Entre la mirada de un lente y un no vidente

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Publicado el: 26 agosto, 2011

Abrir los ojos un día cualquiera, cuando todo alrededor sigue su curso, y descubrir que desde ese instante el mundo se fue a negro y que ya no se cuenta con el sentido de la vista, es lo que le ocurrió a Marcelo Figueroa, a sus 32 años de edad, cuando producto de un accidente automovilístico, que sufrió junto a su familia quedó totalmente ciego. Sin embargo, este acontecimiento ha sido el inicio de una relación mas estrecha con Dios y la Iglesia.

Esta discapacidad no ha sido impedimento para salir adelante junto a su esposa María Gloria y sus hijos Ninosca y Joaquín. Es así como desde el mismo año 2001, en que perdió su vista, instalaron una lavandería en su propia casa.

Marcelo recuerda que las cadenas de oración de muchas personas, durante el tiempo que él estuvo en coma y luego recuperándose en el hospital, lo ayudaron y potenciaron en su salud, sintiendo que de ahí partió su nueva vida. En casa aprendió a vivir con esta discapacidad, donde se dio cuenta que también había perdido el olfato.

Por otra parte está el fotógrafo profesional y publicista gráfico, Andrés Latini, quien considera este sentido como parte fundamental en el desarrollo de su trabajo, el cual comenzó gustándole cuando estaba en el colegio con tan sólo 10 años de edad. En aquel entonces recuerda que con una cámara muy sencilla logró captar imágenes muy lindas que fueron sensibilizando su interés por la fotografía, lo cual hoy puede proyectar hacia sus alumnos en las universidades de Concepción y del Bío Bío.

Este fotógrafo recuerda que sus padres cuestionaron su decisión por una razón más bien económica, pero que con el tiempo se fueron dando cuenta que si podía desarrollarse en esto que a él lo enriquece mucho humana y profesionalmente. Hoy, a sus 55 años, reconoce que tanto su esposa Susana como sus hijos Pierpaolo e Isabella lo apoyan en su trabajo.

 

¿Qué importancia tiene el sentido de la vista hoy para usted?

Marcelo: Desgraciadamente yo como nací viendo tiene mucha importancia porque siempre me desenvolví en un mundo visual y todos mis referentes que tuve hasta el momento del accidente fueron visuales. La sociedad está hecha por y para personas que ven, por lo tanto ver hasta el día de hoy cobra una gran importancia. Si yo pudiera elegir, pediría recobrar nuevamente mi vista. Cuando perdí mi vista me sentía una persona que lo único que quería era morir, después de haber sido tan autosuficiente, el padre proveedor, sentí que había perdido mi identidad, no me atrevía a salir ni a la ventana para que me vieran.

Andrés: Hoy y siempre, el sentido de la vista ha tenido para mí una gran importancia, sin ese sentido no habría podido desarrollar lo que hago hasta hoy, la fotografía y el diseño. Claro que en este caso no tenemos que separar el sentido de la vista con la capacidad mental y creativa de asimilar y proyectar o plasmar lo visto en una imagen.

¿Alguna vez pensó o ha pensado qué haría si perdiera la vista?

Marcelo: Nunca, sin embargo, mi trabajo hasta antes de quedar ciego, en forma involuntaria me llevaba a realizar las cosas en la oscuridad, ya que en los buques donde estuve me desempeñé en la parte de generación de energía y tenía que ver cuando éstos no funcionaban, por lo tanto trabajaba si luz, pero sabía que iba a ser momentáneo.

Andrés: Sí, muchas veces, y a decir verdad, la respuesta es siempre la misma, no sabría que hacer. Creo que es muy fuerte el perder la vista después de haber visto y conocido las cosas y tu entorno. Realmente no sabría cómo reaccionaría, y sobre todo considerando la actividad que yo tengo, que es netamente visual. Hace unos dos años estoy usando lentes ópticos, normal creo a mi edad, y realmente es una limitante, me cuesta acostumbrarme.

¿Se despertaba o se despierta en la mañana agradeciendo tener este sentido?

Marcelo: Tampoco. Hoy me pasa algo difícil de explicar, porque en las mañanas cuando despierto instintivamente mi cerebro tiende a ver por los registros visuales que tengo,  pero ahí recién me doy cuenta que ya no veo. Es como un autoreflejo de querer ver.

Andrés: Lógicamente que agradezco el tener este sentido, y no sólo eso, sino también tener todos los otros sentidos y en buenas condiciones, además una buena salud. Sin embargo,  no despierto cada mañana agradeciendo esto, no es que lo vea como obvio, hay momentos en que uno piensa que sería si no pudiera ver, pero es algo que está, se acepta y se agradece, no se cuestiona.

¿Hoy en su vida diaria es más sensible que el resto percibiendo los detalles de la creación?

Marcelo: De todas maneras, he aprendido a ocupar los otros sentidos, por ejemplo el oído que me permite percibir una figura y un fondo ante alguna situación. De igual forma en el caso del tacto, como yo antes veía hoy al tocar las cosas puedo imaginármelas, se transforma lo que toco en una imagen.

Andrés: En realidad nunca me he detenido a pensar en este punto, no sé si mi trabajo me ha permitido ser más sensible que el resto, algunos la desarrollamos más y tenemos una mayor alternativa de mostrarla o expresarla. En fotografía cuando comunicamos o expresamos algo, la sensibilidad del fotógrafo está en tener la habilidad de captar los detalles de su entorno, por medio del juego de la luz y el color, capturando y destacando la forma, el volumen y la textura de los objetos, con una correcta composición y encuadre de la toma realizada. Personalmente, después de muchos años de trabajo, he llegado a concluir que la sensibilidad debe ser algo que de algún modo está en alguna parte de la persona, un don, una cualidad, un regalo divino.

