa etapa de su vida en que estaba aprendiendo a ser abuelito. Lo encontré genial. Sentido del humor, no le faltaba.

Lo echaremos de menos y nos deja un legado impresionante que tomará tiempo en aquilatar. De la amistad con el Santo Padre se sabe poco, el tiempo nos irá demostrando que se comunicaban seguido y que cultivaban una amistad muy evangélica. La vida del Padre Jorge dará mucho fruto, estoy seguro. Que el Señor le conceda el descanso eterno y brille en él la luz perpetua.

+Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción, Chile

Publicado el: 2 Octubre, 2023
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