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Tiempo de Servicio y Conversión Pastoral

En las ultimas semanas, en medio de la implementación y gestión de iniciativas pastorales de servicio a los hermanos que se encuentran pasando necesidades personales, sociales, soledad, abandono, exclusión social, por la pandemia que estamos viviendo, he sido testigo del esfuerzo y compromiso de muchos miembros de la comunidad eclesial que superando los temores, y la incertidumbre, están animando la esperanza y anunciando el Reino de Dios en realidades muy complejas. Estamos allá, en las periferias existenciales y geográficas, de las que el Papa Francisco nos ha insistido tanto, y de las cuales hemos reflexionado durante mucho tiempo, siendo hoy el momento de actuar, y estar ahí.

Ese testimonio quisiera rescatar hoy, porque en cierto modo nos vuelve a poner la mirada en lo esencial de nuestra misión, y el valor del rol de toda la comunidad eclesial, que se compromete en esta acción. Las ollas comunes, los comedores, las iniciativas de asociatividad y economía solidaria, los programas de acogida, y tantas obras, que con solidaridad y creatividad se van multiplicando en nuestras comunidades y han generado un despertar en tantas personas que se sienten llamados a aportar. Se dice que en momentos de crisis, aparece lo que somos verdaderamente.

Entonces, puede ser un tiempo adecuado para ejercitar nuevos  estilos, criterios, actitudes, y modos de organizarnos, que nos ayude a ir entrando en un dinamismo misionero renovado, que en medio de las incertidumbres y temores, vaya irradiándolo todo. El Papa Francisco en Evangelii Gaudium nos dice que “necesitamos generar espacios para que los agentes pastorales podamos compartir las propias preguntas mas profundas y las preocupaciones cotidianas donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia”. De esta manera, nos desafía a reconocer nuestras posibilidades y límites. Este tiempo que nos ha obligado a dejar nuestras planificaciones, nuestras seguridades, puede ayudarnos a identificar aquello que es fruto del Reino y aquello que atenta contra el proyecto de Dios.  En esto, el Papa releva el factor humano, identificando algunas tentaciones que podemos experimentar  los agentes pastorales y que harían perder la profundidad del mensaje:

  • La importancia del contacto real con las personas, más que la organización, “hay personas que se entusiasman más con la hoja de ruta, que con la ruta misma”.
  • Necesidad de vivir adecuadamente las actividades que emprendamos, libres de un “inmediatismo ansioso”, aceptando el fracaso, la crítica, la cruz. “
  • Las relaciones nuevas que genera Jesucristo, que nos “invitará siempre a superar la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas “… “la solución nunca estará en escapar la relación personal y comprometida con Dios que al mismo tiempo nos comprometa con los otros”.

Éstas, y otras que cada uno puede descubrir, nos permitirán en este tiempo, avanzar en los procesos de renovación y conversión personal y pastoral, para que cuando todo pase, seamos una comunidad más alegre, solidaria y esperanzada.

Estamos a pocos días de iniciar el mes de agosto, Mes de la Solidaridad. Seguramente será muy diferente a otros años, sin lema, ni logos, ni pendones. Es la oportunidad para centrarnos en la profundidad de los contenidos que dan sentido a la dimensión social de la evangelización.

Gabriela Gutierrez Holtman
Delegada  Episcopal para la Pastoral Social
Iglesia de Concepción- Chile

Publicado el: 20 Julio, 2020
© Arzobispado de Concepción