¿Su trabajo lo hace pensar en Dios?

Marcelo: Creo que sí, porque parto el día agradeciendo a Dios por el trabajo que tenemos. Le pido que nos proteja, que todo salga bien, sé que hay muchas personas que carecen de trabajo y yo tengo la gracia de tenerlo en mi casa. Después del accidente sentí la necesidad de buscar a Dios y que me hablaran de Él, por lo que me acerqué al padre Arnoldo Vega, que tiene una sensibilidad con aquéllos que están viviendo un momento difícil, comenzó a hablarme de Dios, potenciando en mí la fe.

Andrés: Debo ser sincero y honesto, mi trabajo nunca me ha hecho pensar en Dios, pero como católico sí pienso en Dios, no siempre, pero hay ciertos momentos que si aparece ese pensamiento, esa comunicación espiritual, y a medida que uno va entrando en años, para no decir que se pone más viejo, al parecer va teniendo más cercanía a diferencia que cuando uno es joven, adolescente, que al parecer no piensa tanto, o al menos no parece recordarlo.

¿Cuál ha sido la mejor imagen que ha captado, recuerda en las circunstancias en que se logró?

Marcelo: El rostro de mi mujer de todas maneras. Pero si me refiriera a un momento podría señalar cuando vino el Papa Juan Pablo II a Concepción, es una imagen que viene a mi recuerdo ahora mismo sin ver, estuve a unos metros de él y vi su rostro que provocó gran emoción en mí.

Andrés: Tengo varias imágenes que evocan ciertos recuerdos del momento o la circunstancia en que fue tomada, por ejemplo, hace ya muchos años, una puesta de sol, donde dos niños jugaban en la playa a orillas del mar. Otra, es una serie de fotos tomadas en la cordillera, escalando un volcán, en el cual yo tuve un grave accidente. Hay un par de fotos que tenían que salir buenas si o si, un desafío tensional y excitante a la vez, esto fue para la venida del Papa Juan Pablo II, yo estaba destinado para tomar fotos en el aeropuerto cuando él descendiera del avión, eran las primeras imágenes del Papa en Concepción.

Otra imagen que recuerdo es una tomada en la plaza de Capitán Pastene, me llamaron mucho la atención unos árboles que dan unas manzanas enanas como en racimo, tomé mi cámara, enfoqué, encuadré y tomo la foto, pero después al verla ampliada, vi una abeja que venía como aterrizando en las manzanas, caso totalmente fortuito, chiripa, ya que cuando tomé la foto jamás vi esa abeja, golpe de suerte, ya que hace la foto mucho más atractiva.

¿Qué podría decirle a alguien que está en una posición distinta a la suya en el aspecto visual?

Marcelo: Yo he comprobado que no todo es visual y que la belleza no siempre está asociada a la dimensión visual. En ese contexto la sociedad tiene que preocuparse o a lo menos interesarse por un instante por las personas que no vemos, porque van muy deprisa por la vida y no hay un interés por preguntarse por las personas que no vemos y que también podemos ser capaces de desarrollar tareas de forma muy eficiente.

Andrés: Desde el punto de la fotografía, al perder la vista, pienso que con los otros sentidos que quedan, tal vez nos pueden ayudar a continuar experimentando el registro de imágenes, hay varios casos de fotógrafos ciegos que captan imágenes que imaginan, es decir, lo que visualizan en su mente a través de la cámara fotográfica, como es el caso de Annie Hesse, Kurt Weston, Bruce Hall, Alice Wingwall, Pete Eckert, Gerardo Nigenda, Gary Waite, Eladio Reyes, Evgen Bavcar, entre otros, para estos artistas la fotografía es una experiencia en la que involucran el resto de sus sentidos y su necesidad de fotografiar es detonada por algún olor, sonido, sabor o textura. Así que me parece que se puede lograr si uno se lo propone, de igual forma pienso que es difícil, yo no sé cómo reaccionaría, ni qué es lo que haría, sobre todo si uno pierde la vista después de haber visto durante muchos años, pero siempre hay que intentarlo.

¿Según usted existe alguna diferencia entre ver y mirar?

Marcelo: Por el hecho de haber perdido mi vista esa interrogante ha cobrado mucha importancia ahora, si recobrara la vista analizaría todo lo que yo pudiera ver, mirar, por ejemplo las flores, un árbol, el mar, a los que sufren. Antes pasaba por la vida deprisa sin detenerme en nada, hoy valoro hasta el haberme perdido en quedarme en una simple mirada.

Andrés: Sí claro que la hay, los seres humanos, generalmente vemos (fenómeno biológico) y no miramos (fenómeno social), esto implica el fenómeno del observar y del aprendizaje que involucra. El "ver" tiene relación con el registro de datos visuales y el "mirar" tiene relación con el "darse cuenta" de qué información obtenemos de esos datos. Cuando, por los motivos que sean, esta capacidad se ha ejercitado mal, o disminuye, o se pierde, o está sujeta a diversas distorsiones, se hace necesario aprender a mirar de nuevo, como si las cosas apareciesen por primera vez. Aprender a mirar significa detenerse en lo sencillo y en lo habitual. Aprender a mirar es, fundamentalmente, aprender a prestar atención, y prestar atención es mirar de forma desinteresada, sin caer en la posesión ni en la presunción.

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