Alrededor de 60 personas se reunieron en retiro para renovar la fe en Cristo

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Publicado el: 9 julio, 2012

Diez años de vida tiene la Pastoral de la Esperanza, la que el pasado sábado 15 de junio realizó un retiro en la casa Betania de Concepción. Monseñor Fernando Chomali dictó dos charlas referidas a pasajes bíblicos y enfatizó que “hay que ayudarse mutuamente, trabajar mucho en amar al prójimo. La credibilidad de la Iglesia va a pasar por el servicio al prójimo”.

Esa es la finalidad de la agrupación “ayudar a las personas que sufren y pasan por diferentes situaciones adversas en la vida. Nuestro objetivo es que las personas  se encuentren con Cristo”, señala Rina Godoy,  creadora del texto guía  de los talleres de esta pastoral,  donde unas 300 personas han pasado por la entidad y hay, actualmente, 90 miembros participando. Estas actividades empezaron con nueve integrantes,  siendo una pastoral parroquial, y desde tres años es una pastoral Arquidiocesana.  

El padre Arnoldo Vega, asesor de este grupo religioso, explica el proceso que vive una persona al integrar el taller. El clérigo señala que para quien participa de esta actividad, la oración, que es el encuentro con Jesucristo, se vuelve el centro de su vida,  pues es Cristo quien sana, levanta, libera y los vuelve a poner de pie.  El  sacerdote añade “Dios es una presencia que lo abarca todo. Encontrarse con el amor te lleva a una vida amable, cordial. La alegría es una manifestación de Dios. Dios es alegre, cordial. Dios es paz.” 

Un testimonio de quien escuchó el retiro y participa de la vida de esta pastoral, Felipe Ortiz, menciona que  el grupo “me ha ayudado a darme cuenta que recibí muchas cosas buenas a raíz de ese mal”, a este joven lo abandonaron sus padres al ser bebe sin saber el motivo.

“Es un nacer de nuevo, porque de llegar con mucho dolor, ellos terminan el taller y están totalmente transformados, renacidos” señala  Ana Karen Uribe, monitora.  Los talleres tienen una base más bíblica que sicológica y  Rina Godoy  mencionada anteriormente, concluye “lo que más se trabaja en los talleres es la esperanza. Para mí ella es Cristo, sabiendo que  teniéndolo a Él se puede. La esperanza para mí es la luz.”

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