Gabriela Gutiérrez: «Ser mujer en la actualidad es difícil y desafiante, eso no ha cambiado»

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Publicado el: 29 marzo, 2021

En la actualidad, Gabriela Gutiérrez se desempeña como delegada episcopal para la Pastoral Social en la Iglesia de Concepción. En ese contexto, tiene como objetivo promover los valores evangélicos asociados a una cultura solidaria y de respeto a los derechos humanos, impulsando al encuentro con Jesucristo vivo en todos los miembros de la Iglesia y en la sociedad, «comprometiéndonos permanentemente con los más pobres y desamparados, colaborando en la construcción de una sociedad más justo, solidaria, fraterna y misericordiosa».

En el marco de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la Arquidiócesis de la Santísima Concepción ha realizado un breve cuestionario que busca visibilizar el rol y la participación de la mujer en la iglesia.

Elija tres adjetivos calificativos que te definan y cuéntenos brevemente por qué

Observadora: Naturalmente observo mucho, más que hablar tanto, sobre todo a las personas, sus interacciones y los entornos. La naturaleza humana, con sus luces y sus sombras, siempre me ha interesado.

Trabajadora: el trabajo en todo orden, lo aprendí de mi familia, quienes me ayudaron a comprender el valor del esfuerzo, de hacer bien las cosas. Aunque a veces el resultado no sea lo que esperamos.

Respetuosa: el respeto a mí misma, a los demás y a lo que me rodea. Es un rasgo que a lo largo de mi vida he ido cultivando, y a mi modo de ver, no es tan fácil, requiere de asumir quienes somos y quienes son los demás.

¿Cuál es su profesión y porque decidió seguir dicha carrera? Si optó por otro camino, ¿cuál fue el motivo?

Estudie Servicio Social, en la Universidad de Concepción, soy Asistente Social. Lo decidí a los 16 años, pues inicialmente me inclinaba por Psicología, carrera que a inicios de los años 80 no se impartía en Concepción.

Después de unos trabajos de verano con mi comunidad de Juventud Franciscana, entendí que lo mío era el trabajo social. Al año siguiente vino la prueba de aptitud académica, y fue mi primera postulación. Desde esos tiempos de formación de pregrado, y luego en el ejercicio profesional, y estudios de postgrado, hasta ahora, confirmo que esto era lo que quería hacer. Para mí, no es solo una profesión, es una vocación, una forma de vida, que me ha permitido aportar a la vida de personas, grupos y comunidades…y donde personalmente crezco un poquito más, cada día.

¿Cómo podría definir ser mujer en la sociedad actual?

Honestamente, ser mujer en la actualidad es difícil y desafiante, eso no ha cambiado mucho. Admiro profundamente a las mujeres que han superado el miedo y la discriminación, y tanto ayer como hoy están trabajando por una sociedad más igualitaria, me identifico plenamente. Por mi parte, me inspiro en mi madre, una mujer trabajadora, inteligente, adelantada a su época, que supo equilibrar todas las dimensiones de su existencia, y que participó activamente.  Creo que como sociedad la deuda es grande aun. No bastan las leyes, el desafío es el cambio en la mentalidad, en la cultura, en el lenguaje, en el modo de tratar e interactuar con las mujeres. En este sentido persiste la violencia simbólica, muy relacionada con el uso del poder, en las relaciones interpersonales, en la familia, en el espacio público, en las instituciones, en los ambientes laborales, y hoy, también en las redes sociales.  Esto es real, lo veo en la vida cotidiana y también lo he experimentado. Pienso que la educación, es la gran herramienta de cambio. Tengo mucha esperanza en la nuevas generaciones.

¿Cuál es el rol de su fe en el día a día?

Nací en una familia católica, aspecto que fue clave en mi relación con la Fe. Luego, de manera autónoma, fui profundizando mi espiritualidad y mi relación con Dios. Para mi la Fe es una experiencia personal, que se nutre en la comunidad. Tanta fuerza fue tomando, que mi vida se fue configurando a partir de esa experiencia.  Como todos, he vivido experiencias humanas de todo tipo, estoy convencida que siempre ha estado Dios a mi lado.

Libro, color y comida favorita

El primer libro que compré sola fue “Todas íbamos a ser Reinas” de Gabriela Mistral, tenía 7 años. Me gustó mucho, expresa el sueño de niñas, de mujeres, por una vida plena y feliz, sueño que a lo largo de la vida se va desperfilando.  Desde ese momento fui conociendo su obra, y también su vida. En la actualidad, el pensamiento de Gabriela Mistral, puede ser muy inspirador en relación al rol y posición de la mujer. En lo íntimo, mi abuelo paterno, pidió que me llamara como ella, Gabriela.

Mi color favorito es el azul cielo y mi comida favorita son los platos nacionales caseros y alemanes.

¿Cómo describiría su participación en la Iglesia de Concepción?

A los 8 años, con mi Primera Comunión, inicié mi participación en la Iglesia, específicamente en grupos pastorales en mi parroquia, y luego como catequista, también participando en la pastoral en el colegio de mis hijos. Por otro lado, como profesional asistente social, llevo muchos años desempeñándome en el Arzobispado de Concepción, siempre en programas o proyectos sociales.

A largo de este tiempo, he asumido diferentes roles, encargos que la Iglesia Diocesana me ha pedido. En la actualidad como Delegada Episcopal para la Vicaria de Pastoral Social. Estoy agradecida de este tiempo y de la posibilidad de integrar la vocación y la profesión, valoro también poder aportar desde mi saber específico, y como mujer. Creo que el rol de la mujer en la Iglesia es central, no se trata de clericalizarla, pues eso sería reproducir el poder desde los hombres, tampoco se trata de un acceso ingenuo al liderazgo, se trata de participar en equidad en todos los niveles, también en las decisiones , sin que estén mediadas siempre por hombres. Hemos avanzado en este aspecto, sin embargo queda tarea por delante.

¿De qué manera podrías caracterizar el Chile de hoy? ¿Cuál es el rol de la mujer en este escenario?

Estamos viviendo una hora de la historia de nuestro país bien relevante, en diversos ámbitos; político, social y cultural. Hay una mayor conciencia que es necesario generar una transformación orientada al bien común, a través del diálogo y la participación de los diferentes actores, instituciones, estado, sociedad civil. Tenemos el  anhelo de justicia y de paz social, que nos desafía a trabajar por superar la desigualdad, a respetarnos y  aprender a resolver nuestras diferencias sin violencia, sino con fraternidad. En esto, el aporte de las mujeres es muy significativo, en todos los ámbitos de la vida, por la forma en que vemos las cosas y enfrentamos todo, porque decimos lo que muchos no quieren escuchar.

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