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Solemnidad de Pentecostés

Al iniciar el mes de junio, la Liturgia nos ha presentado la Solemnidad de Pentecostés, que es la fiesta del Espíritu Santo que desciende sobre los apóstoles y la Santísima Virgen María. El libro de los Hechos de los apóstoles nos narra este acontecimiento que significó el nacimiento de la Iglesia (cf. Hch 2, 1-4). No es el único lugar en la Escritura donde se nos narra el descenso del Espíritu Santo, también podemos encontrar que sobre los pueblos de la gentilidad desciende el mismo Espíritu (cf. Hch 10,44-45), lo que luego es confirmado por el Apóstol Pedro (cf. Hch 11,15). Es el Espíritu de Dios que habita y mueve a toda la Iglesia, mueve nuestros corazones a anunciar al Señor con alegría, al modo como lo hicieron los apóstoles desde el día en que el Espíritu desciende acompañado con sus siete dones. En estos tiempos de pandemia por el Coronavirus, también el Señor envía junto al Padre el don del Espíritu sobre nosotros, lo único que tenemos que hacer es invocarlo. Es un Espíritu paráclito, es decir, abogado e intercesor, pero sobre todo en estos tiempos actúa como consolador, llenando nuestros corazones de su amor. Pidamos este Espíritu para que inundados de su amor suscite respeto y cuidado del prójimo entre todos nosotros, atendiendo especialmente a los más pobres e indefensos por la pandemia como son los adultos mayores, y también nos permita acrecentar la comunión entre todos nosotros, especialmente en esta semana de oración por la unidad de la Iglesia.

El Papa Francisco nos ha invitado en las vísperas de la fiesta de Pentecostés, en el contexto de la pandemia, a elevar nuestros ruegos a Dios por medio de María Santísima desde la réplica de la gruta de Lourdes en los jardines vaticanos. María Santísima acompañó a los apóstoles en la espera de Pentecostés y hoy nos invita a confiar en su Hijo. Que nuestra plegaria no sea solo individual, sino que en un espíritu de comunión, ejemplificado por el modo online utilizado por el Santo Padre al unirse a los santuarios marianos más importantes de América, todos nosotros también, a pesar de que debemos mantener los cuidados que nos exigen las autoridades sanitarias, nos mantengamos espiritualmente  unidos, pidiendo cada uno desde su hogar para que pronto los hombres de ciencia encuentren un remedio a esta enfermedad y los líderes del mundo destinen los recursos suficientes para implementar los adecuados planes de salud.

Pbro. Pedro Gómez Díaz
Vicario General
Iglesia de Concepción – Chile

Publicado el: 1 Junio, 2020
© Arzobispado de Concepción