“En el VII Encuentro Mundial de las Familias, sentimos la presencia de Dios”

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Publicado el: 25 junio, 2012

Osvaldo Trujillo, su esposa Patricia Barrera y sus hijos Antonia, Ignacio y Pablo, pertenecientes a la parroquia San Agustín, fueron la familia de nuestra Arquidiócesis que participó en el último Encuentro Mundial de las Familias que se desarrolló en Milán entre el 30 de mayo y 3 de junio. Los cinco se enriquecieron de una maravillosa experiencia, la cual hoy nos desean compartir.

¿Cómo logró la familia completa ir al encuentro mundial?

Este viaje estuvo en nuestros deseos, como familia, por varios años, hasta que se pudo conciliar el momento, el motivo, los medios y la voluntad de Dios. Razones principales para viajar toda la familia. Nuestros hijos ya estaban en una edad en que podían aprovechar bien esta experiencia de conocer otras realidades y abrir nuevas ventanas en sus vidas. Ellos tienen 12 y 14 años de edad. Además, el Encuentro de las Familias en Milano contemplaba un programa temático para los adultos, por un lado, y un programa para los niños y jóvenes, por otro. Ambos programas se realizaban en simultáneo, dentro del mismo recinto, situación que fue muy cómodo y tranquilizador para los papás que participamos.

¿En qué consiste un Encuentro Mundial de las Familias?

En su origen, el Papa Juan Pablo II propició el primer encuentro de familias en la ciudad de Roma en 1994, con el propósito de reunir a todas las familias del mundo católico para revisar y analizar la situación de las familias, con sus fortalezas y debilidades a la luz de los tiempos que se viven. El objetivo central era y sigue siendo el reforzar la institución familiar y sus lazos en los cinco continentes. Dicho  encuentro se realiza cada tres años, en diferentes países, y lo organiza la Iglesia Católica. Hace tres años le correspondió a México organizar el Encuentro. Este año le correspondió a Italia, en la ciudad de Milano. Y el próximo encuentro, correspondiente a la VIII versión, se realizará en USA el año 2015, en la ciudad de Filadelfia. Este Encuentro se organiza en dos etapas o momentos; El primero corresponde al desarrollo de un conjunto de temas, en función del lema del  Congreso, que esta ocasión tenía el nombre de FAMILIA, TRABAJO Y FIESTA. El segundo momento se destina  a reuniones masivas con el Papa, con actividades más religiosas, llena de símbolos y con participación de todo el mundo, laicos, sacerdotes, y hermanas en la fe.

¿Qué experiencia les gustaría compartir de lo vivido en el encuentro?

En primer lugar, la cogida y cariño de los voluntarios que tenían a cargo la recepción, acompañamiento y orientación de todos los asistentes al encuentro, incluyendo a los jóvenes que tenían a cargo el encuentro con los niños y jóvenes que concurrieron junto a sus padres, como fue nuestro caso.

También nos marcó la diversidad de personas participantes, provenientes de más de 150 países. Y todos motivados y animados por el mismo interés, el fortalecimiento de las familias.

En cuanto a lo temático, nos gustó mucho el que en las diversas ponencias del congreso, mezclaran tanto aspectos teóricos y teológicos, con la dimensión práctica de cada tema, con panelistas que exponían sus realidades concretas de cómo se estaba implementado algún tema, como lo era el conciliar vida familiar y laboral dentro de una empresa.

Y finalmente, las otras experiencias maravillosas fueron los encuentros con el Papa. En especial nos gustó el encuentro que tuvimos con él en el Estadio San Siro, donde el Papa bendijo a todos los jóvenes de Milán que se habían confirmado recientemente.  El Estadio estaba lleno de familias con sus hijos, para quienes se organizó una fiesta hermosa, con cantos, bailes y espectáculos escénicos que movió a todos los asistentes. Y en medio de todo ello, sentimos la presencia de Dios…

Toda esta experiencia vivida ha sido enriquecedora por el viaje mismo, por conocer diferentes realidades y, en lo principal, por relacionarnos con otras hermosas familias y jóvenes provenientes de otros países, que vivencian la experiencia de la fe y la esperanza de construir un mundo más humanitario y mejor.

¿Cómo vivieron este encuentro vuestros hijos?

Antonia e Ignacio de 14 años (Mellizos)  y Pablo de 13 años, alumnos del Colegio San Ignacio de Concepción, pudieron compartir con distintos jóvenes  provenientes de África, de Sudamérica y de Europa, quienes participaron en el Congreso para Jóvenes, el que se llevó a cabo en paralelo al encuentro, en el mismo recinto. Ellos participaron de diferentes actividades lúdicas, entretenciones, pinturas, bailes, que les permitió mostrar parte de algunas cosas típicas de su país, y también conocer de otros países. Ellos se sintieron muy acogidos por el equipo de monitores de Milán, y quedaron muy motivados para participar de otros encuentro como el de la juventud.

