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Pequeños y grandes cambios

Se acerca el mes de marzo, tradicionalmente corresponde a un mes en el cual se inician las clases en los colegios, liceos y universidades, en general, las familias retornan a sus rutinas habituales, la vida laboral se normaliza luego de los distintos periodos de vacaciones. Se presentan en este tiempo los desafíos o proyecciones para el año en curso. ¡Se viene marzo! amenazan los slogans publicitarios de este tiempo. En algún sentido, se promueve en el mundo de las sensaciones una especie de entrada a un ring de boxeo esperando recibir el primer golpe o, mejor aún, darlo.

Vivimos tiempos donde la vida misma se va presentando en medio de constantes amenazas, unas reales y acuciantes de resolver ¡sin duda! y otras que son más bien provocadas o muy sugestionadas por las redes sociales o grupos de interés. En la mentalidad de rebaño conviene tener a la mayoría consumiendo el miedo, alimentando la desconfianza y quebrando la posibilidad de relaciones humanas y sociales que contribuyan en un horizonte de proyecto común.

Sería interesante, al iniciar este tiempo de nuevas rutinas familiares, laborales o sociales, preguntarse sobre cuál es nuestra perspectiva para este año 2024. Quizás lo más fácil es mantener esquemas como los ya señalados que, poco a poco, hemos dejado que se instalen en nuestra mentalidad: vivir o relacionarse desde el miedo, la desconfianza, la beligerancia, o, por el contrario, acoger una mentalidad renovada, más sabia, más crítica de los paradigmas actuales, que permita la construcción de pequeños y grandes cambios en el día a día.

El Papa Francisco, en su mensaje de la Cuaresma 2024, propuso un importante desafío a las comunidades eclesiales que vale la pena resaltar y puede servir tanto para los creyentes como para toda persona de buena voluntad: que la Cuaresma sea un tiempo para tomar decisiones, pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, que permitan reflexionar sobre sus estilos de vida y cuál es su contribución para mejorar sus barrios, que los cristianos manifiesten rostros que contagien alegría y ofrezcan la fragancia de la libertad.

Que la paz y la Sabiduría de Dios sea infundida en los corazones al iniciar este mes de marzo.

Monseñor Bernardo Álvarez Tapia
Administrador Diocesano de Concepción

Publicado el: 26 Febrero, 2024
© Arzobispado de Concepción