Otro momento importante para ellos, y para nosotros también, fue el encuentro con su Santidad el Papa Benedicto XVI en la Plaza del Duomo, donde pudieron verlo a una distancia de unos 10 metros, cuando pasó en su papa-móvil saludando a la gente presente, que lo estábamos esperando en el lugar. Allí nuestros hijos le mostraron la bandera de Chile, y lo saludaron a la distancia, en medio de aplausos y emociones. Esta es la primera vez que nuestros hijos viven una experiencia como esta, y por cierto los acompañará por toda la vida, así como lo fue para nosotros la experiencia de ver al Papa Juan pablo II en Chile cuando éramos jóvenes.

¿Se trató en el encuentro de cómo responder a los ataques que sufre la familia hoy?

Hubo varias ponencias que dieron cuenta de estudios e investigaciones que muestran cómo ciertas ideas socaban la institución tradicional de la familia, promovidas por movimientos, medios de comunicación  y actores sociales y políticos.

Ahora, sobre el cómo responder o enfrentar estos ataques, se puede señalar que la mejor respuesta es el testimonio de parte de las propias familias, que valoran la presencia de Dios en sus vidas, y que anhelan compartir esta experiencia con otros.  Las familias creyentes, con todas sus virtudes y defectos, estamos llamadas a evangelizar, a ser luz para quienes lo necesiten, para las mamás solteras, padres separados, para los viudos o viudas, o para los matrimonios o familias que tienen dificultades en sus relaciones, o personas solas que requieren simplemente ser escuchados…en cada uno de estas realidades está presente el amor de Cristo.

Y sobre este testimonio, el Santo Padre, en su Homilía de la misa de clausura del Encuentro, señaló a todos los participantes el camino para crecer en el amor de las familias: “ mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil.”

¿Se abordó la importancia de la vocación y sacramento del matrimonio a la hora de querer formar familia?

Si se abordó este tema en algunas de las exposiciones desde el punto de vista teológico. Se nos recordó el origen del matrimonio, entre un hombre y una mujer, desde el Génesis, donde el Sí que se dan mutuamente los esposos el día del sacramento, no solo constituye la expresión de alianza para toda la vida entre ellos, sino también representa la integración de Dios a esta nueva unidad del matrimonio.

El Papa Benedicto XVI, relevando la importancia del sacramento del matrimonio señaló que en el principio,  «creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: “Creced, multiplicaos”» (Gn 1, 27-28).  Con ello nos subraya el Santo Padre cuales son los bienes del matrimonio, que se deben tener presente a la hora de querer formar familia. Por un lado está el bien del amor conyugal entre los esposos, el que se debe alimentar permanentemente, considerando las características propias de cada uno, que si bien son iguales en dignidad en tanto personas, ellas mantienen sus diferencias, y el desafío es buscar su  complementariedad, a través de la donación mutua, para alcanzar una auténtica comunidad de amor. El otro bien es la procreación, el dar vida a través de la llegada de los hijos, quienes deben ser protegidos, educados y cuidados como verdaderos tesoros de Dios. Al respecto, este otro don también forma parte del proyecto que Dios tiene para los matrimonios, y que se debe esclarecer y aceptar a la hora del Si.

¿Qué es lo que más les quedó del mensaje del Papa dado en este encuentro?

En la homilía del domingo, el Papa nos recordó que las tres principales dimensiones en la vida de una persona son la Familia, el Trabajo y la Fiesta, ó descanso.  Y que para que una sociedad tenga “rostro humano”, y que la persona pueda experimentar la felicidad duradera, es necesario un adecuado entendimiento y conciliación entre estas tres dimensiones.

Además nos advierte que una manera de socavar esta armonía entre las dimensiones señaladas, es privilegiar el tener por sobre el ser, es ceder ante la voluntad del acumular más allá de lo necesario, generando tensiones y divisiones en las relaciones interpersonales, que terminan muchas veces por destruir un amor auténtico en los ámbitos de la familia y el trabajo.

¿Han visto de cómo traspasar lo vivido en este encuentro aquí en nuestra Aquidiócesis?

A nuestro regreso, en primer lugar, tenemos contemplado conversar de esta experiencia con los integrantes del Departamento de Pastoral y Vida de la Arquidiócesis de Concepción.  De la misma manera lo haremos tanto con los Agentes Pastorales del Colegio San Ignacio, donde estudian nuestros hijos, y en la Parroquia de San Agustín, donde somos catequistas matrimoniales.

Otra idea que tenemos, y que falta formalizarla, es poder realizar un encuentro con actores locales de la región, para analizar estas dimensiones de familia, trabajo y fiesta, a la luz de la experiencia vivida en Italia.

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